Se cuenta que Afrodita surgió entre las olas, tan desnuda y tan hermosa como de
costumbre se la pinta. Desde entonces Afrodita es la “nacida de la espuma”,
ya que esa es la traducción literal de su nombre.
Así el mar pasa a ser la cuna de la diosa y de ahí que en su principal santuario
las sacerdotisas se bañaran ritualmente en el mar cercano, como una rememoración de su
nacimiento.
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Los autores clásicos contaban que en sus grandiosos palacios,
como el que se dice que tuvo en Cnosos, las más bellas conchas marinas cubrían los
suelos, mientras que los pescados y los mariscos eran su manjar simbólico.
Por eso hoy todavía se tiene por “afrodisíacos”, es decir “de Afrodita” a estos alimentos,
sin saber discernir de dónde viene la razón original de la denominación y ese tan pretendido
poder vigorizante y erótico.
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Sucedieron numerosos romances de Afrodita con dioses y
mortales, aunque para disfrutar de ellos tenga que pelear con las diosas o mujeres más
bellas e influyentes. Este fue el caso, entre otros muchos, de su romance con Adonis.
Una relación que se produjo tras una serie de legendarias circunstancias que unieron
trágicamente a la pareja.
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