Diariamente tengo acceso a la sabiduría divina cuando tengo que tomar decisiones. En el silencio de mi tiempo de oración, aquieto los pensamientos que compiten por mi atención. El afirmar una frase sencilla como Paz, aquiétate, prepara mi mente para que la sabiduría emerja en mi conciencia.
Una nueva comprensión me señala el camino hacia mi mayor bien. También tomo tiempo para permitir que la sabiduría divina guíe mis decisiones. Hacer una pausa antes de comer me permite tomar decisiones saludables. Con una respiración suave descubro la guía para decir palabras que crean paz y comprensión. Día a día, aprendo a dirigirme a la sabiduría del Espíritu. La sabiduría divina guía mis decisiones diarias.