El gozo siempre está presente, aun durante los momentos más oscuros de la vida. Sin embargo, la felicidad nunca fuerza su camino hacia mi corazón. Para experimentar sus bendiciones, he de estar dispuesto a elegir el gozo y recibirlo con beneplácito.
Considero cómo hacer más espacio en mi vida para la alegría. Quizás ya sea tiempo de dejar ir algún resentimiento. Puede que esté listo para sanar una pena profunda. Evalúo si he sido duro conmigo mismo o he tomado la vida demasiado en serio. El gozo es mi estado natural. Cuando elijo hacer espacio para él, la espontaneidad y el regocijo surgen. Pongo a un lado mi lista de cosas por hacer y comienzo una lista de gratitud. Siento agradecimiento por cómo el gozo cambia mi enfoque para bien.