Si enfrento un reto o crisis personal, sólo necesito dirigirme a mi interior, a la Fuente interna, para orar. Mi fe en un poder mayor me da el valor para vencer cualquier obstáculo en mi experiencia humana. Tengo presente que yo soy un ser espiritual, una creación de Dios. Sé que los milagros suceden —no sólo a mí, sino por medio de mí.
Comprendo que la fe es mucho más que creer en algo “allá arriba”, fuera de mí y de donde estoy. La fe es un conocimiento interno y profundo de que el Cristo en mí es mi esperanza de gloria. Por medio de la fe, sé que puedo marcar la pauta en este mundo. Vivo con confianza, sin dudar, sabiendo que con Dios todo es posible.