Hoy imagino que camino por un jardín lleno de flores, frutas, verduras y hierbas. Mientras percibo el paisaje, los olores, las texturas y los sonidos, aprecio la belleza y el resplandor de todo lo creado. Reconozco la verdad: cada una de estas plantas tuvo un comienzo, un punto de origen.
Tengo presente que la fuente de toda la vida mora en mí. El mismo poder creativo que trae a manifestación todo en el universo se encuentra en mi interior. Me doy cuenta de que puedo crear mis experiencias mediante la actividad de mi pensamiento. Como ser espiritual, veo mi experiencia humana como una oportunidad para crecer y vivir mi vida haciendo aquello que fomenta el desarrollo de mi alma.