"Aquél que sabe hacer lo bueno y no lo hace, le es contado como pecado" Santiago 4:17
Según el código penal, se puede cometer un delito mediante la acción o la omisión.
Te lo explico mejor: Ante la ley, es culpable el que daña a una persona pero también el que pudiendo hacerlo no la socorre.
Y… ¿A qué viene esto? Te estarás preguntando.
Es consecuencia de una frase que me hizo una persona:
"...no me digas que yo soy culpable,... porque yo no he hecho absolutamente nada..."
Pues a veces, no hacer absolutamente nada, es nuestra culpabilidad.
Ante la guerra, los asesinatos, el abuso de poder, y todas aquellas cosas que agraden al más débil y somete a las personas, los dirigentes de los estados y miembros de seguridad del estado tienen responsabilidad. Pero… aquellas instituciones (o personas) que teniendo la ocasión para actuar, o socorrer, y no lo hacen, son también culpables de semejante injusticia.
Si esto es así en la justicia humana… ¿Qué no será en la divina, o será nuestra propia conciencia la que nos acuse?
Cuando nos llevamos las manos a la cabeza viendo al presidente de una nación como si fuera un mensajero de paz en oriente medio, cuando apartamos nuestros ojos ante la miseria y el horror del pueblo africano, o cuando cambiamos de canal de televisión para no ver a tantos niños muriendo de hambre y enfermedad, o cuando en países tan "civilizados" como Norte América ocurren cosas como Guantánamo, o cuando las religiones atesoran riquezas a causa de su amor al dinero, no tengo más remedio que pensar en este asunto.
Tan culpable es el que mata, como el que puede impedirlo y no lo hace, como el que mira para otro lado, o como el que no levanta su voz para denunciarlo.
Las organizaciones religiosas (y no hablo solo de la católica) tienen una enorme responsabilidad ante nuestra sociedad y ante nuestro Dios. Los gobiernos de este mundo, son eso…de este mundo. Pero las organizaciones, y especialmente, la religión (que no es de este mundo) tendrá que dar respuesta ante su Señor, por todos aquellos delitos causados no por acción sino por omisión.
Hay multitud de pasajes bíblicos para ilustrar esta reflexión. Pero me quedo con una hermosa reflexión que nos dejó nuestro Señor Jesús:
Lucas 10:30-37
Respondiendo Jesús, dijo: Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron; e hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto. Aconteció que descendió un sacerdote por aquel camino, y viéndole, pasó de largo. Asimismo un levita, llegando cerca de aquel lugar, y viéndole, pasó de largo. Pero un samaritano, que iba de camino, vino cerca de él, y viéndole, fue movido a misericordia; y acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole en su cabalgadura, lo llevó al mesón, y cuidó de él. Otro día al partir, sacó dos denarios, y los dio al mesonero, y le dijo: Cuídamele; y todo lo que gastes de más, yo te lo pagaré cuando regrese. ¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones? Él dijo: El que usó de misericordia con él. Entonces Jesús le dijo: Ve, y haz tú lo mismo.[1]
[1]Reina Valera Revisada (1960)