-
Estudio Bíblico de Mateo 12: 22-33
El Señor Jesús en este pasaje nos va a aportar mucho entendimiento sobre cuestiones espirituales, que les eran veladas a aquellos judíos de entonces, y muy especialmente a aquellos fariseos que pretendían ser lo que no eran; hombres de Dios.
Nos va a ser muy útil entender acerca de la llamada blasfemia contra el Espíritu Santo, que tiene que ver con un asunto primordial: la negación a sabiendas de la verdad de Dios. Pasemos punto por punto a analizar, para comprender mejor todas estas cosas, que para nosotros los cristianos – como hombre espiritual que somos – ya no nos son veladas, pues tenemos la mente de Cristo (1 Co. 2: 15, 16).
1. LA OBRA DE LIBERACIÓN ES MANIFESTACIÓN DE LA MISERICORDIA DE DIOS
(Mateo 12: 23, 24) “Entonces fue traído a él un endemoniado, ciego y mudo; y le sanó, de tal manera que el ciego y mudo veía y hablaba. Y toda la gente estaba atónita, y decía: ¿Será éste aquel Hijo de David? Mas los fariseos, al oírlo, decían: Este no echa fuera los demonios sino por Beelzebú, príncipe de los demonios. Después de dejar en su lugar a los fariseos (ver Mt. 12: 1-14), el Señor siguió haciendo milagros y sanidades entre las gentes (ver Mt.12: 15), y esta vez, liberó de demonios a uno, hasta el punto que siendo ciego y mudo, pudo ver y oír, habiendo expulsados los demonios que causaban su ceguera y su sordera, entre otros.
La gente, asombrada, llegó a plantearse si en realidad Jesús no fuera el Mesías esperado. A diferencia de los fariseos, la gente corriente que rodeaba al Señor, no tenía ningún problema en creer que Jesús pudiera ser el Señor. Aunque no lo discernían, ese pecado podría haberles sido perdonado, porque era por ignorancia, se cumpliría entonces lo que más adelante exclamó el Señor, cuando dijo: el que “dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado” (V. 32). Eso mismo le ocurrió a Pablo de Tarso, que a pesar de ser un fariseo, no era como sus compañeros apóstatas. El mismo lo exclamó así: “…habiendo yo sido antes blasfemo, perseguidor e injuriador; mas fui recibido a misericordia porque lo hice por ignorancia, en incredulidad” (1 Timoteo 1: 13). No obstante, los fariseos, que aun y sabiendo quien era en realidad Jesús, y que por tanto, había venido de Dios, declararon que los demonios los echaba por Beelzebub. Previamente, leemos que esos mismos fariseos “tuvieron consejo contra Jesús para destruirle” (Mt. 12: 14). Así que, en realidad, a esos fariseos poco les interesaba que Jesús fuera legítimo de Dios, sino que para ellos habiendo llegado el Señor a ser un estorbo para su estatus y su forma de vivir, decidieron deshacerse de él.
Cualquier cosa les iba a ser útil, con tal de hacerlo desaparecer; fuera la calumnia, difamación, o aun la misma muerte. Cualquier cosa era menos importante que ellos mismos, incluso el mismo Dios. Jesús llegó a ser para los fariseos el motivo de su odio, porque Jesús les estaba descubriendo ante los demás hombres.
- Los fariseos imponían obligaciones a los demás judíos, que aun ni ellos mismos cumplían; por el contrario, Jesús mostraba la compasión y el favor de Dios, anunciando la salvación también para los gentiles (ver Mt.12: 17-21)
- Los fariseos se mostraban ante los demás como los verdaderos y perfectos creyentes, como la quinta esencia de la espiritualidad, y habían logrado engañar a muchos; por el contrario, Jesús era verdaderamente el ejemplo a seguir en fruto, enseñanza y testimonio.
- Los fariseos nada hacían realmente por los demás; sin embargo, Jesús hacía prodigios y milagros a favor de las gentes, que demostraban quien era Él.
- Los fariseos, por tanto, aun y sabiendo de la realidad de Jesús, por su envidia, temor a perder su “dignidad”, por su odio, etc. decidieron negarle abiertamente.
Aquí podemos ver cómo de destructivo es el odio, que puede llevar a una persona a incluso negar la evidencia de la verdad sabida y conocida. Escribe McArthur: “Los fariseos habían visto lo suficiente del poder de Jesús como para saber que era el poder de Dios, pero en su terca incredulidad, dijeron que se trataba del poder de Satanás…Después de todas las demostraciones de la deidad de Jesús, los fariseos declararon que Él provenía de Satanás, lo exactamente opuesto a la verdad, y ellos lo sabían”
2. EL DISCERNIMIENTO Y LA RESPUESTA DEL SEÑOR
(Mt. 12: 25, 26) “Sabiendo Jesús los pensamientos de ellos, les dijo: Todo reino dividido contra sí mismo, es asolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma, no permanecerá. Y si Satanás echa fuera a Satanás, contra sí mismo está dividido; ¿cómo, pues, permanecerá su reino”: Físicamente, Jesús no pudo oír lo que decían los fariseos, ya que hablaban a escondidas, en sigilo, mostrando la mejor de las sonrisas. Así actúan todos los falsos e hipócritas en general. Pero el Señor “sabía los pensamientos de ellos”. Jesús podía discernir lo que en realidad pensaban. Había quien de ellos le pedían señal del cielo, obviamente con el propósito de tentarle (Lc. 11: 16). Lo hacían con simulada piedad y expectativa, pero el Señor sabía lo que había en sus corazones. No tanto de cara a esos hipócritas fariseos, sino más bien por amor a los que creían en Él, a los que podían llegar a creer en Él, y más aún a sus discípulos, el Señor les dirige una tremenda enseñanza espiritual.“…Todo reino dividido contra sí mismo, es asolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma, no permanecerá”: Es obvio que Jesús les estaba diciendo que al no poder existir tal reino del mal dividido, Él no actuaba por el poder del diablo para echar fuera al diablo, por lo tanto, Él no era del diablo; pero hay mucho más que esto aquí: Al decir lo que hemos leído, en realidad, el énfasis no es tanto en cuanto a las particularidades del reino de Satanás, sino más bien en cuanto a la total y absoluta soberanía, poder y autoridad de Dios, Quien no permite que Satanás sea dividido.
En otras palabras, es la voluntad de Dios que sólo exista un ente satánico, y por tanto, que no se parta en trozos (el cual – con el diablo al frente – fue desposeído en la cruz (Col. 2: 17), y posteriormente será echado en el abismo (Ap. 20: 1-3), y luego destruido en el lago de fuego para siempre (Ap. 20: 10). Todo a su debido tiempo.
3. ECHANDO FUERA DEMONIOS
(Mt. 12: 27) “Y si yo echo fuera los demonios por Beelzebú, ¿por quién los echan vuestros hijos? Por tanto, ellos serán vuestros jueces”: Hay quienes dicen que echan fuera demonios, y hay quienes realmente lo hacen. Este último fue el caso de Jesús. Pero el Señor, esta vez dirigiéndose a los fariseos, les confrontó directamente. Él mismo se puso en el hipotético caso de que echara los demonios por el poder de Beelzebú, el príncipe de los demonios; y entonces pregunta a los fariseos por cual poder sus exorcistas instruidos por ellos, los echaban fuera – queriendo decir con eso – que esas liberaciones o exorcismos que reconocían realizar sus seguidores, eran falsos, así como era falso que Jesús echara fuera los demonios por el poder de Satanás.
Aquí hemos de entender un principio esencial; sólo en el poder de Dios, y en el nombre de Jesús realmente se pueden echar fuera los demonios de una persona, lo demás es fingimiento de los propios demonios. Esos judíos se engañaban a sí mismos al creer que echaban fuera los demonios. Hoy en día pasa lo mismo con muchos que profesan ser de Cristo (como aquellos judíos profesaban ser de Dios, pero eran hijos del diablo, ver Jn. 8: 44). Muchas de las liberaciones son falsas, aunque tengan apariencia de verdaderas. Dicho sea de paso, la única manera de saber a ciencia cierta que la expulsión de demonios se ha realizado (y comúnmente es un proceso que dura tiempo), es por la libertad, la paz y el buen fruto que se vea en el ministrado. Jesús lo dejó claro: “O haced el árbol bueno, y su fruto bueno, o haced el árbol malo, y su fruto malo; porque por el fruto se conoce el árbol” (V. 33). En Hechos 19: 13-16, encontramos que había judíos que se dedicaban a esos falsos exorcismos, y que una vez lo intentaron en el nombre de Jesús, pero les salió mal el asunto. Veámoslo: “Pero algunos de los judíos, exorcistas ambulantes, intentaron invocar el nombre del Señor Jesús sobre los que tenían espíritus malos, diciendo: Os conjuro por Jesús, el que predica Pablo. Había siete hijos de un tal Esceva, judío, jefe de los sacerdotes, que hacían esto. Pero respondiendo el espíritu malo, dijo: A Jesús conozco, y sé quién es Pablo; pero vosotros, ¿quiénes sois? Y el hombre en quien estaba el espíritu malo, saltando sobre ellos y dominándolos, pudo más que ellos, de tal manera que huyeron de aquella casa desnudos y heridos” “…Por tanto, ellos serán vuestros jueces”: Aquí el Señor les está diciendo a los fariseos que sus seguidores que creían que echaban fuera demonios, un día se iban a levantar como testigos en contra de ellos (de los fariseos), que aprobaban y alentaban los falsos exorcismos de sus discípulos (por dinero u ofrendas varias, es decir, por interés), pero que negaban el ministerio de liberación de Cristo, por su interés también. (Mt. 12: 28) “Pero si yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a vosotros el reino de Dios”: En Lucas, leemos también: “Mas si por el dedo de Dios echo fuera los demonios, ciertamente el Reino de Dios ha llegado a vosotros” (Lc. 11: 20)
Sólo por Cristo pueden salir los demonios, y ahí estaba el mismo Cristo Hombre echándolos, en el poder del Espíritu Santo. Aquí el Maestro nos da ejemplo de obra. Así como Él echó fuera los demonios en Su nombre, nosotros en Su nombre también los hemos de echar. “… ciertamente ha llegado a vosotros el reino de Dios”: Estas aseveraciones del Maestro nos indican lo siguiente. Cuando verdaderamente se echan fuera los demonios:
- La voluntad de Dios es hecha.
- El poder de Dios se manifiesta en medio de los creyentes.
Aquí, el Reino de Dios es el poder de Dios manifestado en Su perfecta voluntad en medio de los suyos.
MANIFESTACIONES DE EXPULSIÓN
Muchos hoy en día dicen que echan fuera demonios, pero no es así. La Biblia nos enseña que debe haber manifestación tangible de esa expulsión. Veamos: “…había en la sinagoga de ellos un hombre con espíritu inmundo, que dio voces, diciendo: ¡Ah! ¿Qué tienes con nosotros, Jesús nazareno? ¿Has venido para destruirnos? Sé quién eres, el Santo de Dios. Pero Jesús le reprendió, diciendo: ¡Cállate, y sal de él! Y el espíritu inmundo, sacudiéndole con violencia, y clamando a gran voz, salió de él” (Marcos 1: 23-26). Vemos que los demonios fuertes, que son capaces de manifestarse y hablar a través de una persona (por estar dentro de ella), salen mayormente con grito o alarido cuando se les manda salir en el nombre de Jesús. Vemos más ejemplos de ello: “Entonces Felipe, descendiendo a la ciudad de Samaria, les predicaba a Cristo. Y la gente, unánime, escuchaba atentamente las cosas que decía Felipe, oyendo y viendo las señales que hacía. Porque de muchos que tenían espíritus inmundos, salían éstos dando grandes voces; y muchos paralíticos y cojos eran sanados” (Hechos 8: 5-7).“…muchos que tenían espíritus inmundos, salían éstos dando grandes voces” (Hchs. 8: 7)
4. LA BLASFEMIA CONTRA EL ESPÍRITU SANTO DE DIOS
(Mt. 12: 31, 32) “Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres; mas la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada. A cualquiera que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero”: Ahora entramos de lleno en la cuestión con la que hemos titulado este estudio: la blasfemia contra el Espíritu Santo. La persona que no puede ser perdonada es aquella hacia la cual el Espíritu Santo no actúa; ¿puede darse ese caso? El mismo Señor lo expuso así. Los pecados sólo pueden ser perdonados cuando existe arrepentimiento genuino, y ese arrepentimiento sólo lo puede producir y lo produce el Espíritu Santo de Dios en la vida de alguien, ya que el arrepentimiento es un don de Dios. Así pues, si el Espíritu Santo de Dios no produce su obra de convicción y de arrepentimiento, no puede haber genuina confesión de pecados.
Es en el apóstata – es decir, aquel que ha caído de la fe salvadora – en el que el Espíritu Santo ya no actúa. Por eso, el apóstata no puede ser perdonado, y ese era el caso de aquellos fariseos, religiosos inútiles, que ya habían apostatado en sus corazones al rechazar el don de Dios que es Cristo Jesús, manifestado por el Espíritu Santo de Dios Padre, el cual también rechazaron. Cuando eso ocurre, ya no existe remisión por los pecados: “Porque es imposible que los que una vez fueron iluminados y gustaron del don celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, y asimismo gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero, y recayeron, sean otra vez renovados para arrepentimiento, crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios y exponiéndole a vituperio” (Hebreos 6: 4-6)
En esta escritura vemos que el que “gusta del don celestial” y es hecho partícipe del Espíritu Santo de Dios, si peca a conciencia, volviendo a hacer las mismas cosas de antes, está rechazando para siempre al Espíritu Santo de Dios, y esa es la blasfemia contra EL. No hay posibilidad de arrepentimiento entonces, porque el Espíritu Santode Dios se aparta de esa persona. Esto es lo que quería decir el Señor cuando habló de la blasfemia contra el Espíritu Santo.
De hecho la blasfemia contra el Espíritu Santo de Dios es abiertamente el negarle, no en Sus manifestaciones visibles, sino en Su obra interna al traernos convicción de pecado. Si se niega al Espíritu Santo de Dios (su Poder) que es el que convence de pecado, justicia y juicio (Jn. 16:8), ¿qué más queda? Nada. Vemos en la Escritura lo mismo en otra parte: “Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina” (2 Pedro 2: 1 . Ese negar al Señor, no hay que entenderlo como negar Su existencia, sino lo que constituye negar Su Palabra o Su verdad. Muchos hablan de Jesús, pero con sus obras y testimonio le están negando de hecho.
DEFENDIENDO LO INDEFENDIBLE
“Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo” (1 Juan 4: 1). Muchos hoy en día, defendiendo el falso avivamiento de la “borrachera”, el “revuelco”, las caídas para atrás en masa y descontrol, la llamada risa “santa”, falsas sanidades, y otras muchas supercherías que ciegamente asignan al Espíritu de Dios, se atreven a decir a los que nos oponemos a esas falsas señales (ver Mt. 24: 24) que estamos blasfemando contra el Espíritu Santo; algo así como cuando los fariseos hicieron lo mismo en cuanto a las liberaciones del Señor. No se dan cuenta que existen señales y prodigios que, aun pudiendo ser sobrenaturales, no son de Dios. Estos mencionados arriba, de todas, todas, sabemos que no son de Dios porque niegan muchos de los principios de la misma Palabra y nos sorprende que haya hombres y mujeres que dicen ser de Dios que puedan defender esas excentricidades.
La cuestión es que si así hacen, con seguridad habrían sido absolutamente engañados por el poder de los sacerdotes de Faraón, cuando éstos supieron imitar hasta cierto punto los mismos milagros que hizo Dios a través de Aarón y Moisés (ver Éx. 6: 8ss). “Y de la manera que Janes y Jambres resistieron a Moisés, así también éstos resisten a la verdad; hombres corruptos de entendimiento, réprobos en cuanto a la fe” (2 Timoteo 3: Janes y Jambres hicieron ante Faraón, Moisés y Aarón, una serie de prodigios y señales que hasta cierto punto, eran visiblemente idénticos a los que hizo Dios a través de sus siervos. Eran obras aparentemente iguales, pero producidas por espíritu diferente.
Lo que muchos todavía no se dan cuenta, es que hoy en día existen nuevos Janes y Jambres, pero esta vez, llevando el título de “cristiano”. Hacen obras en apariencia parecidas a las de Cristo, pero no lo son. Muchos nos damos cuenta de ello, y algunos nos atrevemos a denunciarlo, entonces somos tildados de transgresores y nos amedrentan con tener mucho cuidado de no estar blasfemando contra el Espíritu Santo. ¡Gracias a Dios, en todo caso, nuestra blasfemia es contra el espíritu de Janes y Jambres – o más bien – nuestro contender y total repulsa! El Señor dijo: “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano” (Juan 10: 27, 28). Dios les bendiga, Cristo está a las puertas.