++MENSAJE PARA EL HERMANO ROBERT - CONGREGACION CRISTIANA BIBLICA

NOTA RELACIONADA CON LA MEDIOCRIDAD DE LOS DETRACTORES DE LA FE

Es propia de gentes primitivas toda clase de religión - o religiosidad - moral cimentada en supersticiones y dogmatismos. Y es contraria a toda doctrina (o enseñanza) proclamada por el Señor Jesús y el apóstol Pablo. En cada momento y lugar la realidad varía; con esa variación se desplaza el punto de referencia de las doctrinas falsas. Nacen y mueren, convergen o se excluyen, palidecen o se acentúan; son, también ellos, vivientes como los cerebros en que germinan o arraigan, en un proceso sin fin.

No habiendo un esquema final e insuperable de llegar a la perfección, - o la estatura de Cristo - tampoco lo hay de sus ideales humanos. Los detractores se forman por cambio incesante; está siempre en estado cambiante; su palingenesia es eterna. Esa cambiante forma doctrinal sin sentido ni ruta hacia el conocimiento de la esencia del evangelio - que se mueven como las olas del mar - los moralistas e inconformes que son incapaces de encontrar la Verdad, - aún teniendola ante sus ojos - no siguen un ritmo ascendente en el curso hacia la meta de obtener madurez,y tampoco son incapacez de poner en práctica el desempeño correcto en la vida social, congregacional o individual. Hay climas morales, horas, momentos, en que toda una raza, un pueblo, una clase, un partido, una secta concibe un ideal - una meta - y se esfuerza por realizarlo. Y los hay en el desempeño cotidiano de cada hombre, aisladamente considerado.

Hay también climas, horas y momentos en que las metas se murmuran apenas o se callan: la realidad ofrece inmediatas satisfacciones a los apetitos y la tentación del hartazgo ahoga todo afán de perfección y prosecución hasta llegar a la meta, pues son como nubes sin agua, inconstantes, sin la más minima intención de querer aprender o por lo menos intentar conocer la esencia de las verdades superiores.

Cada hombre, en cada época de su existencia, se aferra a ciertas doctrinas o enseñanzas que presienten mejor su porvenir individual interior, entrevistos por pocos, seguidos por los creyentes o ahogados por su indiferencia, ora predestinados a orientarlos como polos magnéticos, ora a quedar latentes hasta encontrar la gloria - no para la gloria de ellos mismos, sino para la gloria de su Salvador - en momento y clima propicio. Y otras enseñanzas mueren, porque son creencias falsas: ilusiones que el hombre se forja acerca de si mismo o quimeras verbales que los ignorantes persiguen dando manotadas en la sombra. Sin doctrinas sería inexplicable la espiritualidad humana.

Los predicadores de la sana doctrina de la fe los hubo y los habrá siempre. Palpitan detrás de todo esfuerzo magnífico realizado por un IEVE/hombre - Cristo- o por un pueblo lleno de fe. Son faros sucesivos en la búsqueda de la madurez espiritual de los elegidos en todas las razas pueblos y naciones. La imaginación del poder de Dios los enciende sobrepasando continuamente a la experiencia, anticipándose a sus resultados. Ésa es la ley del devenir humano: los acontecimientos, yermos de suyo para la mente humana, reciben vida y calor de las doctrinas que diaramente les alimentan, y les nutren, sin cuya influencia yacerían inertes y los siglos serían mudos.

Los hechos son puntos de partida; la doctrina sana es un faro luminoso que de trecho en trecho alumbran la ruta. La historia del cristianismo muestra una infinita inquietud de perfecciones, que grandes hombres de Dios
presienten, anuncian o simbolizan. Frente a esos heraldos, en cada momento de la peregrinación de la iglesia de Cristo por este valle de lágrimas se advierte una poderosa fuerza que obstruye todos los senderos: la mediocridad espiritual y humana, que es una incapacidad de poder discernir las verdades superiores. Así concebido, conviene reintegrar la sana doctrina a toda forma de expresión humana que sea capaz de llevar esas prístinas enseñanza al más escazo de conocimiento, ya que la verdad de Cristo, jamás ha sido para los entendidos ni doctos sino que le ha sido dada a los humildes y apartados de la sociedad, - pescadores, carpinteros, cobradores de impouestos, prostitutas, guardianes, etc- para que toda boca sea callada .

Estas palabaras parecerán extrañas a los que usan palabras sin definir el sentido de la sana doctrina del Cristo y a los que temen complicarse en las logomaquias de los verbalistas mediocres, dogmáticos, religiosos, moralistas, legalistas, falsos e insulzos que jamás podrán llegar a entender ni conocer la Verdad, mucho menos para enseñarla.

Gracia y paz