Tomado de "El sexo en la Biblia " de Marco Schwartz.
Putas callejeras, prostitución sagrada. Un oficio tolerado
En el antiguo Israel, el oficio de la prostitución era objeto dereprobación moral, pero no estaba legalmente prohibido. Cuando ellegislador levítico dice: “No profanes a tu hija, prostituyéndola”, habría que entenderlo en referencia a ciertos ritos paganos que algunos expertosidentifican con la prostitución sagrada, como se verá más adelante. Los narradores bíblicos llaman prostituta (zoná, en hebreo) a la mujer que sededica al oficio, pero aplican también el término, con intención insultante,a toda mujer que mantiene relaciones sexuales fuera del matrimonio.
Cuando Tamar queda encinta de un supuesto desconocido, y por lo tantoes sospechosa de adulterio, la gente informa a Judá de que su nuera se ha“prostituido y quedado encinta a causa de sus prostituciones”. La muchacha que no llegaba virgen al matrimonio era condenada a muertepor haberse “prostituido en la casa paterna”. También se prostituyen,según el lenguaje bíblico, quienes adoran a dioses de otros pueblos: en susdiscursos alegóricos, los profetas presentan con frecuencia a Israel y Judácomo putas que engañaban a Yavé con dioses rivales.
La ley mosaica achaca a las prostitutas —lo mismo que a las viudas y repudiadas— una condición de impureza ritual, al impedir que puedan seresposas de sacerdotes. Algunos libros sapienciales tardíos contienenmensajes contra el oficio de la prostitución, pero, más que denigrar directamente a la meretriz o reclamar su proscripción, intentan persuadiral varón de que no recurra a sus servicios. “El que ama la sabiduría, alegra a su padre, el que anda con prostitutas, dilapida su fortuna”, dice el autorde Proverbios. “No te entregues a meretrices, no vengas a perder tu hacienda”, aconseja el Eclesiástico. En contraste con tales mensajes, una prostituta de nombre Rahab llegó a desempeñar un papel decisivo en laconquista israelita de Canaán, como se verá más adelante.
A la vera del camino¿Cómo ejercían su actividad las meretrices en el antiguo Israel?¿Cuánto cobraban por sus servicios? ¿Utilizaban algún tipo especial deindumentaria? El relato de Tamar y Judá, al que nos hemos referido variasveces en este libro, aporta algunos detalles interesantes sobre la práctica del oficio. Uno de ellos es que la prostituta se tapaba la cara con un velo.
Según la narración, cuando Judá vio a Tamar “pensó que era ramera,porque cubría su rostro”. Otro es que la meretriz se exhibía a sus potenciales clientes colocándose a orillas del camino, a las afueras del pueblo, como hacen hoy las prostitutas en numerosas ciudades modernas.
Cuenta la Biblia que Tamar “se sentó a la entrada de Enaím, en el caminode Tamna” para tender la celada a su suegro. El precio del servicio sediscutía y podía abonarse en especie. “¿Qué vas a darme por entrar a mí?”,dice Tamar a Judá, y éste le ofrece un cabrito de su rebaño. La propuestade Judá da una idea del precio del revolcón: la cabra era un animal muyapreciado por los israelitas, ya que proporcionaba leche y carne y servíapara ofrecer holocaustos.
El problema con este relato es que queda la duda de si Tamar se disfrazó de simple meretriz o de prostituta sagrada. Según la narración,Judá la tomó por una zoná (ramera), pero más adelante, cuando manda aun amigo a pagarle el servicio, éste pregunta a los lugareños si han visto auna qdeshá (consagrada). Las tradiciones judía y cristiana, así comonumerosos expertos, siempre han asociado ese término con la prostitución sagrada, lo que crea cierta confusión en esta historia.
“Salario de perro”: la prostitución sagrada
A lo largo de toda su accidentada historia, Israel y Judá fueronsometidos a una fuerte presión cultural y religiosa desde las naciones vecinas. Los narradores bíblicos dan cuenta, con manifiesta indignación,de cómo llegaron a popularizarse en la sociedad israelita ciertos ritos quese celebraban en los “lugares altos”, en honor de dioses y diosas de otros pueblos. Dentro de esa invasión de paganismo, personas de ambos sexos denominadas qadesh (consagrado) o su femenino qdeshá ocuparon puestosen el templo con unos fines que no se precisan, pero que las tradiciones judía y cristiana, así como numerosos expertos, siempre han vinculado conla prostitución sagrada. De acuerdo con esta interpretación, endeterminadas festividades había varones y hembras que prestaban sus servicios sexuales a los hombres de la congregación a cambio de un tributo para el templo. Las traducciones de la Biblia dan por válida esa hipótesis alutilizar términos como sodomita o prostituto para referirse al qadesh.
Los autores bíblicos dejan bien patente su aversión hacia los ritos extranjeros y, muy en especial, hacia los consagrados del templo. “Que no haya prostituta de entre las hijas de Israel, ni prostituto de entre los hijos de Israel”, clama el legislador deuteronómico. Y añade: “No lleves a la casade Yavé ni la merced de una ramera ni el precio de un perro para cumplir un voto, que lo uno y lo otro es abominación para Yavé”.
Los libros de Reyes valoran a los monarcas de Israel y Judá enfunción de que hayan combatido o tolerado esos ritos. El primer monarcade Judá, Roboam, “hizo mal a los ojos de Yavé”, porque bajo su reino“edificáronse altos, con cipos y aserás [estatuillas de la diosa Aserá]” y“hasta consagrados a la prostitución idolátrica hubo en la tierra”. Asa,nieto de Roboam, hizo en cambio lo recto a los ojos de Yavé, porque“arrancó de la tierra a los consagrados a la prostitución idolátrica e hizo desaparecer los ídolos que sus padres se habían hecho”. Incluso despojó asu propia madre del título de reina porque “se había hecho una aseráabominable”. El hijo de Asa, Josafat, culminó la tarea de su padre y “barrió también de la tierra el resto de los consagrados a la prostitución idolátrica”. El gran rey Josías, a quien el narrador considera el único monarca que jamás se apartó de la senda de Dios, llevó a extremos de celola lucha contra el paganismo y “derribó los lugares de prostituciónidolátrica del templo de Yavé, donde las mujeres tejían tiendas para Aserá”.
Esta última frase tiene una importancia enorme para los analistas, porque contiene la única referencia concreta a la actividad de una consagrada del templo.
Algunas corrientes modernas de investigación sostienen que ni laBiblia ni los testimonios existentes de culturas vecinas contienen la menorprueba sobre prácticas de prostitución sagrada. Las tabletas de arcillahalladas en Ugarit (actual Siria), que se remontan hasta el año 1300 a. C.,informan de que los cultos cananeos anteriores a la llegada de los israelitas incluían personajes consagrados a los que también se denominaba qadesho qdeshá, pero cuya función exacta no se precisa. Podía ser lisa y llanamente ayudantes en los oficios religiosos, como lo podría ser un monaguillo en la iglesia. La única ceremonia en la que se ha constatado un componente sexual explícito es la que se celebraba en Babilonia en el añonuevo para atraer la fertilidad al país. El rey contraía matrimonio simbólicocon la diosa lunar Ishtar, representada por la sacerdotisa principal deltemplo. Antes de la consumación de la unión, la hieródula pronunciabaante el monarca unas palabras cargadas de erotismo: “Esposo, amado de mi corazón, león, amado de mi corazón. Es grande tu hermosura, dulce como panal. Me has cautivado; deja que me acerque temblorosa a ti; deseo penetrar contigo en la cámara nupcial. Esposo, déjame acariciarte; mi caricia de amor es más suave que la miel. En la cámara llena de miel, león,déjame que te acaricie. Deja que gocemos de tu resplandeciente hermosura. Dile a mi madre que has gozado conmigo y te dará golosinas; mi padre te colmará de presentes [...]. Mi señor dios, mi Shu-Sin, acaríciame. Mi cuerpo es dulce como la miel, pon tu mano en él; pon tumano en él cual capa, cierra en copa tu mano sobre él”. Sin embargo, deeste ritual tampoco puede inferirse la existencia de prostitución sagrada. A lo sumo incluye un acto sexual muy concreto entre el rey y la sacerdotisa; y ni siquiera esto está probado documentalmente, ya que podría tratarsede una especie de representación teatral y no de un coito verdadero. Hay quienes sostienen que la prostitución sagrada no es más que un mito inducido por la retórica de los narradores bíblicos, que para enlodar a lasreligiones de las naciones vecinas equiparaban los cultos idolátricos con eladulterio, la lascivia y la prostitución.