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Respuesta  Mensaje 1 de 7 en el tema 
De: mark777  (Mensaje original) Enviado: 04/11/2011 17:32
HERMANO PARALLAX No se que paso con el mensaje anterior, decia que he siguido con interes tu postura respecto a la definicion de eterno, infinito..
por cierto muy interesante te dejo este apartedo de palabras griegas que me ayudó un poquito a entender, auque reconosco que no lo puedo entender en su totalidad ya que como ser creado por el eterno estoy limitado a el tiempo al espacio y a la materia soy un simple ser humano  jejej para mi no deja de ser un misterio
 me gustaria que opinas de este estudio, aca te lo dejo...
 
G166
AIONIOS166
LA PALABRA DE LA ETERNIDAD
Haremos bien en investigar el verdadero significado de la palabra  aionios, la cual, en el NT, se traduce usualmente  eterno o  perpetuo. Esta es la palabra que se aplica a la vida y a la gloria (eternas), que representan las más altas recompensas del cristiano, y al juicio y castigo (eternos), que deben ser causa de su más grande terror.
Aionios es una palabra extraña tanto en el griego clásico como en el secular, con un cierto sentido de misterio en sí misma. Es un adjetivo que procede del substantivo  aion, el cual tiene tres significados principales en el griego clásico.
(I) Significa (curso de la)  vida. Herodoto habla del fin de nuestro  aion (Herodoto 1.32); Esquilo, de privar al hombre de su  aion (Esquilo,  Prometeo 862) y, Eurípides, de exhalar nuestro último aliento de  aion (Eurípides,  Fragmento 801).
(II) Significa  siglo, generación 0 época, por lo que los griegos hablaban del presente  aion y del  aion futuro.
(lll) Pero la palabra también denota un  iarguisimo espacio de tiempo. La frase preposicional  ap' aionos significa  desde hace mucho tiempo, y di' aionos quiere decir  perpetuamente, para siempre. Y es precisamente aquí donde comenzamos a tropezar con el misterio. En los papiros, leemos acerca de las multitudes congregadas en las calles que gritaban: El emperador  eis ton aiona, es decir: "El emperador  para siempre".
 Aionios, en tiempo del griego helenista, llegó a ser el adjetivo en vigor para describir el poder del emperador. El poder de Roma es tal, que ha de durar por siempre. Y así, como bien apunta Milligan, la palabra  aionios viene a describir "un estado dentro del cual el horizonte no se divisa".  Aionios llega a ser la palabra de las grandes distancias, de las eternidades, de lo que trasciende el tiempo.
Pero fue Platón quien dio  a aionios -él pudo incluso haberla forjado- su especial sentido misterioso. Resumiendo, para este filósofo,  aionios es la palabra que indica eternidad en contraste con tiempo. La usa, como se ha dicho, para "denotar lo que no tiene principio ni fin, lo que no está sujeto a cambio ni decadencia, lo que está sobre el tiempo pero de lo que el tiempo es una imagen móvil".
Platón no quiere dar a entender con esta palabra una simple duración indefinida -a este punto volveremos más tarde-, sino eso que está sobre y más allá del tiempo. Hay tres ejemplos significativos de  aionios en el pensamiento platónico.
En el segundo libro de la  República (363d), Platón habla de los cuadros celestiales que pintan los poetas y, refiriéndose a las recompensas que Museo y Eumolpo dan a los justos, dice: "Los llevan al mundo subterráneo y los sientan a la mesa de los bienaventurados, coronados de flores y enteramente ebrios para  toda su vida, cual si el mejor precio para la virtud fuese la embriaguez  eterna (aionios methe)".
En  Las Leyes (904a), dice que el cuerpo y el alma son imperecederos, pero no  eternos. Hay diferencia entre existencia para siempre y eternidad, pues la eternidad es posesión de los dioses y no de los hombres.
Sin embargo, el más significativo de todos los pasajes platónicos está en el  Timeo 37d, donde se habla del Creador y del universo que había creado "hecho a imagen nacida de los  dioses eternos" -y el Creador se alegró con ello y, en su regocijo, pensó en los medios de hacerlo más semejante todavía a su modelo, pero era imposible "adaptar enteramente esta eternidad a un universo creado". Por eso hizo el tiempo como imitación móvil de la eternidad.
Lo esencial de esta imagen radica en que la eternidad es siempre la misma y siempre indivisible; su ser no es creado ni existe devenir; no hay nada semejante a más viejo y más joven; no hay pasado, presente ni futuro. No hay  era ni  habrá, sino sólo un eterno  es. Obviamente, no puede darse ese estado en el mundo creado; pero, no obstante sus limitaciones, el mundo creado es la imagen de la eternidad.
Evidentemente,  aionios es, en esencia, la palabra que se aplica al orden eterno como contrastado con el orden de este mundo; es la palabra que se aplica a la divinidad corno contrastada con la humanidad; es la palabra que, en puridad, solamente puede aplicarse a Dios porque describe nada más y nada menos que la vida de Dios.
Ahora debemos volver al uso de  aionios en el NT. Con mucho, su utilización más importante está en relación con la  vida eterna y, precisamente por ser tan importante, debemos considerarla por separado y de forma especial, recordando una vez más que  aionios solamente puede describir con fidelidad lo que es propio de Dios.
Veamos, pues, el resto de los usos de esta palabra en el NT.
Se usa respecto de las grandes bendiciones que Jesucristo ha traído a la vida del cristiano.
Se usa respecto del  pacto eterno, del cual Cristo es mediador (He. 13:20). Pacto quiere decir relación con Dios. A través de Cristo, el hombre entra en una relación con Dios que es tan eterna como él.
Se usa respecto de las  moradas eternas que aguardan al cristiano (Lc. 16:9; 2 Co. 5:1). El destino último del cristiano es una vida como la del mismo Dios.
Se usa respecto de la  eterna redención y de la  herencia eterna del cristiano gracias a Jesucristo (He. 9:15). La seguridad, la libertad y la paz que Cristo forjó para los hombres son tan eternas como el propio Dios.
Se usa para describir la  gloria en la que entrará el cristiano fiel (1 P. 5:10; 2 Co. 4:17; 2 Ti. 2:10); la misma gloria de Dios.
También se usa en conexión con las palabras  esperanza y salvación (Tit. 3:7; 2 Ti. 2:10). No hay nada efímero, pasajero o destructible en la esperanza y salvación cristianas. Ni siquiera el otro mundo puede cambiarlas o alterarlas porque son tan inmutables como el propio Dios.
Se usa respecto del  reino de Jesucristo (2 P. 1:11). Jesucristo no es superable; no es una etapa en el camino de la revelación. Su revelación y su valor son de Dios.
Se usa respecto del  evangelio (Ap. 4:6). El evangelio no es una mera revelación más, sino la eternidad entrando en el tiempo.
Se usa para describir el  fuego del castigo (Mt. 18:8; 25:41; Jud. 7), el  castigo en sí (Mt. 25:46), el  juicio (He. 6:2), la  destrucción (2 Ts. 1:9) y el pecado que separará finalmente al hombre de Dios (Mr. 3:29).
En estos pasajes es donde debemos tener un cuidado especial cuando interpretemos la palabra. Tomarla como significado simplemente  para siempre, no es bastante; es preciso recordar el significado especial de  aionios. Aionios es la palabra que se aplica a la eternidad como opuesta a, y contrastada con, el tiempo; que se aplica a la divinidad como opuesta a, y contrastada con, la humanidad, y que, por consecuencia, solamente puede aplicarse propiamente a Dios. Si tenemos todo esto en cuenta, nos quedaremos con una tremenda verdad: tanto las bendiciones de los fieles como los castigos de los infieles serán  tal y como cuadre a Dios el derramarlas y el infligirlos.
Y ya no podemos ir más allá. Unicamente, que tomar la palabra  aionios, cuando se refiere a bendiciones y castigos, como significando  para siempre es simplificarla en demasía  y, ciertamente, malentenderla por completo, puesto que abarca mucho más.
Significa que cuánto los fieles reciban y los infieles sufran estará en consonancia con el carácter y la naturaleza de Dios para conferir y para infligir -y más allá, nosotros, que somos hombres, no podemos ir, excepto recordar que Dios es amor.
Consideremos ahora el uso más importante de  aionios en el NT: el que está relacionado con la frase  vida eterna. Debemos empezar volviendo a recordar -como tan a menudo venimos haciendo- que  aionios es la palabra que se aplica a la eternidad como contrastada con el tiempo, a la deidad como contrastada con la humanidad, y que, por tanto,  vida eterna no es otra cosa que vida de Dios.
(I) La promesa de vida eterna es lo que permitirá al cristiano participar nada menos que del poder y de la paz del propio Dios.
Vida eterna es la  promesa de Dios (Tit. 1:2; 1 Jn. 2:25). Dios nos ha prometido que participaremos de su bienaventuranza, y esa promesa es inquebrantable.
(II) Vida eterna es  el don de Dios (Ro. 6:23; 1 Jn. 5:11). Como veremos, este don tiene sus condiciones; pero el hecho permanece de que la vida eterna es algo que Dios, por su sola bondad y gracia, da a los hombres. Nosotros no la podemos ganar ni merecer. Es un regalo.
(Ill) La vida eterna está  íntimamente ligada a Jesucristo. Cristo es el agua viva, el elixir de la vida eterna (Jn. 4:14). Es el alimento que trae a los hombres vida eterna (Jn. 6:27, 54). Sus palabras son de vida eterna (Jn. 6:68). El mismo no sólo trae (Jn. 17:2, 3),  es vida eterna (1 Jn. 5:20).
Dicho de forma más sencilla, Únicamente a través de Jesucristo es posible una relación, una intimidad, una unidad con Dios. A través de lo que él es, y de lo que hace, podemos participar de la misma vida de Dios.
(IV) La vida eterna  viene por medio de creer en Jesucristo (Jn. 3:15, 16, 36; 5:24; 6:40, 47; 1 Jn. 5:13; 1 Ti. 1:16). ¿Qué significa creer? Evidentemente, no es una simple aceptación intelectual. Creer en Jesucristo significa que creemos como cierto absoluta e implícitamente todo lo que Jesús dijo acerca de Dios.
Si realmente creemos que Dios es Padre y que ama a los hombres tanto como para enviar a su Hijo al mundo a morir por ellos, demarcamos toda la diferencia que hay entre mundo y vida porque la tal creencia significa que la vida está en manos del amor de Dios, y, además, significa tener por cierto y aceptar que Jesús es quien dijo ser.
Obviamente, la confianza que podamos tener en cualquier afirmación dependerá enteramente de la posición de la persona que la haga. Estamos obligados a preguntar: ¿Cómo puedo estar seguro de que todo lo que me dice Jesús sobre Dios es verdad? La respuesta es: porque creo que Jesús es el único que tenía derecho a hablar de Dios, puesto que no me cabe la menor duda de que Jesús es el Hijo de Dios. Por tanto, entramos en la vida eterna por creer que Jesús es el Hijo de Dios.
Pero esta creencia va todavía más lejos. Creemos que Dios es Padre y que Dios es amor porque creemos que Jesús, siendo el Hijo de Dios, nos ha dicho la verdad acerca de Dios, y, entonces,  actuamos en consonancia con la creencia, es decir, vivimos con la certeza de que no podemos hacer otra cosa que no sea poner toda nuestra confianza en Dios y rendirle una perfecta obediencia.
Vida eterna no es otra cosa que la misma vida de Dios. Entramos en la vida eterna a través de creer en Cristo, y esta creencia tiene una triple implicación:
(I) Implica creer que Dios es la clase de Dios que Jesús dijo a los hombres.
(II) Implica la certeza de que Jesús es el Hijo de Dios, y, por tanto, que tiene derecho a hablar de Dios en una forma que nadie pudo ni jamás podrá hablar.
(lll) Implica vivir toda la vida asintiendo a estas cosas. Cuando lo hacemos así, participamos nada menos que de la vida, el poder y la paz que solamente Dios puede dar.
Ya hemos dicho que vida eterna es el don de Dios. Todos los dones de Dios, aun siendo tales, requieren el esfuerzo por parte nuestra de tomarlos, como prueba de interés.
Usemos una analogía humana. Toda la belleza, riqueza y sabiduría de la literatura clásica están ahí para que cualquiera las disfrute; solamente que, para eso, es preciso que antes se introduzca en ellas mediante el trabajo, el estudio y la disciplina que el aprendizaje del latín y del griego exige.
El ofrecimiento de Dios de vida eterna es un hecho, pero el hombre debe anhelarla e introducirse en ella antes de que pueda recibirla plenamente.
(I) La vida eterna demanda  conocimiento de Dios. Vida eterna significa "conocer al único Dios verdadero" (Jn. 17:3). Ahora bien, el hombre sólo puede conocer a Dios por medio de tres vías: (a) la vía de la mente para pensar, (b) la vía de los ojos y del corazón para ver y amar a Jesucristo y (c) la vía de los oídos para escuchar lo que Dios está procurando decirle.
Si hemos de introducirnos en la vida eterna, nunca debemos estar tan ocupados con las cosas del tiempo como para no pensar en las cosas eternas, ni caminar mirando a Jesús, ni estar regularmente en una actitud silenciosa y alerta para atender a Dios.
(II) La vida eterna demanda  obediencia a Dios. El mandamiento de Dios es vida eterna (Jn. 12:50). Jesús es autor de eterna salvación para todos los que le obedecen (He. 5:9). Nuestra paz depende sólo de hacer su voluntad. Dios pleitea con el rebelde, pero sus dádivas son para el obediente. Nunca podremos lograr una completa intimidad y unidad con alguien de quien continuamente diferimos y a quien continuamente afligimos con nuestra desobediencia. Obediencia y vida eterna de parte de Dios van de la mano.
(lll) Vida eterna es la recompensa a una  lealtad tenaz (1 Ti. 6:12). Viene al hombre que ha peleado la buena batalla de la fe y que se ha ligado a Jesucristo en cuerpo y alma. La recibe el hombre que  oye y sigue (Jn. 10:27, 28) el camino de Jesús en completa lealtad, en vez de su propio camino.
(IV) Hay una  demanda ética en la vida eterna. Vida eterna es la meta del camino de santidad (Ro. 6:22). La recibe quien demuestra una paciente continuidad en el buen hacer (Ro. 2:7), pero jamás quien odie a su hermano, porque el tal es homicida en su corazón (1 Jn. 3:15). La vida eterna viene a aquellos que se mantienen en el amor de Dios (Jud. 21).
No hay escapatoria de la demanda ética del cristianismo. La vida eterna no es para el hombre que actúa como le viene en gana; sino para el que actúa como enseña Jesucristo. No es que se nos exija que seamos perfectos, pero sí que, aunque caigamos y fracasemos, tengamos todavía nuestros ojos fijos en Jesucristo.
(V) Vida eterna es la recompensa para  el obrero de Cristo (Jn. 4:36). Se promete vida eterna al hombre que ayuda a Cristo a segar la cosecha de las almas de los hombres; es el ofrecimiento de Dios a quien está más interesado en salvar a los demás que en salvar egoístamente su alma.
(VI) Vida eterna es la recompensa para  el cristiano audaz (Jn. 12:25). Es para el hombre que amando su vida está decidido a darla, si fuera preciso, por amor a Jesucristo. Es para el que está siempre dispuesto a "aventurarse por Su nombre", para el que acepta los riesgos de la vida cristiana y está preparado para "apostar su vida a que hay Dios".
(VII) Vida eterna es el resultado de ¡a justicia que viene a través de Jesucristo (Ro. 5:21). El significado esencial de justicia es una nueva relación con Dios a través de lo que Jesucristo ha hecho por nosotros.
Y, así, terminamos donde empezamos -vida eterna es la vida de Dios mismo, en la cual podremos entrar cuando aceptemos todo lo que Jesucristo ha hecho por nosotros y todo lo que nos dice acerca de Dios.
Nunca captaremos la idea completa de vida eterna hasta que nos desembaracemos de la imposición casi instintiva de que vida eterna significa, fundamentalmente, vida que continúa  para siempre. Hace ya mucho tiempo que los griegos detectaron claramente que ese tipo de vida no sería en modo alguno una bendición.
Fueron precisamente los griegos quienes contaron la historia de Aurora, diosa del alba, que se enamoró del joven mortal Titón. Zeus le dio a escoger la gracia que quisiera para su amante mortal, y ella pidió que no muriese nunca; pero olvidó añadir que permaneciera siempre joven. Así Titón vivió en un continuo y sin fin envejecimiento, volviéndose más y más decrépito, hasta que la vida llegó a ser para él una terrible e intolerable maldición.
La vida tendrá valor cuando no sea nada menos que la vida de Dios -y ese es el significado de vida eterna.
 
 
 
gracia y paz                       marcos g


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Respuesta  Mensaje 2 de 7 en el tema 
De: Parallax Enviado: 04/11/2011 18:34

Muy interesante tu aporte, lo leere con cuidado y hare un comentario al respecto.

άπειρος (apiros): Infinito

αιώνιος (eonios): Eterno

He aqui un diccionario Griego espanol: http://www.monografias.com/trabajos-pdf/diccionario-griego-espanol/diccionario-griego-espanol.pdf

Respuesta  Mensaje 3 de 7 en el tema 
De: fedosto Enviado: 04/11/2011 19:33

De: Parallax Enviado: 04/11/2011 10:34

άπειρος (apiros): Infinito

αιώνιος (eonios): Eterno

Ni lo eterno ni lo infinito se pueden medir


Respuesta  Mensaje 4 de 7 en el tema 
De: Parallax Enviado: 05/11/2011 10:21
lo eterno no es medible, lo infinito al tener origen es medible desde ese punto hasta que a quien mida le alcance.

Respuesta  Mensaje 5 de 7 en el tema 
De: fedosto Enviado: 05/11/2011 18:17

De: Parallax Enviado: 05/11/2011 02:21
lo eterno no es medible, lo infinito al tener origen es medible desde ese punto hasta que a quien mida le alcance. Lo infinito, al no tener fin no se puede medir, eso es entendible

 

 

infinito, ta.

(Del lat. infinītus).

1. adj. Que no tiene ni puede tener fin ni término.


Respuesta  Mensaje 6 de 7 en el tema 
De: Parallax Enviado: 05/11/2011 18:37
Recuerda las clases de matematicas... los numeros naturales son infinitos y los podemos contar.

Respuesta  Mensaje 7 de 7 en el tema 
De: fedosto Enviado: 05/11/2011 18:54
De: Parallax Enviado: 05/11/2011 10:36
Solo recuerden, los numeros naturales son infinitos y los podemos contar. y hasta donde los vas a contar?
Y hasta cuando los vas a contar?


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