El Cordero abre los sellos. Cristo resucitado aclara las grandes fuerzas que impulsaban la historia sagrada. En el momento en que escribe Juan ya se acabó el Antiguo Testamento, por el nacimiento de la Iglesia y de la destrucción de la patria judía.
Los cuatro cabalos simbolizan las fuerzas que han plasmado la historia bíblica.
El que monta el caballo blanco es "la palabra de Dios" que él entregaba a los profetas en el Antguo Testamento.
Los otros tres caballos representan la guerra, el hambre y las epidemias, las grandes plagas que aquejaban a la humanidad pecadora, y que hacen sentir al hombre que necesitan salvación.
Con el quinto sello se descubre otra fuerza, invisible ésta, de la historia sagrada: la exigenca de justicia por la sangre de los mártires. Estos mártires anteriores a Cristo ya comparten su victoria. Sin embargo, deben esperar a sus hermanos mártires cristianos.
Con el sexto sello aparecen los signos y las plagas que los profetas anunciaban para el día del Señor, y que se verificaron en la destrucción de Jerusalén.
El séptimo sello es el fin del Antiguo Testamento, y el silencio que se produce anuncia la venida de Dios. Con las siete trompetas empiezan una nueva "serie de plagas", en las cuales los primeros cristianos podían ver su realidad en los signos descritos en el libro del Apocalipsis.