JESUS Y
EL DIEZMO:
¿Diezmó
Jesucristo?. ¿Pidió el señor Jesucristo diezmo a sus seguidores?. ¿Pidieron
diezmo los discípulos de Cristo a la iglesia primitiva?. Si examinamos el nuevo
testamento completo, en ninguna parte
encontramos a nuestro señor Jesucristo, a sus apóstoles, o la iglesia primitiva
diezmando de su sueldo de salario, ni diezmando de ninguna manera.
En el
tiempo del nuevo testamento, los levitas y sacerdotes oficiaban en el templo de
Jerusalén, y el diezmo seguía siendo lo que siempre ha sido; producto del campo
y animales (levítico 27.30 al 32).
Los
maestros actuales siempre toman las palabras del señor Jesucristo registrada en
Lucas 11:42 y en Mateo 23:23,
(ambos pasajes dicen lo mismo)para decir
que Cristo apoyaba el diezmo: Lucas 11:42 dice: "mas, ¡hay de vosotros,
fariseos! Que diezmáis la menta, y la ruda, y toda hortaliza, y pasáis por alto
la justicia y el amor de Dios. Esto os era necesario hacer, sin dejar
aquello."
Con esto pretenden demostrar que nuestro señor
Jesucristo enseño el diezmo, y lo aplican a la iglesia, como si el señor lo
hubiera ordenado.
Lo que
así piensan deben notar que el señor
Jesús esta reprochando la mala conducta de
los rabinos judíos que estaban sujetos a la ley. El señor Jesús les estaba
hablando a aquellos que obedecían y enseñaban la ley de moisés. Lo primero que
les mencionó es la verdad del diezmo del antiguo pacto; ´´ diezmáis la menta, la ruda y toda
hortaliza ´´. Por tanto en el tiempo de Cristo, el diezmo continuaba siendo
agrícola. El señor Jesús no mencionó dinero por ningún lado, por tanto, no se puede comparar lo que dijo Jesús aquí,
con el diezmo iglesiero que se predica hoy en las iglesias.
En
Lucas 18:10-14 Jesús dijo: "Dos hombres subieron al templo a orar: uno era
fariseo, y el otro publicano. El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de
esta manera: Dios te doy gracias porque no soy como los otros hombres,
ladrones, injustos, adúlteros, ni aún como este publicano; ayuno dos veces a la
semana, doy diezmo de todo lo que gano. Mas el publicano, estando lejos, no
quería ni aún alzar los ojos al cielo, sinó que se golpeaba el pecho, diciendo:
Dios, se propicio a mi, que soy pecador. Os digo que este descendió a su casa
justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será
humillado, y el que se humilla será enaltecido."
Vemos
que entre el fariseo que "ayunaba dos veces a la semana, y diezmaba de
todo lo que poseía”, y el publicano pecador, fué precisamente el publicano pecador quien
regresó a su casa en paz y justificado ante Dios, y no el diezmador religioso,
que se jactaba de cumplir la ley. El espíritu legalista produce en las personas
una actitud de falsa "santidad", que tiende más a la arrogancia, al
orgullo y al desprecio a aquellos que no hacen lo que ellos hacen. Esto
bíblicamente se llama soberbia, algo que Dios aborrece.
Vemos
entonces, que cuando Jesucristo habló del diezmo, no fue para decirle a los
cristianos que debían dar el 10% de su salario a los pastores y ministros, sinó
para confrontar a los líderes religiosos de su tiempo, y condenar sus acciones,
pues cargaban al pueblo con cargas que ellos mismos no querían llevar. Jesús
nunca los felicitó por guardar la ley y ser diezmadores, pero si los llamó
hipócritas, necios, e hijos del diablo por abuzar y despreciar al pueblo, pues
estos mismos religiosos decían que el pueblo que no conocía la ley era maldito,
como leemos en Juan 7:49; "mas esta gente que no sabe la ley, maldita
es."
¡Esto es lo mismo que hacen
muchos pastores fariseos legalistas en la actualidad¡ tomando textos como el de
Malaquías 3:9-10 (texto que por cierto no se aplica a la iglesia), acusan a los
cristianos que no diezman de malditos y ladrones, mostrando con esto, que el
mismo espíritu religioso e hipócrita que los guía, es el mismo espíritu que
confrontó Jesucristo en los fariseos y maestros de la ley de su tiempo.
Sin
embargo, con todo y esto, eso ministros falsarios, se agarran de las palabras
de Jesús, cuando, reprochando a los fariseos, dijo; "esto era necesario
hacer, sin dejar de hacer aquello", para afirmar que nuestro señor
Jesucristo apoyó el diezmo. ¡Porque es la única frase que ellos tienen, en todo
el nuevo testamento, que aún difusamente, propone el diezmo! ¡Y, sin embargo,
estas palabras están dirigidas a los fariseos, y Jesús especificó que era
asunto de la ley!
El
apóstol Pablo escribió lo siguiente: "no estamos bajo la ley, sinó bajo la
gracia". Romanos 6:14. Por tanto, lo que nuestro señor Jesucristo dijo a
los fariseos y a los legalistas, no tiene nada que ver con la iglesia. Pero si
está la advertencia para aquellos que, igual que los fariseos, ponen sobre el
pueblo pesadas cargas de ley, y no
tienen misericordia del necesitado, a
estos, igual que a los fariseos, Jesús les llama hipócritas, necios, e hijos de
su padre el diablo.
El
único otro pasaje del nuevo testamento que se menciona el diezmo está en
hebreos 7:5: "ciertamente los que de entre los hijos de Leví reciben el
sacerdocio, tienen mandamiento de tomar del pueblo los diezmos según la ley, es
decir, de sus hermanos, aunque estos también hayan salido de los lomos de
Abraham.".
Aquí
vemos de manera contundente que los únicos con derecho de recibir diezmos son
los descendientes de Leví, no se dice nada de los pastores o apóstoles de la
iglesia de Cristo, a no ser que algún pastor o apóstol pueda probar que es descendiente
de la tribu de Leví, y, en el caso que fuese así, entonces tiene por obligación
guardar toda la ley y solamente aceptar diezmos agrícolas.
Pero, aunque en el libro de hebreos se menciona el
diezmo, este mismo libro asegura que la ley ya no tiene potestad sobre los
cristianos. Leemos en hebreos 7:18-19: "queda, pues, abrogado el
mandamiento anterior a causa de su debilidad e ineficacia. Pues nada
perfeccionó la ley, y de la introducción de una mejor esperanza, por la cual
nos acercamos a Dios."
En todo
el Nuevo Testamento, ¡no hay siquiera un solo ejemplo de algún hermano o
iglesia que diezmara! ¡Ni uno! Por un lado, tantas instrucciones en el Antiguo
Testamento para Israel sobre "diezmar", y ejemplos de cómo lo hacía.
Por otro, ninguna instrucción o ejemplo al respecto en el Nuevo Testamento para
la iglesia. Este silencio constituye un gran argumento contra diezmos en la
iglesia. ¿Diezmaban los cristianos del Siglo I con el propósito de consumir
todos ellos los diezmos a manera de los israelitas bajo el Antiguo Testamento?
No hay en el Nuevo Testamento ni pizca de evidencia para semejante práctica.
Tampoco estableció Cristo en su iglesia algún sacerdocio especial que los
miembros tuvieran que sostener mediante diezmos, sino que constituyó a todos
los miembros de su iglesia "reyes y sacerdotes" (1 Pedro 2:4-10;
Apocalipsis 1:6). Introducir, pues, diezmos en la iglesia, haciendo caso omiso
a estos hechos, argumentos y consideraciones, obviando también la abolición del
Antiguo Testamento al morir Jesucristo en la cruz, seguramente ha de
interpretarse como un atrevimiento osado y descabellado (UN DESAFIO DELIVERADO
A LAS NORMAS DIVINAS). Las consecuencias dañinas de su introducción y práctica
afloran dondequiera. Por eso es que la ofrenda del cristiano hecha con amor y
alegría, con agradecimiento y libertad, es la que Dios aprueba y bendice, y no
un falso diezmo legalista inventado por falsos maestros.