Contradiciones incontables de los “DIOSES”
Cualquier persona que disponga de una Biblia puede comprobar la veracidad de esta conclusión tan tajante. Basta con algunos ejemplos: cornpáresen, por ejemplo, los Evangelios de Mateo y de Lucas con el de Marcos. Los dos primeros afirman que Jesús nació en Belen. Marcos dice que nació en Nazaret.
Sería bonito que al menos los teólogos pudieran estar de acuerdo en algo. Por el contrario, adoptan posturas enfrentadas, defienden con vehemencia sus recovecos, a veces simplemente molestos, otras veces llegando a la ira justiciera en la defensa de sus interpretaciones. Al profano le resulta francamente imposible. El Evangelio de San Mateo se inicia con la genealogía de Jesús, «hijo de David, hijo de Abraham» Se enumeran sus antepasados hasta Jacob, que fue el padre de José, José era el esposo de María Pero ¿de que sirve esta genealogía si se supone que Jesús no era hijo de José? (Recordarán que se suponía que Jesús había nacido virginalmente) Mateo enumera cuarenta y dos antepasados de Jesús; Lucas, por su parte, enumera setenta y seis. Los evangelistas tampoco concuerdan sobre las últimas palabras de Jesús en la cruz. Según Marcos (15, 34) y Mateo (27, 46), dijo en voz alta: «Dios mío, Dios mío, ¿por que me has abandonado?» Según Lucas, por su parte, dijo: «Padre, en Tus manos encomiendo mi espíritu.» La versión de Juan es: «“Consumado es”; e inclinó la cabeza y entregó el espíritu.» « Hasta la propia ascensión (el hecho más impresionante del relato de Jesús) se cuenta de diversos modos. Según Mateo (28, 16-17), Jesús mandó a sus discípulos que se reunieran en la montaña de Galilea. «Y como lo vieron, lo adoraron; mas algunos dudaban». ¿Qué dudaban aún? Mateo no añade nada más acerca de la ascensión. Marcos (16, 19) sólo dedica una frase a ese suceso extraordinario: «Y el Señor, despues que les hablo, fue recibido arriba en el cielo, y sentose a la diestra de Dios» ¿Así de sencillo? Lucas (24, 50-52) dice que el propio Jesús acompañó a los discípulos «hasta Betania, y alzando sus manos, los bendijo; y aconteció que, bendiciendolos, se fue de ellos; y era llevado arriba al cielo» Juan, el discípulo más amado de Jesús, no sabe nada de una ascensión. He aquí algunos ejemplos de textos bíblicos que son accesibles a todos que están traducidos de maneras diferentes de una Biblia a otra, según las opiniones de las diversas iglesias. (Los pasajes aquí citados están tomados de la Biblia de Casiodoro de Reina y Cipriano de Valera.)
LA CONFUSIÓN TEXTUAL
Abrirse camino entre la maraña de contradicciones y de distorsiones. Pero a mi me parece que los propios teólogos, a pesar de la linea directa que tienen con Dios, siguen un camino equivocado. Si incluso los textos que datan de periodos sobre los que estamos informados (al fin y al cabo, sabemos algo de la historia romana) están tan distorsionados y tan adulterados, ¿que podemos esperar de unos textos que tienen varios miles de años de antigüedad? Estos textos antiguos, sea cual sea su origen geográfico o religioso, son un popurrí, una ensalada. Uno se puede ahogar entre las miles de páginas de los comentarios que han escrito los investigadores aplicados, íntegros y llenos de conocimientos lingüísticos. Lo único que no hacen es estar de acuerdo los unos con los otros, ni siquiera los de una misma generación, cuánto menos a lo largo de periodos mas largos. Yo estoy convencido de que esta ensalada de comentarios sobre los textos antiguos de la humanidad (a pesar de que las mentes despiertas le han añadido un aliño muy alabado de investigación científica, de análisis y de comparación) no ha adelantado nuestros conocimientos ni en una, letra. Los siglos de pensamiento y de filosofía profunda por parte de mentes indiscutiblemente grandes y sabias no han proporcionado ninguna respuesta segura, ni mucho
menos una prueba de la existencia de Dios, de los dioses, de los ángeles o de las huestes celestiales. la literatura de la exegesis, de
la interpretación de los textos religiosos, llena bibliotecas enteras, pero nadie es capaz de encontrarle ya pies ni cabeza. Los resultados obtenidos concuerdan, en el mejor de los casos, con las opiniones de una escuela de pensamiento determinada, y cambian con el tiempo, según «los aires que corren».
En su diálogo Fedro, Platón pone en boca de Sócrates lo siguiente:
En Naukratis, en Egipto, cuentan que allí residía uno de los antiguos dioses, el mismo en cuyo nombre es sagrado el ave llamada ibis. Pero el nornbre del dios era Toth. Él fue el primero que ordenó los números y sus armonías, así como el arte de las medidas y la ciencia de las estrellas, así como los juegos de dados y de tablero, y también las letras. Este dios Toth entrego la escritura al faraón que reinaba en aquellos tiempos, con estas palabras:
«Este arte, 0h rey, hará a los egipcios mas sabios y con mejor memoria, pues se ha inventado para ayudar al recuerdo y a la comprensión.»
El faraón no estuvo de acuerdo y contradijo al dios Toth:
Este invento hará que las almas aplicadas sean mas olvidadizas Llegaran a confiarse en los signos externos de esta escritura y ya no tendrán recuerdo interior y directo. Tu invento sólo ayudará a la memoria exterior, no al recuerdo interior. Tenía razón. Los textos de 1.000 años de antigüedad sólo pueden contarnos algo que sucedió (quizá) en algún momento y de una manera u otra. No pueden ayudarnos a saber que sucedió en realidad.
Quién sabe: Dios (sea quien sea) bien puede haber creado otros mundos mucho antes de este. En los Relatos judíos de la Antigüedad se lee:
El Señor creó mil mundos al principio; después creó todavía más mundos; y todos no son nada comparados con el. El señor creaba mundos y los destruía, plantaba árboles y los arrancaba de raíz, pues crecían desordenadamente y se estorbaban los unos a los otros. Y siguió creando mundos y destruyéndolos, hasta que creó nuestro mundo. Entonces dijo: «Éste me agrada; los demás no me agradan»
Leemos algo parecido en un papiro Egipcio:
El dios “Ra-Harmakis”, después de haber ayudado el faraón a derrotar sus enemigos, dice sucintamente: “HE AQUÍ UN AGRADABLE LUGAR PARA VIVIR”.
FUENTE: ERICH VON DANIKEN, EL RETORNO DE LOS DIOSES.