Víctor Ruiz
“No
se presta atención a la calidad de la investigación […] Todos los
científicos que conozco están tan nerviosos por su financiación que no
son modelos de conducta inspiradores”. Son palabras de Ferric C. Fang,
redactor jefe de la revista Infection and Immunity, publicación especializada en microbiología, ante el espectacular incremento de retractaciones en el mundo científico.
De
hecho, en el periodo comprendido entre el año 2000 y el 2009, las
retractaciones de científicos, bien sea por engaño o invención, error
científico u otras causas, se han multiplicado por sesenta. Y estamos hablando de la retirada de artículos publicados en revistas de prestigio como Nature, The Journal of Medical Ethics, The New England Journal of Medicine o la citada Infection and Immunity.
Como se puede observar en la siguiente tabla, elaborada a partir de los datos de The Journal of Medical Ethics publicados en el diario The New York Times, en el periodo analizado se produjeron un total de 742 retractaciones de científicos. De ellas, 196 lo fueron por engaño o invención, 235 por error científico y 311 por otras causas.
El
año 2000 solo hubo tres retractaciones. Tres años más tarde, en 2003,
fueron 40; y en 2005 hubo 50 retiradas de artículos. La cifra anual de
retractaciones creció más del doble en 2007 (110), y se elevó hasta 180
en 2009.
Ante estos datos, cabe preguntarse si es realmente fiable la ciencia
en las circunstancias actuales. Y es que la ciencia, que ha sido
presentada siempre como un reducto de veracidad, se ha convertido cada
vez más en un lugar desde donde se engaña si no se es descubierto.
Algunos ‘prestigiosos’ ejemplos
Entre
algunas de las causas del incremento de retractaciones, según un
estudio elaborado por Ferric C. Fang, destacan la urgencia de publicar y
conseguir dinero de becas. Tanto es así que las retractaciones no solo
han aumentado de forma alarmante, sino que forman parte de un problema
mucho más profundo: “un síntoma de un ambiente científico disfuncional”, dice el redactor jefe de Infection and Immunity.
El
mayor porcentaje de retractaciones que Fang detectó en su estudio,
elaborado conjuntamente con Arturo Casadevall, de la Escuela de Medicina
Albert Einstein, de Nueva York, corresponden a la revista médica de
primera fila The New England Journal of Medicine.
Pero
también en la revista que él dirige descubrió que uno de sus autores,
Naoki Mori, de la Universidad del Ryukyus, en Japón, había falsificado
al menos seis artículos, que fueron retirados. A partir de su decisión,
otras revistas científicas han retirado un par de docenas de artículos
del mismo autor. “Nadie se había dado cuenta de que todo estaba
podrido”, denuncia Fang.
Por su parte, la revista Nature también informó en octubre de 2011 de que la retirada de artículos publicados
se había multiplicado por diez en la última década, mientras que el
número de textos científicos solo había crecido un 44%.
Otro tanto ha sucedido en The Journal of Medical Ethics,
que en 2010 publicaba un estudio en el que se constataba la avalancha
de retractaciones por mala conducta o errores no intencionados.
Declive de los valores
La
conclusión que se puede extraer de todo ello es que los científicos, a
diferencia de lo que muchos quieren hacer pensar, son personas como las
demás, y están sujetas por tanto al sistema de valores del conjunto de
la sociedad.
Una
sociedad que, a día de hoy, ha destruido los valores de la cultura
tradicional occidental, las virtudes aristotélico-tomistas, y las ha
sustituido por el hiperindividualismo y la satisfacción propia, a costa
de lo que sea.
Esto
se manifiesta en todos los ámbitos de la vida, y uno de ellos es
precisamente el mundo científico, donde se lleva ya algún tiempo
aplicando el “engaña si puedes” en aras del triunfo fácil.