Proverbio es uno de los libros del Antiguo Testamento, atribuido por el hombre al Rey Salomón, pero atribuido realmente al Espíritu de nuestro amado Cristo, quien a través de él inspiró todo cuanto allí escribió (1ª de P. 1:11; y 2ª de P. 1:20-21).
En el versículo 4 del capitulo 30 del libro de Proverbio, se halla una cuarta pregunta que profetisa Agur, hijo de Iaqué diciendo: ¿Cual es su nombre, y el nombre de su hijo, si sabes? Indudablemente se está refiriendo al nombre del Padre Eterno y al de un hijo especial, Acerca de esto inquiere respuesta de él que le pudiera decir la pregunta.
Si al hijo para la época, nadie lo conocía, ¿Cómo pues podía alguno saber su nombre? ¿Y cómo pues si los Israelitas debían saber el Nombre de ese Padre, se le pregunta a alguien entre los de ellos a que lo diga si lo sabe? Se discurre por tanto entonces los dos siguientes interrogantes:
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¿Qué para el tiempo de la pregunta muchos no conocían el Nombre del Padre revelado a Moisés en el Monte Horeb?
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¿O qué si para el tiempo de la pregunta muchos conociendo el Nombre del Padre por la Revelación dada a Moisés en el Monte Horeb, no la podían discernir que también sería el de su hijo amado?
Ello pareciera que en los tiempos de la pregunta, era una época, en la cual no estaban bien enterados de la revelación escrita en Éxodo 3:14, o que si la sabían no habían discernido que el Nombre del Padre sería también el de su hijo. Lo cierto es que lo dicho por Agur, además de una sabiduría, es considerado una profecía que debía tener cumplimiento en su debido momento; y desde luego de transcurrir tantos años nace en Belén, ese hijo a quien el Ángel Gabriel le revela a José la forma de cómo llamarlo, y es precisamente el Nombre de IESUE, comúnmente “Jesús”. Nombre que se desprende de la revelación dada por dicho Padre a Moisés en medio desde el Zarzal que ardía en fuego y no se consumía, cuando le dijo: “Ío seré, El que a Ustedes me ha Enviado”, es decir de IEUE, quien mediante su hijo sería nuestro salvador y redentor (Is. 43: 1, 3, 10, 11 12 y 14; y 45:17,21y 22). El nombre del Padre y del Hijo (uno solo), para salvar a su pueblo de sus pecados (Mt.1.21). El Profeta Isaías con mucha anticipación al nacimiento del niño prometido que nacería de una joven virgen, nos dio una pista muy importante acerca de su nombre, ya que entre otras formas de llamarlo, dijo que se llamaría Padre Eterno (Is. 7: 10-14; 8:8; y 9:6).