Comentario biblico siglo 21
4:24-31 Moisés se encuentra con Aarón
24–26 El relato se mueve a una ubicación en el camino, en una posada. Aquí tenemos un breve y enigmático informe del intento de Dios por matar a Moisés (24–26). Su vida fue perdonada sólo después de que su esposa Séfora intervino circuncidando a su hijo Gersón (cf.cf. Confer (lat.), compare 2:22). Este incidente extraño posiblemente se centra en la continua falta de fe en Moisés con respecto a su misión. Si bien Dios le había asegurado que liberaría a los israelitas de Egipto por causa de su pacto con Abraham, Moisés había omitido circuncidar a su propio hijo como era requerido por Dios bajo ese mismo pac to (cf.cf. Confer (lat.), compare Gén. 17:10–14). El incidente sirve como recordatorio del peligro de no tomar a Dios en serio.
Comentario de la Biblia de las Américas
Éxo 4:24
el Señor…quiso matarlo. Conforme al pacto de Dios con Abraham (Gn 17:9–14, 23–27), Moisés debió haber circuncidado a su hijo. Evidentemente Moisés había comunicado a Séfora el requisito de Dios, pero no había cumplido el mandamiento del Señor. Moisés y Séfora sabían que él moriría si no remediaba la situación. Séfora circuncidó al niño, pero con ira arrojó el prepucio a los pies de Moisés.
Comentario jamieson fausset
24. una posada—Hebreo, lugar para pasar la noche. le salió al encuentro Jehová, y quiso matarlo—o sea, estaba abrumado por una angustia mental o atacado por alguna enfermedad repentina y peligrosa. El relato es obscuro, pero el sentido parece indicar que durante su enfermedad, llevado a un estricto examen de sí mismo, estaba profundamente apenado y afligido por el pensamiento de que, para complacer a su esposa, él había postergado o descuidado la circuncisión de uno de sus hijos, probablemente el menor. Descuidar aquella señal y sello del pacto, era criminal en cualquier hebreo, y especialmente en uno que estaba destinado a ser guía y libertador de los hebreos; y parece que él consideró su enfermedad como un castigo merecido por su omisión pecaminosa. Preocupada por la seguridad de su esposa, Zípora vence sus sentimientos maternos de aversión al doloroso rito, y ella misma, por medio de uno de los pedernales afilados que abundan en el desierto, hizo la operación que su esposo, que tenía la obligación de hacerla, no fué capaz de hacer, y habiendo traído la evidencia sangrienta, exclamó en la penosa excitación de sus sentimientos que por amor a él, ella había arriesgado la vida de su hijo.