10 Mas los hijos de aquél se airarán, y reunirán multitud de grandes ejércitos; y vendrá apresuradamente e inundará, y pasará adelante; luego volverá y llevará la guerra hasta su fortaleza.
La Tercera Cruzada (1189-1192), también conocida como la Cruzada de los Reyes, fue un intento de los líderes europeos para reconquistar la Tierra Santa de manos de Salah ad-Din Yusuf ibn Ayyub, conocido en español como Saladino.
El anciano emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, Federico I Barbarroja, respondió inmediatamente a la llamada. Tomó la cruz en la Catedral de Mainz el 27 de marzo de 1188y fue el primer rey en partir hacia Tierra Santa, en mayo de 1189. Federico había reunido un ejército tan numeroso que no pudo ser transportado por el Mar Mediterráneo, y tuvo que atravesar a pie Asia Menor (según cronistas medievales eran hasta 100.000 germanos). Por otra parte, junto con los ejércitos de Barbaroja, también avanzaron hacia bizancio alrededor de 2.000 soldados húngaros bajo el comando del príncipe Géza, hermano menor del rey Bela III de Hungría. Ésta fue la primera participación activa de los húngaros en las guerras cruzadas (posteriormente el rey Andrés II de Hungría conduciría en la Quinta Cruzada el ejército más grande de toda la historia de las cruzadas).
11 Por lo cual se enfurecerá el rey del sur, y saldrá y peleará contra el rey del norte; y pondrá en campaña multitud grande, y toda aquella multitud será entregada en su mano.
12 Y al llevarse él la multitud, se elevará su corazón, y derribará a muchos millares; mas no prevalecerá.
La Tercera Cruzada fue un éxito parcial, pero no llegó a su objetivo último: la conquista de Jerusalén.
El emperador del Sacro Imperio Romano Germánico Federico Barbarroja respondió a la llamada a las armas, y dirigió un ejército masivo a través de Anatolia, pero se ahogó antes de llegar a la Tierra Santa. Muchos de sus soldados desanimados volvieron a sus casas.
El ejército cruzado, sediento y desmoralizado, fue masacrado en la batalla que siguió. Al final del año, Saladino había conquistado Acre y Jerusalén. El Papa Urbano III, según se dice, sufrió un colapso al oír la noticia, y murió poco después.
13 Y el rey del norte volverá a poner en campaña una multitud mayor que la primera, y al cabo de algunos años vendrá apresuradamente con gran ejército y con muchas riquezas.
El nuevo Papa, Gregorio VIII proclamó que la pérdida de Jerusalén era un castigo divino por los pecados de los cristianos de Europa. Surgió un clamor por una nueva cruzada para reconquistar los Santos Lugares. Enrique II de Inglaterra y Felipe II Augusto de Francia acordaron una tregua en la guerra que les enfrentaba, e impusieron a sus respectivos súbditos un "diezmo de Saladino" para financiar la cruzada. En Gran Bretaña, Balduino de Exeter, arzobispo de Canterbury, viajó a Gales, donde convenció a 3.000 guerreros de que tomaran la cruz, según el Itinerario de Giraldus Cambrensis.
El rey inglés conquistó y saqueó la capital del reino, Mesina, el 4 de octubre de 1190. Tancredo le ofreció una importante compensación económica a cambio de que depusiera las armas. Ricardo y Felipe pasaron el invierno en Sicilia: Felipe zarpó el 30 de marzo y Ricardo el 10 de abril de 1191.
Algunos autores han criticado a Ricardo I por pasar sólo seis meses de su reinado en Inglaterra y desviar los recursos del reino para apoyar su cruzada y otras campañas en lo que hoy es Francia. Ricardo I decía que en Inglaterra “hacía frío y siempre está lloviendo”, y cuando juntaba fondos para su cruzada, se le oía declarar que “Si hubiera encontrado un comprador para Londres mismo, lo habría vendido”.
14 En aquellos tiempos se levantarán muchos contra el rey del sur; y hombres turbulentos de tu pueblo se levantarán para cumplir la visión, pero ellos caerán.
Sin embargo, el 2 de septiembre de 1192, Ricardo firmó un tratado con Saladino por el cual Jerusalén permanecería bajo control musulmán, pero también se permitiría a los peregrinos cristianos visitar la ciudad.
15 Vendrá, pues, el rey del norte, y levantará baluartes, y tomará la ciudad fuerte; y las fuerzas del sur no podrán sostenerse, ni sus tropas escogidas, porque no habrá fuerzas para resistir.
La Cuarta Cruzada (1202–1204) fue una expedición militar organizada como una cruzada para reconquistar Tierra Santa, pero que varió su rumbo, terminando con la conquista y el saqueo de Constantinopla ("La Gran Ciudad"), capital del Imperio bizantino, que se llamaba entonces, como "Imperio Romaniae".
Los cruzados atacaron por primera vez la ciudad de Constantinopla el 6 de abril de 1204, pero fueron rechazados con un gran número de bajas. Seis días después reiniciaron el ataque. Los cruzados consiguieron abrir una brecha en la muralla en el barrio de Blanquerna. Al mismo tiempo, se produjo un incendio en la ciudad, y la defensa bizantina se desmoronó. Los cruzados y los venecianos entraron en la ciudad.
16 Y el que vendrá contra él hará su voluntad, y no habrá quien se le pueda enfrentar; y estará en la tierra gloriosa, la cual será consumida en su poder.
Saladino no pudo derrotar a Ricardo en ningún enfrentamiento militar, que aseguró varias ciudades costeras más importantes.
17 Afirmará luego su rostro para venir con el poder de todo su reino; y hará con aquél convenios, y le dará una hija de mujeres para destruirle; pero no permanecerá, ni tendrá éxito.
Sin embargo, el 2 de septiembre de 1192, Ricardo firmó un tratado con Saladino por el cual Jerusalén permanecería bajo control musulmán, pero también se permitiría a los peregrinos cristianos visitar la ciudad.
18 Volverá después su rostro a las costas, y tomará muchas; mas un príncipe hará cesar su afrenta, y aun hará volver sobre él su oprobio.
Ricardo abandonó Tierra Santa el 9 de octubre, después de haber combatido allí durante dieciséis meses.
Los éxitos de la Tercera Cruzada permitiría a los cruzados mantener un reino considerable con su sede en Chipre y la costa de Siria.
Al pasar por una posada cercana a Viena, en su viaje de regreso a Inglaterra, Ricardo fue hecho prisionero por orden del duque Leopoldo de Austria, cuyo estandarte Ricardo había arrojado al foso en Acre.
19 Luego volverá su rostro a las fortalezas de su tierra; mas tropezará y caerá, y no será hallado.
El resto de su reinado lo pasó guerreando contra Francia, y murió a consecuencia de una herida de flecha en el Lemosín, en 1199, a la edad de 42 años.
20 Y se levantará en su lugar uno que hará pasar un cobrador de tributos por la gloria del reino; pero en pocos días será quebrantado, aunque no en ira, ni en batalla.
Más tarde pasó a poder del emperador Enrique VI, que lo tuvo cautivo durante un año, y no lo puso en libertad hasta marzo de 1194, previo pago de la enorme suma de 150.000 marcos.
Tanto el clero como los legos debieron pagar fuertes impuestos de un cuarto del valor de su propiedad, se confiscaron los tesoros de oro y plata de las iglesias y se reunió dinero mediante la compensación monetaria por parte de los nobles por no hacer el servicio militar debido a la corona e impuestos de "carucage". El emperador pidió 100.000 marcos para él antes de liberar al rey, el mismo monto reunido por el impuesto Saladino pocos años antes.
Ricardo Corazón de León, al que llegó a apresar tras su segundo éxito. A pesar de la victoria mencionada no pudo alcanzar su objetivo de convertir en hereditario el trono de Alemania (causa del enfrentamiento con la nobleza alemana, el papado e Inglaterra).
El 28 de septiembre de 1197 murió de malaria en la ciudad italiana de Mesina.
Saludos y bendiciones de nuestro Dios Padre por medio de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo.