Tratar de lograr, por dar un ejemplo, que un testigo de Jehová, católico, evangelista, etc. razone y pueda ver que la doctrina que profesa no se ajusta a las enseñanzas de la Biblia, es totalmente en vano si esta persona no es de Dios:
“El que es de Dios escucha las palabras de Dios; por eso vosotros no escucháis, porque no sois de Dios.” (Juan 8:47).
Muchos de aquí, en donde me incluyo, en algún momento de nuestras vidas estábamos sujetos a alguna religión que nos inculcaron desde niño, pero por ser de Dios, entonces pudimos salir de ella al escuchar sus palabras, y de esta manera abandonamos la religión que profesábamos, y hoy nos mantenemos firme en la fe profesando la verdadera doctrina.
En Apocalipsis 18 se lee:
“Y oí otra voz del cielo que decía: Salgan de ella, pueblo mío, para que no participen de sus pecados y para que no reciban de sus plagas.”
Es evidente que aquí, en esas palabras: “Salgan de ella, pueblo mío”, están dirigidas a los verdaderos cristianos, a los que Dios Padre escogió desde antes de la fundación del mundo, y los predestinó para la gloria, y no a aquellos que simplemente permanecen en una determinada religión falsa y que nunca fueron escogidos por Dios.
“Según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él”. (Efe 1:4).
O sea que, cuando Jesús dice: “Salgan de ella, pueblo mío" , significa que en la actualidad existen verdaderos cristianos que están en las religiones falsas, y que en algún momento de sus vidas, al oír la voz, saldrán de ella, tal como pide el Señor, tal el caso como nos ha sucedido a muchos de nosotros.
Nunca va a poder salir de ella una persona que lleva una vida de pecado, porque no es de Dios, sino que es del Diablo:
“Sois de vuestro padre el diablo y queréis hacer los deseos de vuestro padre. Él fue un homicida desde el principio, y no se ha mantenido en la verdad porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, habla de su propia naturaleza, porque es mentiroso y el padre de la mentira.” (Juan 8:44).
Por lo tanto, al ser del Diablo, esa persona nunca podrá OÍR ninguna voz del cielo ni poder ESCUCHAR jamás la palabra de Dios, porque no es de Dios. Así de simple.
“En esto son manifiestos los hijos de Dios, y los hijos del diablo; cualquiera que no hace justicia, y que no ama a su Hermano, no es de Dios. (1 Juan 3:10).
De ninguna manera Dios ama al pecador, pero si alguien teme a Dios y hace su voluntad, entonces sí que lo oye:
Sabemos que Dios no oye a los pecadores; pero si alguien teme a Dios y hace su voluntad, a éste oye. (Juan 9:31).
Es decir, por dar un ejemplo:
¿Dios es compasivo con los homosexuales, ladrones, homicidas, etc. que no se arrepienten?
¡Desde luego que no! Creer que Dios tiene compasión por estas personas, significaría que nadie se condenaría, es por eso que la parte que tiene que poner el pecador, es el arrepentimiento:
"Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente." (Lucas 13:3).
Pecar es infringir la santa ley de Dios, y el cristiano que en algún momento de su vida pueda llegar a caer en pecado, porque como se lee en Romanos 3:10: “NO HAY JUSTO, NI AUN UNO”, el verdadero cristiano se arrepiente porque realmente ama a Dios, y en el caso de que exista alguna tentación que le pueda ser motivo de peligro de pecado, siempre va a luchar contra esa tentación y de esta manera va a ir madurando cada vez más, porque conoce las consecuencias del pecado y se irá haciendo cada vez más sabio. El que peca y se arrepiente, dispone de la sangre de Jesús que lo limpia, pero practicar el pecado es diferente a pecar, el que practica el pecado, no lucha contra la tentación sino que se entrega, no le importa sus consecuencias. El que practica el pecado, rechaza la verdad y la sangre de Cristo no lo limpia, ya para él no hay sacrificio.
“Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados”. (Hebreos 10:26)
Pecar es diferente a practicar el pecado o llevar una vida de pecado, porque esto último significa vivir constantemente infringiendo la ley de Dios. Los cristianos no podemos vivir constantemente en pecado, es decir, no podemos estar infringiendo siempre la ley de Dios, porque si lo hacemos, entonces significa que no somos cristianos, sino falsos cristianos los cuales están bajo condenación.
Por eso, como dije al comienzo, tratar de lograr que aquel que no es de Dios, razone o se dé cuenta de que va por mal camino, es inútil. Creer en Dios y en el Mesías es una decisión que toma el ser humano, tal como dijo Jesús:
“Y Jesús respondió, diciéndoles: Tened fe en Dios.” (Marcos 11:22).
Ni siquiera un ateo podrá alegar en el día del juicio, que Dios fue injusto con él al no haberle dado la prueba que, por haber sido ateo, él necesitaba para poder creer.
Yo tengo en cuenta estas palabras de Jesús, que dicen:
"Porque nadie puede venir a mi si antes el Padre no le trajere". (Juan 6:44).
Esto significa que sí o sí, para que el hombre pueda creer en Él, primero Dios debe atraerle al Mesías para que pueda creer en él, y con esto, el ateo ya no podrá alegar nada a su favor, es decir, el ser humano escucha y conoce el verdadero Evangelio, y es entonces cuando Dios le atrae al Mesías para que crea en él, y el hombre es el que va a decidir si quiere creer o no, y en el caso de los ateos, pues al menos todos los ateos que conozco, son conocedores de la Biblia, y se ríen de ella, lo cual significa que Dios ya los ha llevado al Mesías y éstos decidieron por su propia voluntad, no creer.
Gracia y paz
Sergio