La carta de Albert Pike o como la tercera guerra mundial ha sido orquestada desde hace más de un siglo.
Cuenta la historia que Albert Pike, abogado estadounidense, militar, escritor y activista francmasón, quien alcanzó en 1859, el grado de Soberano Gran Comendador de la Southern Jurisdiction, una de las dos divisiones orgánicas del Rito Escocés, recibió un mensaje de su “espíritu guía” y se lo comunicó por carta el 15 de agosto de 1871 a Giussepe Mazzini, cabeza de la sociedad secreta revolucionaria “los carbonarios” y cabeza de los Illuminati de Europa. Durante un breve periodo, esta carta se exhibió en la Biblioteca del British Museum de Londres, y William Guy Carr, antiguo Oficial de Inteligencia de la Royal Canadian Navy, la copió.
Dicha carta señalaba y explicaba el proceso por el cual el mundo sería totalmente controlado mediante Tres Guerra Mundiales. La carta dice:
“La primera Guerra Mundial debe producirse para permitir a los Illuminati derrocar el poder de los Zares de Rusia y hacer de ese país una fortaleza de ateísmo Comunista. Las divergencias causadas por los agentes de los Illuminati entre los Imperios Británico y Alemán se usarán para fomentar esta guerra. Al final de la guerra, el Comunismo se erigirá y usará para destruir a otros gobiernos y para debilitar a las religiones.”
“La Segunda Guerra Mundial debe fomentarse aprovechándose de las diferencias entre Europa y los Sionistas políticos. Esta guerra debe fomentarse para que Europa sea destruida y el Sionismo político sea suficientemente fuerte para crear un estado soberano de Israel en Palestina. Durante la Segunda Guerra Mundial, el Comunismo Internacional debe hacerse suficientemente fuerte para contrarrestar a la Cristiandad, que entonces será constreñida y controlada hasta el tiempo que la necesitemos para el cataclismo social final.”
“La Tercera Guerra Mundial se fomentará aprovechando las diferencias causadas por los agentes de los Illuminati entre los Sionistas políticos y los líderes del Mundo Islámico. La guerra debe conducirse de un modo que el Islam (el mundo Árabe Musulmán) y el Sionismo político (el estado de Israel) se destruyan mutuamente. Mientras tanto, las otras naciones, una vez más divididas sobre este asunto se verán obligadas a luchar hasta el punto de la completa extenuación física, moral, espiritual y económica…Desataremos a los Nihilistas y a los ateístas, y provocaremos un cataclismo social formidable que en todo su horror mostrará claramente a las naciones el efecto del ateísmo absoluto, origen de la crueldad y de los disturbios más sangrientos. Entonces, en todas partes, los ciudadanos, obligados a defenderse contra la minoría mundial de revolucionarios, exterminarán a esos destructores de la civilización, y la multitud, desilusionada con la Cristiandad, cuyos espíritus teísticos estarán desde ese momento sin brújula ni dirección, ansiosos por un ideal, pero sin saber donde dirigir su adoración, recibirán la verdadera luz a través de la manifestación universal de la doctrina pura de Lucifer, sacada finalmente a la vista pública. Esta manifestación resultará a partir del movimiento reaccionario general que seguirá a la destrucción de la Cristiandad y el ateísmo, ambos conquistados y exterminados al mismo tiempo.”