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Temas para Pensar: RAZONES PARA MEDITAR
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Respuesta  Mensaje 1 de 7 en el tema 
De: Marti2  (Mensaje original) Enviado: 28/08/2009 06:42
RAZONES PARA MEDITAR
 
En primer lugar, debo interrumpir toda acción, pues sólo así podré retener las experiencias. A continuación busco un lugar donde sé que nadie me molestará durante algunos minutos y me siento cómodamente.
 
Empiezo a observar mentalmente cuanto ocurre a mi alrededor. Presto especial atención a los sonidos, la temperatura del aire, mi propia respiración y, en fin, todos los fenómenos físicos que tienen lugar en mi entorno, como si fuera un mero espectador. Pienso en los papeles que he tenido que desempeñar a lo largo del día de hoy: mis responsabilidades, el trabajo que realizo para vivir y, posiblemente, sustentar la vida de otros. Contemplo mentalmente esas responsabilidades, esa rutina como un simple espectador. Me limito a observar todo lo que ha ocurrido hasta ahora y todo lo que vendrá después.
 
Contemplo las distintas relaciones, rutinas y roles que integran mi vida y me veo a mí mismo en el centro de todas esas situaciones. Me pregunto desde qué ángulo estoy observando. Me visualizo en el centro de la frente y canalizo mi energía hacia el punto exacto en el que se aloja la conciencia. Busco el centro del cerebro, el lugar donde nacen los pensamientos, situado pocos centímetros hacia atrás desde la frente. Me ubico en ese punto y desde él observo todos los aspectos que me rodean. Todos los cabos sueltos de tantos pensamientos, sentimientos, imágenes e ideas se concentran en un punto. Ya no me encuentro fragmentado en tantas partes. Empiezo a sentir mi verdadero potencial.
 
Hasta aquí me he limitado a observarlo todo, pero ahora ha llegado el momento de bucear más a fondo en mi interior. Me dirijo a mi propio núcleo y, en ese remanso de paz, siento que todo se vuelve más fácil... me estoy educando a partir de la percepción profunda de mis cualidades innatas, mi alma sale a la superficie... Yo soy este ser espiritual que irradia sus cualidades desde el punto central de la frente.
 
Cómo no advertir la paz que me brinda este estado... no siento debilidad..., reconozco fácilmente el poder espiritual que existe en mi interior..., siento amor..., me siento estable. Equilibrado..., aunque ignore los detalles de la sabiduría profunda, siento la verdad sin ningún esfuerzo, porque soy sincero conmigo mismo y me siento ligero... Con estos pensamientos, abro los ojos y elijo un punto para descansar la mirada. Sin perder la conexión con mis cualidades internas, contemplo el mundo a mi alrededor y poco a poco, regreso al mundo físico.
 
Ken O´Donnell


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Respuesta  Mensaje 2 de 7 en el tema 
De: Marti2 Enviado: 28/08/2009 06:44
Piensa en la cantidad de cosas que persigues con la esperanza de encontrar la tranquilidad una vez la hayas conseguido.
Te dices: "¡Compraré aquel veloz deportivo rojo, o aquel resistente y brillante modelo blanco, o aquella bella furgoneta familiar! ¡No descansaré hasta conseguirlo!".
O quizá pienses: "No pararé hasta lograr aquella casa nueva de porche sombreado y amplio dormitorio principal; su comedor es tan tranquilo y espacioso que ya no nos veremos obligados a comer siempre en la cocina con los pepinos, ni permanecer en esa sala de estar de tan lóbrego aspecto. ¡Oh, cuando lo consiga podré por fin relajarme!".
Generalmente, nuestra imagen mental del ideal que deseamos alcanzar es como una pintura enmarcada, tan estática que nunca cambia. En lugar de ser la vía hacia futuros cambios y retos, es un fin en sí mismo. Aún cuando nuestras metas sean sólo medios para conseguir otros objetivos, nuestra visión del futuro nos transporta hacia un momento en que creemos que, por fin, hallaremos la paz.
La paz es el estado natural del alma; la meditación eleva la mente a un estado de paz superconsciente, el cual, una vez alcanzado, puede mantenerse incluso durante la conmoción psíquica que produce la muerte física.
En realidad nunca podremos hallar la paz fuera de nosotros mismos. Lo que consideramos paz es tan sólo una simple tregua temporal en la batalla de la vida. Aquel flamante automóvil, una vez adquirido, será tan solo el preludio de nuevas ambiciones y renovados retos. Aquel hogar encantador se convertirá en una invitación a nuevas responsabilidades, a compromisos a largo plazo, y quizás origine más fuertes apegos.
En este proceso de ir en persecución de una cosa tras otra, siempre con el deseo de conseguirlo todo finalmente tal como deseas, lo que sucede es que te habitúas a perseguir cosas, a buscar constantemente maneras de encontrar la satisfacción. Algún día sin duda -piensas- seré capaz de gozar de la vida totalmente. Pero lo irónico del caso es que en el mismo proceso de perseguir la tranquilidad, pierdes gradualmente la habilidad de estar tranquilo. Y en el proceso de perseguir la satisfacción, pierdes la capacidad de disfrutar de cualquier cosa.
Empezamos a disfrutar de la vida cuando somos capaces de relajarnos. Esta habilidad es muy sencilla por eso resulta tan difícil. Desde que nacemos nuestra fuerza vital está acostumbrada a fluir hacia los cinco sentidos, y a través de ellos a este mundo de infinita complejidad. Y ahora no nos resulta fácil invertir dicho flujo.
Cuanto más persigas el sosiego por medio de la actividad, más desasosegado te volverás. Cuanto más busques la felicidad a través de los sentidos, menos feliz serás, por la simple razón de que el goce sensorial, en lugar de nutrir tu capacidad de felicidad, la estará agotando.
¿Por qué esperar? ¿Por qué esperar a que la paz y la felicidad lleguen a ti finalmente? ¿Las acabarás consiguiendo cuanto te jubiles? ¡Me imagino que no! Si arrellanado cómodamente en la mecedora te resistes a la tendencia de dedicarte a hacer cosas a pesar de lo improductivas que sean, probablemente te morirás de aburrimiento.
Todo el mundo, por muy ocupado que esté, necesita dedicar un poco de tiempo cada día a practicar el arte de hacer cosas con serenidad. No hallarás la paz hasta que ésta forme parte de tu propia actividad. La paz debería ser parte del proceso creativo. De ahí la importancia de la meditación.
Swami Kriyananda

Respuesta  Mensaje 3 de 7 en el tema 
De: Marti2 Enviado: 28/08/2009 06:44
Días cotidianos, permitidme ser consciente
de que sois un tesoro.
Permitidme aprender de vosotros, amaros,
bendeciros antes de vuestra partida.
No me permitáis que os deje pasar a
la espera de algún extraordinario y perfecto mañana.
Permitidme conservaros mientras pueda,
aunque no siempre pueda ser posible.
Un día clavaré mis uñas en la tierra, hundiré mi cara en la almohada,
me estiraré con fuerza o alzaré mis brazos al cielo,
 deseando, más que cualquier otra cosa en el mundo, vuestro regreso.
Mary Jean Iron

Respuesta  Mensaje 4 de 7 en el tema 
De: Marti2 Enviado: 28/08/2009 06:45
El ciclo infinito de ideas y acción -invención sin fin, experimento sin fin- brinda conocimiento del movimiento, no de la quietud; conocimiento del lenguaje, no del silencio; ¿Dónde está la vida que perdemos al vivirla, dónde la sabiduría que perdemos en el conocimiento, dónde el conocimiento que perdemos en la información?.
T.S. Eliot

Respuesta  Mensaje 5 de 7 en el tema 
De: Marti2 Enviado: 28/08/2009 06:46
Ahora uno está quieto, ¿qué haremos con los pensamientos que vemos, los sentimientos, las experiencias, los recuerdos del pasado que surgen? Uno no hace nada. ¡Absolutamente nada! Solamente los ve. ¿Por qué uno los ve? Porque están allí. Uno no está allí por el deseo de verlos, no los ve por un acto voluntario, es un movimiento involuntario.
Hasta que uno llega a aprender a observar, hay una conciencia de que yo estoy observando. Esto quiere decir que la observación tiene un centro desde donde se efectúa y una vez que se lo ha aprendido, se permanece en ese estado de observación. Una persona que usa su tiempo en quieta observación llega a un punto, a una situación en que ya nada más queda por exponerse. El contenido ha sido observado. Uno no interfirió en él; entonces se produce el término de esa exposición. Nada más es expuesto, no hay nada más para ser observado y por lo tanto también desaparece el observador. El observador fue una división creada por mí voluntariamente con el objeto de aprender a observar; es sólo una realidad conceptual. Los contenidos de la mente han sido observados y por lo tanto lo observado y el observador, ambos desaparecen.
Cuando ya no hay observador y nada es expuesto para la observación, surge lo que yo llamo silencio. No hay centro, ni circunferencia, es una total relajación. Toda la estructura física está absolutamente relajada; no hay división entre el pensador y el pensamiento, el observador y lo observado, el experimentador y la experiencia. No hay fragmentación y por lo tanto estamos en la totalidad de nuestro ser. Con el término de la observación y del que observa, uno se encuentra a sí mismo en la totalidad de su propio ser.
Vimala Thakar

Respuesta  Mensaje 6 de 7 en el tema 
De: Marti2 Enviado: 28/08/2009 06:47
La meditación es el arte de poner la mente en blanco para acallar la cháchara perpetua que normalmente llena nuestra conciencia. En la tranquilidad de la mente silenciosa, empezamos a ser observadores, a tomar distancia y, con el tiempo y la práctica, a darnos cuenta de que existe un nivel de conciencia superior. Si practicas el silencio, el viaje interior, si te das tiempo para escuchar y crear el espacio para escuchar, serás capaz de oír. Serás capaz de ver los signos y recibir los mensajes que esperas.
Brian Weiss

Respuesta  Mensaje 7 de 7 en el tema 
De: Marti2 Enviado: 28/08/2009 06:48
Todos tenemos Herramientas y Dones que nos fueron otorgados desde el mismo momento en que fuimos concebidos, que conocemos y hemos olvidado, permitiéndole a las circunstancias manejar nuestra vida convirtiéndonos en víctimas. Una de las Herramientas que poseemos es el silencio interior de nuestra mente. Es tratar de aquietar esa bulla interior que sin darnos cuenta nos perturba, es tratar de aquietar el pensamiento para conscientemente producir la paz espiritual; en ese momento entrarás en contacto con ese ser maravilloso que eres tú. El silencio significa ir más allá de las palabras y de los pensamientos, ya que ellos nos limitan, y nos hacen prisioneros de un Dios convencional.
Luis José Hernandez


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