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Ecologia: Cambio climático
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Respuesta  Mensaje 1 de 4 en el tema 
De: Marti2  (Mensaje original) Enviado: 16/10/2009 23:28
Reunión en Bangkok:
Cambio climático: crece la división
Gerardo Honty
 

El viernes finalizó la reunión de la Convención de Naciones Unidas sobre Cambio Climático en Bangkok. Al inicio del año creíamos que esta iba a ser la última reunión antes de Copenhague, pero ya en junio se agregó otra en Barcelona (para comienzos de noviembre) y hay probabilidad de que se sume una más entre Barcelona y Copenhague.

Sin embargo todo el mundo sabe aquí en Bangkok que el problema no es la falta de tiempo sino la falta de voluntad política. Los delegados se pasan horas y días reunidos elaborando borradores en cada uno de los temas en discusión. Pero los borradores mantienen -o incluso agregan- textos “en corchetes” (es decir en discusión) pues no existen los acuerdos políticos en los temas fundamentales. En consecuencia, hay avances, como dicen algunos delegados, pero se avanza en clarificación de textos, en el lenguaje, en la formulación de las distintas opciones, pero no en acuerdos sobre las distintas opciones.

Hay decenas de grandes temas en los que hay profundas divergencias. Pero hay tres que quizá sean las más importantes pues determinan el resto. Uno es el porcentaje de reducción de emisiones que asumirán los países desarrollados. El otro es el volumen de recursos que estos van a poner a disposición de los países en desarrollo para financiar los planes de adaptación y de desarrollo. El tercero es el marco legal del acuerdo que se espera alcanzar y su relación con el Protocolo de Kioto y la Convención.

Mercado y recursos

Estados Unidos no ha presentado ningún objetivo de reducción y los demás países desarrollados (salvo honrosas excepciones como Noruega) han evitado asumir mayores compromisos de los escasos que han hecho hasta ahora. Lograr amplios recortes en las emisiones de los países más contaminantes es clave para evitar el cambio climático.

Pero además, el nivel de estos compromisos de reducción de emisiones tiene una consecuencia directa sobre otro de los grandes temas de estas negociaciones: el papel del mercado de carbono en la mitigación del cambio climático. Evidentemente del tamaño de las reducciones comprometidas por los países desarrollados depende el volumen del potencial mercado de carbono. Cuánto menores sean los compromisos menor será la eventual cantidad de certificados que los países industrializados podrían llegar a adquirir en el mercado. De ello dependen a su vez, toda una serie de definiciones: cómo serán las nuevas reglas del Mecanismo de Desarrollo Limpio, cuáles actividades serán permitidas, los proyectos sectoriales, las medidas de mitigación en los países en desarrollo, etc.

Por otro lado hay una fuerte presión de parte de los países industrializados para que la mayor parte de la transferencia de recursos hacia los países del Sur se haga a través de los mecanismos de mercado, mientras la mayoría de los países en desarrollo prefieren limitar este tipo de mecanismos y ampliar la transferencia de fondos directamente para financiar sus necesidades de adaptación y mitigación. Algunos países en particular como Venezuela y Bolivia lisa y llanamente reniegan de cualquier forma de mercado de emisiones.

El G77 + China, a pesar de sus muchas diferencias internas, tiene una férrea y consolidada posición respecto a que si no hay una claro y abultado compromiso de parte de los países industrializados en relación a la transferencia de recursos y tecnología (tal como lo establece la Convención) no habrá acuerdo en Copenhague. Y en esto no se ha logrado avanzar nada aquí en Bangkok.

Crece la división

Estados Unidos llegó a esta reunión con un fuerte posicionamiento respecto de la necesidad de que los países en desarrollo asuman compromisos de reducción de emisiones. Esto no es nuevo. Es una de las razones por las que Estados Unidos aún no ha ratificado el Protocolo de Kioto. Sin embargo había alguna expectativa respecto a un cambio, o al menos una moderación de esta posición con la nueva administración de Obama. Esta ilusión parece haberse definitivamente quebrado en Bangkok. La pretensión con la que llegó Estados Unidos a Tailandia fue terminar con la división entre países desarrollados y en vías de desarrollo que establecen la Convención y el Protocolo de Kioto y poner a todos bajo un mismo sistema de compromisos, aunque con diferentes tipo de obligaciones. A lo largo de la reunión quedó claro que no solo Estados Unidos tenía este propósito sino también la Unión Europea y los países industrializados en general. Obviamente esta posición fue duramente combatida por los países en desarrollo agrupados en el G 77 + China.

La división entre los países industrializados y los países en desarrollo parece haberse profundizado en Bangkok. Durante esta semana el G77 quiso hacer una declaración denunciando el intento de los países industrializados de barrer con el Protocolo de Kioto y la Convención con estas nuevas propuestas. Sin embargo esta habría sido bloqueada por la oposición de 8 países latinoamericanos: Colombia, Costa Rica, Chile, Dominicana, Guatemala, Panamá, Perú y Uruguay.

Un tren sin combustible

Dado que no ha habido avances en los grandes temas políticos y las divergencias parecen aumentar, los avances en la consolidación y nueva redacción de textos resultan completamente inútiles. Si no se logra algún acuerdo de alto nivel en los temas principales por más que se agreguen reuniones y horas de trabajo en los “grupos de contacto” la cumbre de Copenhague a desarrollarse el próximo diciembre parece condenada al fracaso. Un observador aquí en Bangkok ilustraba de esta manera lo que se está viviendo en la capital Tailandesa: “los delegados están por subirse a un tren y discuten sobre el color de los asientos y de qué material están hechos; pero no han verificado que el tren tenga combustible para asegurar la partida”.

- Gerardo Honty es analista en energía y cambio climático de CLAES (Centro Latinoamericano de Ecología Social). Observador en la reunión de la Convención de Cambio Climático en Bangkok.
Fuente: Alianet



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Respuesta  Mensaje 2 de 4 en el tema 
De: Marti2 Enviado: 16/10/2009 23:34
Cambio climático - El fracaso del sistema alimentario transnacional
GRAIN

La crisis climática implica que necesitamos cambios ¡ya! La organización de la sociedad en torno a la obtención de ganancias ha demostrado ser un sistema corrupto y necesitamos construir sistemas alternativos de producción y consumo, que se organicen de acuerdo a las necesidades de los pueblos y la vida en el planeta. La transformación de este sistema alimentario no ocurrirá mientras el poder de éste siga en manos de las corporaciones. Las fuerzas del cambio están en nuestras manos, en nuestras comunidades, que se organizan para recuperar el control sobre nuestros sistemas alimentarios y nuestros territorios.

El actual sistema alimentario mundial, con todas sus semillas de alta tecnología y sus bonitos paquetes, no es capaz de cumplir con su función principal: alimentar a las personas.

Este año más de mil millones de personas sufrirán hambre, mientras otros 500 millones sufrirán de problemas de obesidad. Tres cuartas partes de quienes no tienen suficiente qué comer serán campesinos y trabajadores rurales (los mismos que producen la comida), mientras un puñado de corporaciones agroindustriales que controlan la cadena alimentaria (aquéllas que deciden a dónde va el alimento) amasarán miles de millones de dólares en ganancias. Pese a su fracaso monumental, nada se dice en los corredores del poder de alejarnos de este estado de cosas. Enormes y crecientes movimientos sociales pueden clamar por un cambio, pero los gobiernos y las agencias internacionales del mundo siguen pujando por más de los mismo: más agronegocios, más agricultura industrial, más globalización. Conforme el planeta se mueve hacia un periodo acelerado de cambio climático, empujado, en gran medida, por este mismo modelo de agricultura, el no emprender acciones significativas empeorará con rapidez la ya de por sí intolerable situación. No obstante, en el movimiento global en pos de soberanía alimentaria hay una prometedora salida.

Ahora, los estudios científicos más actuales predicen que, si todo sigue igual, las temperaturas cada vez más elevadas, las condiciones climáticas extremas y los severos problemas de agua y suelos relacionados con ello llevarán a muchos más millones a las filas de los hambrientos. Conforme el crecimiento de la población aumente la demanda de alimentos, el cambio climático agotará nuestras capacidades para producirlos. Ciertos países que ya están luchando con severos problemas de hambre podrían ver su producción de alimentos reducida a la mitad antes de que finalice este siglo. Sin embargo, donde se reúnen las élites para hablar del cambio climático poco se dice acerca de tales efectos sobre la producción y el abastecimiento de alimentos, y mucho menos se hace para responder a ellos.

Hay otra arista de la interacción entre cambio climático y el sistema alimentario mundial que refuerza la necesidad urgente de acción. Este último no sólo es disfuncional y está muy mal preparado para enfrentar el cambio climático: es también uno de sus principales motores. El modelo de agricultura industrial que abastece al sistema alimentario mundial funciona esencialmente mediante la conversión de petróleo en comida, produciendo en el proceso cantidades enormes de gases con efecto de invernadero. El uso de inmensas cantidades de fertilizantes químicos, la expansión de la industria de la carne, y la destrucción de las sabanas y bosques del mundo para producir mercancías agrícolas son en conjunto responsables de por lo menos 30% de las emisiones de los gases que causan el cambio climático.

Pero eso es sólo una parte de la contribución del actual sistema alimentario a la crisis climática. Convertir los alimentos en mercancías mundiales e industriales da como resultado una tremenda pérdida de energía fósil utilizada en transportarlas por el mundo, procesarlas, almacenarlas, congelarlas y llevarlas hasta los hogares de quienes las consumen. Todos estos procesos van contribuyendo a la cuenta climática. Cuando se suman todas, no es para nada una exageración decir que el actual sistema alimentario podría ser responsable de cerca de la mitad de las emisiones de los gases con efecto de invernadero.

Las razones para un cambio total del sistema alimentario mundial y la urgencia de tal cambio nunca han sido más claras. La gente por todas partes muestra una voluntad de cambio —sean consumidores que buscan alimentos locales o campesinos que bloquean carreteras en defensa de sus tierras. Lo que se pone como obstáculo es la estructura de poder —y esto, más que nada, es lo que necesita ser transformado.

Fuente: Eco Portal



Respuesta  Mensaje 3 de 4 en el tema 
De: Marti2 Enviado: 16/10/2009 23:36

Cinco pasos urgentes

1. Un viraje hacia métodos sustentables e integrados de producción. Las separaciones artificiales y las simplificaciones que trajo consigo la agricultura industrial deben deshacerse, y deben de reunirse de nuevo los diferentes elementos que conforman los sistemas agrícolas sustentables. Los cultivos y los animales deben reintegrarse de nuevo en la finca. La biodiversidad agrícola tiene que tornarse el fundamento de la producción alimentaria, una vez más, y el sistema de cuidado e intercambio de semillas debe reactivarse. Los fertilizantes y lo plaguicidas químicos deben sustituirse por formas naturales de mantener el suelo saludable y de controlar plagas y enfermedades. Reestructurar así el sistema alimentario ayudará a crear las condiciones que permitan emisiones cercanas a cero en las fincas.

2. Reconstituir el suelo y retener el agua. Tenemos que tomar el suelo en serio. Necesitamos un esfuerzo global masivo para volver a juntar materia orgánica en los suelos, y así devolverle fertilidad. Décadas de maltrato de suelos con químicos en algunos lugares, y la erosión de los suelos en otras partes, dejaron los suelos exhaustos. Los suelos saludables, ricos en materia orgánica, pueden retener enormes cantidades de agua, que serán necesarios para crearle las necesarias flexibilidad y aguante al sistema agrícola como para resistir las crisis climática y de agua que ya se ciernen sobre nosotros. Aumentar la materia orgánica en los suelos de todo el mundo ayudará a capturar cantidades sustanciales del actual exceso de CO2 que hay en la atmósfera.

3. Desindustrializar la agricultura, ahorrar energía y mantener a la gente en su tierra. La agricultura familiar en pequeña escala debe volver a ser el fundamento de la producción de alimentos. Haber permitido la enorme acumulación de empresas de agricultura mega-industrial que producen mercancías para el mercado internacional en lugar de comida para la gente, provoca ámbitos rurales vacíos, ciudades sobrepobladas y la destrucción de muchos modos de sustento y de cultura en el proceso. Desindustrializar la agricultura ayudaría también a terminar con el tremendo desperdicio de energía que ahora produce el sistema de agricultura industrial-

4. Cultivar en las inmediaciones y cortar el comercio internacional. Uno de los principios de la soberanía alimentaria es priorizar los mercados locales sobre el comercio internacional. El comercio internacional de alimentos en consorcio con industrias de procesamiento y supermercados en cadena son los principales contribuyentes a la crisis climática. Todo esto puede detenerse en gran medida y situar la cadena alimentaria en la producción de alimentos más orientada a los mercados locales. Lograr esto es probablemente la lucha más dura de todas, ya que el poder corporativo se ha concentrado en mantener el sistema de comercio creciendo y en expansión. Y muchos gobiernos están felices con esto. Algo que debe cambiar si somos serios en nuestra respuesta a la crisis climática.

5. Cortar la economía de la carne y buscar una dieta más sana. Tal vez la transformación más profunda y destructiva que conlleva el sistema alimentario industrial, es la industrialización del sector ganadero. Lo que solía ser una parte integral y sustentable de los modos de vida rurales, es ahora un sistema de fábricas mega-industriales de carne diseminadas por todo el mundo, controladas por unos cuantos. La economía de la carne a nivel internacional, que ha crecido cinco veces en las últimas décadas, contribuye a la crisis climática de un modo enorme. Ha ayudado a provocar el problema de obesidad en los países ricos, y ha destruido —mediante subsidios y comercio desleal— con la producción local de carne en los países pobres. Esto debe detenerse, y las tenencias de consumo, especialmente en los países ricos debe alejarse de la carne. El mundo necesita regresar a un sistema descentralizado de producción y distribución de carne, organizado de acuerdo a las necesidades de la gente. Deben restaurarse y recuperarse los mercados que surten carne a los mercados locales procedente de pequeñas fincas a precios justos. Debe de frenarse el comercio desleal internacional.


Respuesta  Mensaje 4 de 4 en el tema 
De: Marti2 Enviado: 16/10/2009 23:38

El pronóstico es de hambruna

En 2007, el Panel Internacional sobre Cambio Climático (picc) publicó su tan esperado informe sobre el estado del clima en la Tierra. El informe, aunque mostró en términos inequívocos que el calentamiento mundial era una realidad y señaló que era “muy probable” que los humanos fueran responsables de él, con cautela pronosticó que el planeta podría calentarse 0.2ºC por década si no se hacía nada para cambiar el curso de nuestras emisiones de gas con efecto de invernadero. El informe advirtió que hacia el fin del siglo un cambio de temperatura entre 2 y 4ºC podría producir incrementos dramáticos en los niveles del mar y una cascada de catástrofes por todo el planeta.

Ahora, apenas unos pocos años después, resulta que el picc fue demasiado optimista. El consenso científico actual es que habrá un aumento de 2ºC en las próximas décadas y que, si el escenario sigue siendo el de negocios como siempre, si no hay cambios, el planeta podría calentarse hasta en 8ºC hacia el año 2100, empujando las cosas a un punto de quiebre y profundizando lo que se describe como un cambio climático peligroso e irreversible . Ahora mismo, el impacto de las formas más suaves del cambio climático nos afectan fuertemente. Según el Foro Humanitario Global con sede en Ginebra, el cambio climático afecta seriamente a 325 millones de personas al año —315 mil de ellas mueren de hambre, enfermedades y desastres meteorológicos inducidos por el cambio climático . La predicción es que la cuota anual de muertes debidas al cambio climático llegue a medio millón para 2030, siendo afectada seriamente 10% de la población mundial.

El alimento está y estará en el centro de esta crisis climática en proceso. Todos están de acuerdo en que la producción agrícola tiene que continuar creciendo significativamente en las próximas décadas para mantenerse al día con el crecimiento demográfico. Pero es probable que el cambio climático ponga la producción agrícola en reversa. En el recuento más exhaustivo (a la fecha) de los estudios que delinean los impactos del calentamiento mundial en la agricultura, William Cline calcula que, si las tendencias siguen igual, para el año 2080, el cambio climático reducirá el potencial de producción de la agricultura mundial en más de 3% respecto al actual. Los países en desarrollo serán los más afectados, con una caída de 9.1% de su potencial de producción agrícola. África enfrentará un descenso de 16.6%. Son números horrorosos, pero, como admite Cline, los impactos reales podrían ser mucho peores.

Una debilidad importante de las proyecciones del picc y de otros, cuando se trata de la agricultura, es que sus predicciones aceptan la teoría de la “fertilización por carbono” que arguye que los altos niveles de co2 en la atmósfera acentuarán la fotosíntesis en muchos cultivos clave y dispararán sus rendimientos. Estudios recientes muestran que este potencial es en gran medida un espejismo. No es sólo que cualquier aceleración inicial del crecimiento disminuya significativamente después de pocos días o semanas, sino que el aumento de co2 reduce el nitrógeno y las proteínas en las hojas en más de un 12%. Esto significa que, con el cambio climático, para los humanos habrá menos proteínas en los principales cereales, como el trigo y el arroz. Habrá también menos nitrógeno para los insectos, lo que es importante ya que los insectos comerán una superficie mayor de las hojas y lo que provocará reducciones significativas en los rendimientos.

Cuando Cline hizo los cálculos sin considerar la supuesta fertilización por carbono los resultados fueron aún más alarmantes. Los rendimientos mundiales bajarían 16% para 2080, y las caídas regionales serían de un 24.3% en América Latina, 19.3% en Asia y 27.5% en África. Los rendimientos se reducirían en un 38% en India, y más de un 50% en Senegal y Sudán.

Pero incluso esta aterradora predicción podría quedarse corta. El estudio de Cline, al igual que el informe del picc y otros informes que abordan el cambio climático y la agricultura, no toman en cuenta la crisis del agua asociada con el cambio climático. Hoy, 2 400 millones de personas viven en ambientes con una dura escasez de agua y las predicciones recientes hablan de que aumentarán a 4 mil millones hacia la segunda mitad del siglo. Las fuentes de agua para la agricultura se han agotado o se están haciendo peligrosamente escasas en muchas partes del mundo. El calentamiento global complicará el problema a medida que las más elevadas temperaturas generen condiciones más secas y sea necesario aumentar la cantidad de agua para la agricultura. Será cada vez más difícil mantener los actuales niveles de producción, incluso a medida que la demanda aumente debido a la mayor población.

Cline tampoco contempló los impactos de las condiciones climáticas extremas que ocurrirán a mayor cambio climático. Se espera que aumente la frecuencia y la intensidad de las sequías, las inundaciones y otros desastres naturales, provocando desastres en los cultivos dondequiera que se manifiesten. El Banco Mundial prevé que la intensificación de las tormentas causada por el cambio climático hará que 29 mil kilómetros cuadrados adicionales de tierra agrícola situada en zonas costeras se volverán vulnerables a las inundaciones.  Simultáneamente, se espera un aumento dramático de los incendios forestales, que ya afectan unas 350 millones de hectáreas cada año  y esto ocasionará un problema de contaminación con los aerosoles de carbono, que agravará aún más el efecto de invernadero. Un estudio avizora que los incendios forestales aumentarán en un 50% en el oeste de Estados Unidos para el año 2055, todo ello como resultado de los aumentos de temperatura. 

Y luego hay que considerar el mercado. El abasto global de alimentos está cada vez más controlado por un pequeño número de transnacionales que tienen el cuasi-monopolio de toda la cadena alimentaria, de las semillas a los supermercados. La cantidad de capital especulativo en el comercio agrícola va también en aumento. En este contexto, cualquier perturbación del abastecimiento de alimentos, o incluso la simple percepción de que hay problemas, puede provocar aumentos tumultuosos en los precios y una acaparamiento inmenso de ganancias por parte de los especuladores, lo que hace inaccesibles los alimentos para los sectores urbanos más pobres y provoca todo tipo de alteraciones en la producción agrícola en el campo.  De hecho, el mero rumor de una escasez alimentaria mundial ya atrajo especuladores financieros a la agricultura, quienes están acaparando tierras en gran escala, a un nivel que no se veía desde tiempos coloniales.

Nos adentramos en una era de perturbaciones extremas en la producción de alimentos. Nunca ha habido una necesidad tan urgente de que un sistema asegure un abasto alimentario para todos de acuerdo a sus necesidades. Y, sin embargo, el sistema alimentario mundial jamás ha estado tan fuertemente controlado por un pequeño grupo de personas cuyas decisiones se basan exclusivamente en cuánto dinero pueden obtener para sus accionistas.



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