Señor déjame envejecer pero no me dejes de amar.
Señor deja que mi piel se arrugue, pero no me dejes de
aceptarme como soy.
Señor deja que las enfermedades vengan, pero no me
dejes sin fuerzas para combatirlas.
Señor deja que mi cuerpo se debilite, pero no me dejes
temblando en la soledad.
Señor déjame reconocer mis pasos con los pies un poco
cansados, pero que no se me olvide que en cada paso tu me llevas cargado
en los brazos.
D/A