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Temas para Pensar: EL Océano Interior (Nati)
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: Marti2  (Mensaje original) Enviado: 03/11/2009 07:38
De: Nati-U  (Mensaje original) Enviado: 05/10/2009 20:36
EL Océano Interior
Te saludo viajero del alma humana con todo afecto. ¿Cómo está hoy tu ser? La pregunta que te realizo tiene una pequeña trampa. ¿Acaso puede tu ser estar mal? El ser ES, y por lo tanto no tiene atributos ni padece cambios. Tu esencia, amigo espiritual, yace en el cosmos, y no sufre los cambios que sí padecen tus estados más superficiales.
Es muy interesante hablar de esto: los estados más superficiales corresponden a la personalidad, y a su asiento que es la mente materia. Imagínalo así: tu SER es el fondo del océano, y la mente materia es la superficie del océano. Generalmente creemos ser lo que vemos primero. Cuando alguien ve el océano, o lo imagina, son pocos los que traen a su mente el fondo. Siempre vemos mentalmente una extensión de agua inmensa con oleaje. ¿Crees esto casual? No, la mente siempre quiere mostrarte aquello que yace en movimiento, aquello que está más en la superficie. Pero tu espíritu quiere lo profundo. Lo profundo yace en el fondo del océano. Y tu mente te dirá: el fondo no, el fondo es obscuro, atemoriza, es desconocido. Y el espíritu te dirá casi desde el silencio: no conocerás al océano hasta que no bajes al fondo.
Recuerda que el fondo yace en lo profundo, hay tesoros escondidos, bellezas jamás vistas, y por sobre todo: no existe allí el oleaje que es sacudido por los vientos y tempestades. ¿Comprendes lo que trato de mostrarte? Tú mi amada alma viajera eres TODO ESE OCÉANO, pero conoces sólo la superficie, que es mínima respecto al fondo.
Seguiré utilizando esta imagen porque es muy útil. Hablamos metafóricamente, en parábolas, porque es la mejor forma de entendernos, y así siempre se me ha enseñado a mí que soy un pequeño hombre de este mundo. Tú me dirás: pero para descender al fondo del océano debo bucear, y no sé hacerlo. Y aunque aprenda, siempre deberé subir a buscar oxígeno. Y así es: esas son dos grandes verdades: debes aprender a bucear, y necesitas no sólo de alguien que sepa hacerlo, sino de alguien que esté dispuesto y sepa enseñarte. También debes subir de vez en vez, porque eres humano, no eres de esos seres transparentes que habitan todo el tiempo las aguas de lo profundo. Naciste humano, y eso es maravilloso, porque estás preparado para ir al fondo.
Aún así, y siguiendo con nuestra parábola, recuerdo haber visto una vez una película llamada Azul profundo, donde se muestra la vida de un hombre al que le llamaban "el delfín". El había desarrollado la habilidad de mantener el aire por muchísimo tiempo en sus pulmones, y bajaba más profundo que nadie. Lamento si no viste la película porque debo contarte el final para darle forma al pensamiento. Este hombre tenía muchas dificultades para integrarse con los seres humanos. Era como un niño, puro y bueno, pero vivía pensando en el océano. Tenía allí a sus amigos delfines. En la superficie tenía dos amigos, un hombre y una mujer. La mujer estaba enamorada de él, y con sencillez él accedió a su amor, pero pese a la alegría de la muchacha, él seguía añorando el océano. Quería estar con sus amigos delfines, sumergirse en las aguas profundas. El se sentía incómodo en la superficie. Realizaba unos ejercicios de yoga (pranayamas9 antes de sumergirse, y luego se abandonaba al océano sin temor, con una inusual armonía interior, cada vez más profundo. El final de la película es cuando Jacques, el Delfín, se sumerge en el océano cada vez más hondo. Abandona la cuerda que lo llevaba al azul profundo y que a la vez era su camino de regreso a la superficie, y en el lecho del océano se encuentra con sus amigos delfines quienes lo invitan a seguirlos. Algo parecido le pasa a quien quiere bucear en su océano interior: la profundidad le atrae cada vez más. Al principio siente temor, se preocupa por el aire que no debe faltarle. Está pendiente de su respiración, hasta tiene temor de morir. Pero luego lo profundo y su paz se lo atraen tanto, que sus temores se desvanecen, y hasta es probable que casi no necesite "respirar" más del aire que conocía.
En una práctica que me dio mi maestro cierta vez, llamada "la expiración", muchas veces dejé de respirar por largo tiempo. Ya no escuchaban ni los latidos del corazón. Esto parecería imposible razonado con lógica, pero los yoguis logran dejar de respirar entre otras cosas. Yo estoy muy lejos de ser uno de ellos, pero a veces, la gracia del maestro permite realizar cosas que están más allá de lo lógico y razonable. En esta práctica (por favor no la realicen sin que un instructor verdadero esté cerca de ustedes para controlarlos) uno se recuesta, se relaja, inhala todo el aire que puede en sus pulmones ( absorbe el prana) y cuando ya no puede aspirar más, EXPIRA como un muerto lo hace al desencarnar. Noten que dije EXPIRA y no dije EXHALA. Cuando uno expira, muere. Cuando uno exhala, en algún momento vuelve a inhalar, porque se aferra a la vida. El aire es la vida, es el prana. Llega un punto en la práctica de la expiración, en que uno no teme a la muerte, y se abandona a Dios. Los pensamientos cesan, es incómodo y antinatural volver a ingresar aire en los pulmones, y uno ya no tiene conciencia del cuerpo. Algunas veces, inconcientemente, esto sucede durante la noche en todos nosotros. Es comprobado que los latidos y la presión sanguínea dismnuyen, pero más allá de eso, por lo menos una vez cada día, nos desprendemos de nuestro cuerpo físico y nuestra alma va al encuetro de su Creador. El cuerpo etéreo se separa, y viaja. Nada permanece en el recuerdo al despertar, porque hemos viajado hasta el Océano profundo, tan hondo que nuestra mente materia es incapaz de retener algo tan enorme como el Infinito.
Yo no quiero que realices esa práctica, porque debe ser hecha para cierto fin específico y bajo la enseñanza del maestro. Pero sí te pido que empieces a aventurarte en tu océano, que anheles conocerlo TODO, y que veas más allá de las olas y la superficie. Porque mientras estés arriba, disfrutarás mucho del aire, pero serás movido (como dice el apóstol Santiago) como las olas por el viento, de un lado a otro, en constante cambio. Ve más allá, donde el viento no puede hacer nada contigo, y las aguas te rodean mansamente. Sumérgete en el Océano de Dios.
 


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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: Marti2 Enviado: 03/11/2009 07:39
De: Marti2 Enviado: 06/10/2009 03:16
wooww quedé prendida de la lectura Nati. Es bellísima, me gustan mucho las parábolas y quizás las uso demasiado, pero es que es la única forma a veces de poder explicar ciertas cosas.
Eso que dice tu mensaje, un poquitito nada mas me ha pasado y me pasa. por esas cosas e la vida que es cierto te mueve y te lleva de aqui para allá, vivi una situación en donde solo me quedaba aventurarme en ese oceáno interior. Me pasó al revés de lo de tu mensaje, no podía ya respirar en la superficie. Ese océano interior no fue buscado por mi, se me abrió por necesidad diria yo. Y si es cierto que encontre tesores maravillosos, que de otra manera no los hubiera hallado jamas. Es cierto que al volver a la superficie esta ya no nos parece la misma y que muchas veces hasta carece de interés. Pero bueno digamos que uno aprende a estar en ella sin tantos problemas porque sabe que cuando quiere se puede volver a ese refugio incomparable del océano interior.
Las cosas se dan a veces sin proponérselo.
Besitos y razos y gracias por este hermoso mensaje.

Respuesta Ocultar Mensaje Eliminar Mensaje  Mensaje 3 de 3 en el tema 
De: Damara Enviado: 06/10/2009 17:06
El océano es un ejemplo perfecto para explicar algo tan complicado.¡Ojala hubiera conocido esta parábola hace años!.
Me hubiera ayudado a entender muchas cosas en su momento.
A mí, personalmente, me llevo tiempo entenderlo porque por miedo a ese fondo me negaba a bajar
y me quedaba en la superficie. A veces, la vida te va poniendo pruebas bastante duras y te encuentra con dos caminos.
Uno es bajar al fondo e intentar solucionarlas y otro es quedarte en la superficie nadando de un lado para otro para poder distraerte
e intentar olvidar de momento lo que tienes pendiente.
Si una vez, dos, tres ....haces lo mismo llega un momento en que la superficie te asquea, te agobia...y buscas el fondo.
Como no sabía bucear me ayudo mucho un libro que me recomendó una amiga.
¡Cuántas cosas maravillosas descubrí!, aunque también algunas feas. Es bueno conocer las feas porque con tiempo y voluntad
se pueden ir volviendo bonitas....aunque algunas siempre se quedarán feas ¡no somos perfectos!
¿Me equivoco?
Me encanta el tema


 
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