Como mendigos
Me gusta el horario de verano por que aún siendo tarde hay sol y es posible disfrutar un poco más de la luz del día. Hoy, tenía ganas de caminar un poco, entonces invité a mi compañera de trabajo para que al salir fuéramos al centro de la ciudad. Como hacía calor decidimos comprarnos un helado y sentarnos en un banco del parque. Al poco tiempo de estar allí, pasó un mendigo pidiendo limosna, ella sacó unas monedas de su bolso y se las dio.
Esa escena se prestó para comenzar la siguiente conversación:
-“Sabes, cuándo era pequeña éstas personas eran a las únicas que conocía como mendigos”.
Entonces yo respondí; –“¿Y ahora?”.
–“Bueno ahora con el paso de los años algunas veces yo también me he sentido un mendigo”.
–“¿Por qué dices eso?”.
“Mira no sé si me entiendas pero cuándo me enamoré por primera vez, recuerdo claramente que en algún momento de la relación llegué a suplicar un poco de su amor, así mismo le pedía con lágrimas en los ojos y mi voz apenas susurrando “no me dejes por favor”, ¿Puedes creer eso? En ese instante mendigaba amor, para mí era suficiente una limosna que se traducía en un beso, una mirada, para sentirme feliz. Me convertía en aquél niño cuándo es engañado con un dulce y sufría de la misma manera sintiéndome amenazada por perder algo que nunca había tenido, su amor”.
Mientras hablaba mi mente viajaba a través del tiempo.
“Ya ves a la jefa, vive enojada con la vida. De que le sirve vivir en esa gran mansión, llena de comodidades y lujos si su alma esta vacía y carente de amor. La pobreza que sufre su interior es tan grande como la de cualquier mendigo de la calle. ¿Viste? Hoy se veía muy guapa, elegantemente vestida pero... Su mirada era triste y en sus actos solo expresa rencor y amargura, su corazón debe estar muy dañado. ¿Qué me dices de los hijos olvidados? Pasan los días completos sin ver a sus padres por que trabajan mucho, esos pequeños son mendigos de la presencia, del cariño y el calor de un hogar para sentir que realmente viven en familia".
Entonces ya para finalizar le dije;
“Bueno siendo así creo que debemos ser muchos los limosneros anónimos que andamos escondidos por el mundo, por que sí, tienes razón ahora que bien lo pienso, yo también en algún momento de mi vida he sido un mendigo más”.
Hay que trabajar y entender que el amor y la amistad, no se deben mendigar, son sentimientos que nacen en lo más íntimo de nuestro ser y que crecen alimentándose de un sin número de detalles no materiales, más bien espirituales que fortificaran las relaciones y nuestro ego. Esa es una buena solución para terminar con esa mendicidad y construir una vida mejor en todos los sentidos
Magy