¿Ignorante?
Lo ignorante que soy… y yo no lo sabía.
Cada vez que me preguntan sobre las últimas noticias, mi frente se arruga de manera que no entiendo.
Debo reconocerme como una gran ignorante, por lo tanto, pues los temas de la moda, las rebajas, las series, no los conozco ni me interesan. Y no puedo opinar, más bien otorgar con mi silencio ante la gran sabiduría de estos tipos que desmenuzan las intrigas que preocupan hoy en día a la sociedad.
Y pensar que no lo sabía… pues mi ignorancia me precede como la fama a las estrellas. La verdad, que carezca de cierto sentido de la estética, me ha distanciado de estos temas para poder rebatirlos o como mínimo aportar algo a la conversación.
Me reconozco como la ignorante que soy, porque mientras la mayoría del mundo que me envuelve está pegado al televisor culturizándose delante de cualquier anuncio comercial que salga, yo prefiero escuchar música o leer; porque mientras la propaganda se masifica y se hace divertida, yo me hago la tonta por tratar de algo un poco… como decirlo… profundo, interesante.
En realidad hay que ser bien ignorante, más aún por no saber de mi propia ignorancia frente a ellos. O sea que no me he visto lo suficiente al espejo para poder darme cuenta de la gran diferencia de ideas que tenemos, y que por lo visto, pueden hasta separarnos de algún modo.
Ahora que recuerdo, algún tiempo atrás, por algo me llamaban “extraña”, porque la verdad siempre he hablado diferente, porque no puedo hablar como el resto de personas comunes, aunque admito que mi ignorancia me ha ayudado a complementarme con el resto de mis amigos.
Prefiero no hablar de política, porque la verdad es que no me interesa terminar peleando. Mucho menos de este tipo de cultura que algunos quieren fanfarronear como distinguidos escritores. Yo hablo de mi realidad cotidiana, de cuanto ven mis ojos, de cuanto pueden palpar mis sentidos, pero es que según lo que se puede catalogar como ignorancia, ellos tampoco son capaces de distinguir mis palabras y aportar nada a la conversación.
Porque según entiendo el término de cultura tiene un abanico muy amplio, porque quien opina es entendido en la materia. Ahora comprendo que por no interesarme de un tema en particular me desvirtúa como alguien culto. Hablar de lo que al resto le interesa es necesario hasta ese punto y listo. ¡Que fácil! Que ahora hablemos de quien tiene el injerto de tetas más grande del mundo nos hará reír, luego con la risa podremos estar más contentos para poder desenvolvernos en el trabajo, y si pasamos trabajando alegremente podremos producir más en el país. ¡Ya entiendo!
De eso trataba mi ignorancia… y pensar que no lo sabía. Esa ignorancia basada en lo que al resto del mundo le interesa ver hoy en día, de los temas más livianos, es lo que me distancia de las conversaciones que diariamente sostienen mis compañeros. Porque no es la misma ignorancia que ellos tienen, de no querer ver la realidad que nos atosiga o que nos engrandece… en la vida misma.
¡Que ignorante soy! Y pensar que no lo sabía…
Así que tendré que disculparme con quien me está leyendo por si acaso no pueda darle yo el informe del último artículo de descuento, por no comentarles sobre al acné que aqueja al hijo de alguna famosa o bien el resultado de la lotería de este fin de semana. Porque soy una ignorante que se preocupa por mantenerse viva en un mundo crudo, lleno de desafíos y pruebas nuevas; porque soy una ignorante que se preocupa de tener comida, en vez de preocuparme por la nevera de última generación.
Porque mi cabeza no es capaz de asimilar tanta propaganda… soy una ignorante. Porque no soy capaz de hacerte reír con un buen chiste para que olvides tus problemas… soy una ignorante… Porque no soy capaz de hablar de las mismas estupideces que el resto del mundo… soy una ignorante.
¡Y pensar que no lo sabía!…
¿Tu sí?