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Réponse  Message 1 de 4 de ce thème 
De: Marti2  (message original) Envoyé: 20/12/2009 07:22
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Para mayores de 40

     
   
Lo que me pasa es que no consigo andar por el mundo tirando cosas
y cambiándolas por el modelo siguiente sólo porque a alguien se le ocurre
agregarle una función o achicarlo un poco.

    No hace tanto, con mi mujer, lavábamos los pañales de los críos,
 los colgábamos en la cuerda junto a otra ropita,
los planchábamos, los doblábamos y los preparábamos para que los volvieran a ensuciar.

    Y ellos, nuestros nenes, apenas crecieron y tuvieron sus propios
hijos se encargaron de tirar todo por la borda, incluyendo los pañales.

    ¡Se entregaron inescrupulosamente a los desechables! Si, ya lo sé.
A nuestra generación siempre le costó tirar. ¡Ni los desechos nos
resultaron muy desechables! Y así anduvimos por las calles guardando
los mocos en el bolsillo y las grasas en los repasadores.

    ¡¡¡Nooo!!! Yo no digo que eso era mejor. Lo que digo es que en algún
momento me distraje, me caí del mundo y ahora no sé por dónde se entra.
Lo más probable es que lo de ahora esté bien, eso no lo discuto. Lo que pasa
es que no consigo cambiar el equipo de música una vez por año,
el celular cada tres meses o el monitor de la computadora todas las navidades.

    ¡Guardo los vasos desechables!

    ¡Lavo los guantes de látex que eran para usar una sola vez!

    ¡Apilo como un viejo ridículo las bandejitas de espuma plástica de los pollos!

    ¡Los cubiertos de plástico conviven con los de acero inoxidable en el cajón de los cubiertos!

    ¡Es que vengo de un tiempo en el que las cosas se compraban para toda la vida!

    ¡Es más!

    ¡Se compraban para la vida de los que venían después!

    La gente heredaba relojes de pared, juegos de copas, fiambreras de
tejido y hasta palanganas de loza.

    Y resulta que en nuestro no tan largo matrimonio, hemos
tenido más cocinas que las que había en todo el barrio en
mi infancia y hemos cambiado de heladera tres veces.

    ¡¡Nos están fastidiando! ! ¡¡Yo los descubrí!! ¡¡Lo hacen adrede!!
 Todo se rompe, se gasta, se oxida, se quiebra o se
consume al poco tiempo para que tengamos que cambiarlo.
Nada se repara. Lo obsoleto es de fábrica.

    ¿Dónde están los zapateros arreglando las media-suelas de las Nike?

     ¿Alguien ha visto a algún colchonero escardando sommiers casa por casa?

    ¿Quién arregla los cuchillos eléctricos? ¿El afilador o el electricista?

    ¿Habrá teflón para los hojalateros o asientos de aviones para los talabarteros?

    Todo se tira, todo se desecha y, mientras tanto, producimos
más y más basura.

    El otro día leí que se produjo más basura en los últimos
40 años que en toda la historia de la humanidad.

    El que tenga menos de 40 años no va a creer esto: ¡
¡Cuando yo era niño por mi casa no pasaba el basurero!!

    ¡¡Lo juro!! ¡Y tengo menos de... años!

    Todos los desechos eran orgánicos e iban a parar al gallinero, a los patos o a los conejos (y no estoy hablando del siglo XVII)


    No existía el plástico ni el nylon. La goma sólo la veíamos
en las ruedas de los autos y las que no estaban rodando
las quemábamos en la Fiesta de San Juan.

    Los pocos desechos que no se comían los animales,
servían de abono o se quemaban. De por ahí vengo yo.
Y no es que haya sido mejor. Es que no es fácil para un pobre
tipo al que lo educaron con el guarde y guarde
que alguna vez puede servir para algo, pasarse al compre
 y tire que ya se viene el modelo nuevo.

    Mi cabeza no resiste tanto.

    Ahora mis parientes y los hijos de mis amigos no sólo
cambian de celular una vez por semana, sino que, además,
cambian el número, la dirección electrónica y hasta la dirección real.

    Y a mí me prepararon para vivir con el mismo número,
 la misma mujer, la misma casa y el mismo
nombre (y vaya si era un nombre como para cambiarlo)
 Me educaron para guardar todo. ¡¡¡Toooodo!!!
Lo que servía y lo que no. Porque algún día
las cosas podían volver a servir. Le dábamos crédito a todo.

    Si, ya lo sé, tuvimos un gran problema: nunca nos
explicaron qué cosas nos podían servir y qué cosas no.
Y en el afán de guardar (porque éramos de hacer caso)
guardamos hasta el ombligo de nuestro primer hijo,
 el diente del segundo, las carpetas del jardín de infantes
y no sé cómo no guardamos la primera caquita.
 ¿Cómo quieren que entienda a esa gente
que se desprende de su celular a los pocos meses de comprarlo?

    ¿Será que cuando las cosas se consiguen fácilmente, no se valoran y se vuelven desechables con la misma facilidad con la que se consiguieron?

    En casa teníamos un mueble con cuatro cajones.
El primer cajón era para los manteles y los repasadores,
el segundo para los cubiertos y el tercero y el cuarto
 para todo lo que no fuera mantel ni cubierto.
Y guardábamos.. . ¡¡Cómo guardábamos!!
¡¡Tooooodo lo guardábamos!!
¡¡Guardábamos las chapitas de los refrescos!!
¡¿Cómo para qué?!
Hacíamos limpia-calzados para poner delante
de la puerta para quitarnos el barro.
Dobladas y enganchadas a una piola se
convertían en cortinas para los bares.
Al terminar las clases le sacábamos el corcho,
las martillábamos y las clavábamos en una
tablita para hacer los instrumentos para la fiesta
de fin de año de la escuela. ¡Tooodo guardábamos!

   

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Réponse  Message 2 de 4 de ce thème 
De: Marti2 Envoyé: 20/12/2009 07:24
 
 
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 ¡¡¡Las cosas que usábamos!!!: mantillas de faroles,
ruleros, ondulines y agujas de primus.
Y las cosas que nunca usaríamos.
Botones que perdían a sus camisas y carreteles
que se quedaban sin hilo se iban amontonando
en el tercer y en el cuarto cajón.
Partes de lapiceras que algún día podíamos volver a precisar.
Tubitos de plástico sin la tinta, tubitos de tinta sin el plástico,
 capuchones sin la lapicera, lapiceras sin el capuchón.
Encendedores sin gas o encendedores
que perdían el resorte. Resortes que perdían
a su encendedor.

    Cuando el mundo se exprimía el cerebro
para inventar encendedores que se tiraban
al terminar su ciclo, inventábamos la recarga
de los encendedores descartables.
Y las Gillette -hasta partidas a la mitad- se convertían
en sacapuntas por todo el ciclo escolar.
Y nuestros cajones guardaban las llavecitas
de las latas de sardinas o del corned-beef,
por las dudas que alguna lata viniera sin su llave.
 ¡Y las pilas!
Las pilas de las primeras Spica pasaban del
congelador al techo de la casa.
Porque no sabíamos bien si había que darles
calor o frío para que vivieran un poco más.
No nos resignábamos a que se terminara su vida útil,
no podíamos creer que algo viviera menos que un jazmín.

    Las cosas no eran desechables.
Eran guardables.
¡¡¡Los diarios!!!
Servían para todo: para hacer plantillas
para las botas de goma, para poner
 en el piso los días de lluvia y por sobre
todas las cosas para envolver.
¡¡¡Las veces que nos enterábamos de algún resultado
leyendo el diario pegado al trozo de carne!!!

    Y guardábamos el papel plateado de los chocolates
 y de los cigarros para hacer guías de pinitos de navidad
y las páginas del almanaque para hacer cuadros
y los cuentagotas de los remedios por si algún
medicamento no traía el cuentagotas
y los fósforos usados porque podíamos
prender una hornalla de la Volcán desde
la otra que estaba prendida y las cajas
de zapatos que se convirtieron en los primeros
 álbumes de fotos.
Y las cajas de cigarros Richmond se volvían cinturones
y posa-mates y los frasquitos de las inyecciones
con tapitas de goma se amontonaban vaya
 a saber con qué intención, y los mazos
de naipes se reutilizaban aunque faltara
alguna, con la inscripción a mano en
una sota de espada que decía éste es un 4 de bastos.

    Los cajones guardaban pedazos izquierdos
de palillos de ropa y el ganchito de metal.
Al tiempo albergaban sólo pedazos derechos
que esperaban a su otra mitad para convertirse otra vez en un palillo.

    Yo sé lo que nos pasaba: nos costaba mucho
declarar la muerte de nuestros objetos.
Así como hoy las nuevas generaciones
deciden matarlos apenas aparentan dejar de servir,
aquellos tiempos eran de no
declarar muerto a nada: ¡¡¡ni a Walt Disney!!!

    Y cuando nos vendieron helados en copitas
cuya tapa se convertía en base y
nos dijeron: Cómase el helado y después
tire la copita, nosotros dijimos que sí,
pero, ¡¡¡minga que la íbamos a tirar!!!
Las pusimos a vivir en el estante de los vasos y
de las copas. Las latas de arvejas
y de duraznos se volvieron macetas
y hasta teléfonos.
Las primeras botellas de plástico se
transformaron en adornos de dudosa belleza.
Las hueveras se convirtieron en depósitos
de acuarelas, las tapas de botellones en ceniceros,
 las primeras latas de cerveza en portalápices
y los corchos esperaron encontrarse con una botella.

    Y me muerdo para no hacer un paralelo
entre los valores que se desechan y los que
 preservábamos.
¡¡¡Ah!!! ¡¡¡No lo voy a hacer!!!
Me muero por decir que hoy no sólo
los electrodomésticos son desechables;
que también el matrimonio y hasta la amistad son descartables.

    Pero no cometeré la imprudencia de comparar
objetos con personas.
Me muerdo para no hablar
de la identidad que se va perdiendo,
de la memoria colectiva que se va tirando,
del pasado efímero. No lo voy a hacer.
No voy a mezclar los temas, no voy a decir que a lo perenne
lo han vuelto caduco y a lo caduco lo hicieron perenne.
No voy a decir que a los ancianos se les declara la muerte
apenas empiezan a fallar en sus funciones,
que los cónyuges se cambian por modelos
más nuevos, que a las personas que les falta
alguna función se les discrimina o que valoran
más a los lindos, con brillo y glamour.

    Esto sólo es una crónica que habla de
pañales y de celulares.
De lo contrario, si mezcláramos las cosas,
tendría que plantearme seriamente
entregar a la bruja como parte de
pago de una señora con menos kilómetros
y alguna función nueva.
Pero yo soy lento para transitar este mundo de la reposición
 y corro el riesgo de que la bruja me gane
de mano y sea yo el entregado.

Eduardo Galeano
           

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Réponse  Message 3 de 4 de ce thème 
De: Issa40441 Envoyé: 20/12/2009 13:03
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Réponse  Message 4 de 4 de ce thème 
De: c3l14 Envoyé: 20/12/2009 16:25
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