En los que vivimos,nuestros pero a la vez tan ajenos, en los que estos tiempos en demasiados niños ya no dicen los Reyes Magos me van a traer sino los Reyes Magos me van a comprar, y algunos otros no confían en la seguridad de sus majestades ya que ,según ellos, no pueden llegar a todos los lugares porque les podrían pegar un tiro..., en estos tiempos recuerdo con especial nostalgia a un muchacho que conocí. Su padre era pastor y él le ayudaba, encantado de la vida , a cuidar su rebaño. Después de las vacaciones de navidad cuando en la escuela,sus compañeros hablaban alborozados, quitándose la palabra los unos a los otros ,no era para menos,de los presentes que habían recibido, él callaba, hasta que no sin pudor, pero con brillo en los ojos, puso en conocimiento de todos el regalo que él había recibido: un cabritillo negro
Pensé en su carta y la imaginé así:
CARTA
Queridos Reyes Magos:
Espero haber sido un buen muchacho y un buen pastor, por eso me atrevo a pediros, todas estas cosas:
Un barco muy grande,
un par de patines,
un traje elegante,
docenas de cuentos,
unos caramelos tamaño elefante,
cajas de pinturas,
y un coche brillante,
dos raquetas nuevas con fundas de ante,
un balón de cuero fuerte, imparable,
un ordenador de pantalla grande,
¡ah! y para el rebaño
-casi me los dejo-
dos chivitos negros.
Si por el camino, encontráis tropiezos, tormentas de arena quizá mucho peso...,no me traigáis todo, que yo lo comprendo, pero a los chivitos cuidádmelos mucho,que a ellos si los quiero.
Besos, muchos besos.
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Y a mi en estos tiempos en los que vivo, míos pero a la vez tan ajenos,me parece que sería bueno desear..., que los maestros sepamos mantener encendida la llama que arde tras la mirada de todos los cachorros del ser humano y que seamos capaces (o que al menos lo intentemos) de rescatar tanta mirada secuestrada por los sicarios de lo absurdo,de lo injusto ,de la nada...
Queridos Reyes Magos, si por el camino encontráis tropiezos, tormentas de arena, quizá mucho peso... espero que la sabiduría de miles de años y de viajes, preserve mi deseo.
Salomé Ballesteros García
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