¿Por qué cuando dormimos dejamos la mano semiabierta?
En condiciones de relajación total, cuando los músculos y los tendones se distienden, la mano adopta una posición que no es del todo abierta ni cerrada. Su grado de abertura depende de cómo esté apoyada: si descansa sobre el dorso, tiende a quedarse semiabierta, porque los dedos caen sobre la palma por su propio peso; si se apoya sobre la palma, entonces el peso de la mano y del brazo la aplasta de modo que se queda prácticamente abierta o por el contrario, cerrada en un puño. Las distintas posiciones de relajación ocurren en función del equilibrio entre la fuerza de la gravedad, el peso de la mano y el rozamiento con la superficie de apoyo. No siempre las posturas que parecen naturales, como la de la mano extendida, se corresponden con un estado de relax muscular. De hecho, para poner los dedos estirados hay que hacer un esfuerzo adicional. Lo mismo sucede con la cabeza. Esta se mantiene erguida todo el día aparentemente sin esfuerzo, pero en realidad lo logra gracias a la mediación de la poderosa musculatura del cuello. Sin su trabajo, la testa estaría tan inestable como la de un recién nacido.