Hace un par de días que vengo imaginando la librería del futuro y cómo evolucionaría para no desaparecer, porque si bien Internet a la hora de comercializar e-libros es un medio aparentemente ideal, creo que las librerías no desaparecerían.
Las ediciones electrónicas seguirán en aumento. Los lectores portátiles de libros electrónicos serán una realidad que se adoptará masivamente por estas grandes razones:
La conveniencia de llevar cientos de libros y poder consultarlos en todo momento
La capacidad multimedia de los libros (serán producciones multimediales aún siendo novelas)
La consciencia ecológica que perseguirá la detención del uso de árboles para producir celulosa de papel
La capacidad de manejar y compartir apuntes en forma social e interconectada (seleccionar texto, comentarlo y publicarlo en un blog desde el mismo lector será algo muy sencillo)
La capacidad de que el libro pueda ser leído por el mismo dispositivo con distintas voces, entonaciones y velocidades.
Pero… ¿desaparecerán los libros en papel? ¿desaparecerán las librerías ante el avance de la venta online?
Los libros en papel es probable que no desaparezcan, pero ya no hará falta tener ningún stock, ya que las librerías estarán online con las editoriales y estas enviarán la copia del documento electrónico del libro a imprimir por demanda.
Por lo tanto una librería 2.0 se verá más como los negocios de venta de discos compactos. Un montón de bateas llenas de tapas en tamaño original que al acercarlas a pantallas le permitirán ver material relacionado, así como hojear el libro, ver videos relacionados… entre otros tantos materiales. Si quisiera llevarse un resumen impreso o sincronizar un resumen electrónico con su celular, pues será muy sencillo.
Para comprar solo bastaría elegir entre versión electrónica o papel por demanda, teniendo la versión electrónica la opción de imprimirla por demanda a un precio especial disponible durante unos días luego de la compra.
Para quienes desean leer en papel y tomar notas en el libro electrónico para ir publicando en un blog, por ejemplo, se podrán comprar ambas versiones, pero por una cuestión de consciencia ecológica las versiones en papel serán considerablemente más caras que las electrónicas, y estas últimas tendrán una cantidad de material extra para generar una mayor demanda de este medio.
Ahora bien, una librería con bateas tendría muchísimo más espacio para espacios de lectura, por lo tanto ir y utilizar un lector electrónico especial de la librería le permitiría sentarse en esos espacios y disfrutar de la lectura de cualquiera de los libros del catálogo, y en caso de querer comprarlo el mismo dispositivo le permitiría hacerlo.
Las librerías 2.0 podrían ser incluso puntos de distribución de libros sin fines de lucro, libros con licencias Creative Commons, y podrían adherirse a múltiples cadenas de distribución de libros electrónicos, siendo que con la misma infraestructura podrían sumar alianzas permanentemente sin que eso signifique un problema de espacio. Por lo tanto una librería 2.0 podría contar con una cantidad ilimitada de libros en un espacio sumamente reducido. Incluso podríamos encontrarnos con terminales tipo cajeros automáticos donde elegir un libro, pagarlo con el celular y tras unos instantes descargar a nuestro lector o esperar la copia en papel.
Pero… los blogs jugarán un rol enorme en la evolución de los escritores, y sino fíjense que en Buenos Aires comenzaron a imprimir blogs de 4 autores en formato libro papel por demanda!
///////////////////////////
Una visión sobre el futuro de los libros
Alfredo Álamo
El mundo del libro se acerca poco a poco a un cambio inexorable con la llegada de una red global, un acceso permanente a ella y a una necesidad -justificada o no- cada vez mayor de información.
La mayor parte de los artículos en los que hablamos de este tema se centran sobre el corto medio plazo: cómo las editoriales preparan sus fondos, cómo van a ser las próximas pantallas de e-tinta o qué papel pueden jugar las operadoras de telefonía y las grandes cadenas comerciales en todo este negocio.
Ahora que estamos en verano, y casi nadie nos escucha, me gustaría ir un poco más allá, avanzar unos veinte años en el tiempo, realizar un ejercicio de anticipación sobre el futuro del libro y hablar un poco de cómo es mi visión personal de hacia dónde nos dirigimos (si superamos el año 2012, que según algunos significará el fin de la civilización tal y como lo conocemos).
Dentro de los avances tecnológicos y de soporte doy por hecho que el papel electrónico flexible e interactivo será una realidad, sobre todo teniendo en cuenta que ya hay prototipos hoy en día. Eso nos lleva a gadgets multifunción, de gran pantalla y resolución, finos como una hoja de papel, plegables o enrollables. El acceso a una red global de comunicación a velocidades muy superiores a las actuales nos daría capacidad vídeo y música en streaming desde prácticamente cualquier lugar en el que nos encontremos. Eso, claro, se aplica con mayor facilidad a los ebooks.
Los libros en papel se convertirán -si no lo son ya- en elementos de lujo personal. La edición de bolsillo barata, la que más se vende hoy, es probable que desaparezca a favor de sistemas de suscripción o de alquiler temporal, como ya pretende instaurar Google. Se comprarán en papel aquellos libros que realmente se quiera poseer o regalar. La compra compulsiva o de prueba desaparecerá de los libros físicos.
El desarrollo de las tecnologías de nube y almacenamiento externo nos ofrecerán acceso en cualquier momento y lugar a nuestra propia biblioteca. Incluso el formato de los libros podrá ir cambiando de manera automática a medida que la tecnología o el software avance, evitando la obsolescencia de antiguos textos.
Las actuales distribuidoras de libros tendrían que empezar a buscar nichos alternativos de mercado: el volumen de libros en movimiento o almacenados bajará muchísimo. El viejo dicho de “Si quieres hacer dinero con la literatura, cómprate un camión” pasará a ser “Si quieres hacer dinero con la literatura, monta un servicio de suscripción lo más amplio posible a través de la red”
¿Dónde deja esto a editores, escritores y libreros?
Los editores, si siguen el modelo que deberían seguir y no se aferran al formato en papel hasta la muerte, comprenderán que su fondo editorial pasa a ser un todo, un conjunto por el que la gente estará dispuesta a pagar para tener acceso a él. Si la demanda se genera sin que exista una oferta correcta, la piratería se convertirá en un fenómeno imparable.
Los escritores se enfrentan a dos cosas: La primera, el cambio que supondrá escribir libros en una sociedad plenamente digital. Muchos libros se convertirán en piezas de hipertexto en los que el autor deberá ser capaz de atrapar al lector entre un mar de datos, ventanas emergentes y mensajes de mail. Por otro lado, la interacción entre el escritor y sus lectores aumentará a niveles nunca vistos. La sociedad digital no perdona ni la reclusión ni los malos modos.
Los libreros. Ahí es donde me surgen más incógnitas. De hecho, la especialización de la pequeña librería me parece la mejor manera de su supervivencia, sobre todo si repunta el Print-On-Demand. A mi juicio, y puede parecer raro decirlo ahora, a quien veo peor dentro de veinte años es a las grandes cadenas de librerías y a los apartados de libros en los grandes centros comerciales. El libro de paso, el libro de batalla, que es el que suele comprar ahí, pasará al dominio de las tiendas electrónicas o al e-book. El librero como guía a la hora de comprar y descubrir autores nuevos siempre ha sido un referente que puede ser borrado por la capacidad de los algoritmos de recomendación en las tiendas virtuales. El trato humano, sin embargo, no puede ser sustituido.
Esta es una visión incompleta, por supuesto, no incluye muchos factores, sobre todo los de presión económica por parte de muchos sectores, pero no creo que se aleje tanto de la realidad del año 2029, año en que por tradición la humanidad debería estar ya colonizando la galaxia.
Lecturalia