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General: Haiti Hoy
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De: Marti2 (Mensaje original) |
Enviado: 19/01/2010 04:25 |
Estiman que son 140.000 los muertos por el terremoto
Haití, la ayuda no llega
El hambre, un drama para los sobrevivientes
Retorcidos, vestidos con trapos sucios o apilados, los muertos están tirados por las calles de la arruinada capital de Haití. Algunos no tienen nada que los cubra, están abandonados pudriéndose al sol. Los trabajadores de la ciudad comenzaron ayer la truculenta tarea de levantarlos usando los camiones de basura. La gente compara a Puerto Príncipe con una escena de Armageddon, pero en realidad eso no le hace justicia al grado de horror de sus calles. Cuando uno finalmente se acostumbra al olor a carne podrida y aguas servidas, o a las multitudes cubiertas de polvo que deambulan por el pavimento en busca de agua o comida, otra terrible visión surgirá de los escombros.
El número de muertos del mayor terremoto que asoló la región en 200 años ya es de 40.000 pero, según el gobierno, son al menos 100.000 los desaparecidos, por lo que la cifra de víctimas podría superar las 140.000 personas. Una metrópolis de dos millones de personas se deshizo en pedazos. No funcionan la electricidad ni el agua ni las cloacas y la infraestructura está colapsada.
Frenéticos por conseguir ayuda, los sobrevivientes apilaban los cadáveres para crear vallas en los caminos, esperando conmocionar al mundo para que apure la reacción. El temor ahora es que la gente se enerve y se llegue a una crisis en la ley y el orden. “La situación en la ciudad es muy difícil y tensa”, dijo Salavat Mingliyev, jefe del equipo de búsqueda y rescate ruso.
Afuera del ahora arruinado palacio presidencial, en el centro de la ciudad, una multitud tensa de unas mil personas estaba reunida. Estaban parados detrás de un cordón de seguridad que los mantenía alejados de los camiones de la Cruz Roja, con los trabajadores con miedo a distribuir los suministros por temor a que se desatara un pandemónium. “Estoy furioso. Hemos estado aquí durante cuatro días y no hemos visto nada: ni comida ni agua ni carpas”, dijo Jean-Claude Hillaire. “Tengo tanta hambre. Y quiero saber por qué esta gente no recibe ayuda. ¿Por qué nada llega? No hemos recibido nada de Estados Unidos, nada de la comunidad internacional. Nos sentimos enojados y abandonados.”
“Veinte mil personas están durmiendo en esta plaza y nadie nos está ayudando. Estamos aullando por ayuda. Lo puedo llevar por este camino, durante el próximo kilómetro y medio al puerto, hay cientos de cuerpos tirados en la calle. El mundo necesita ver este sufrimiento, y ver esta muerte y decirles a sus líderes que algo debe hacerse para ayudar, ya.”
Con un gesto hacia la historia de Haití, como la primera nación esclava que logró la independencia, añadió: “Estoy especialmente enojado con Barack Obama. La gente de este país, Haití, fueron los primeros negros que se liberaron. Ahora necesitamos ayuda del primer presidente negro. No la necesitamos en cuatro, cinco o 20 días. La necesitamos hoy, ahora”.
El puerto de la ciudad, a un kilómetro y medio de distancia, está vacío de los barcos de asistencia prometidos por los líderes del mundo. Los caminos están atascados y en algunos lugares, intransitables. Los suministros de comida y agua están varados en el disfuncional aeropuerto en las afueras de la ciudad. “El aeropuerto es un caos”, dijo Mark Pearson, de la empresa de caridad británica Shelterbox, que ayer estaba esperando que aterrizaran los suministros. “En este momento la prioridad es todavía buscar y rescatar y luego la ayuda, de manera que obviamente hay frustración. La gente anda en busca de agua. Ésa es la gran necesidad.”
Cada pedazo de parque, plaza o terreno en la ciudad está lleno de carpas precarias, a veces hechas de bolsas de plástico, donde esperan los sin hogar, con sus muertos y sus heridos, a que llegue la ayuda. A pocos metros de ahí está el Champs de Mars. Ahí me encontré con Marie Cayo, una niña de tres años con una venda alrededor de la cabeza, y cuya madre, Souvenir, murió en el terremoto del martes. “Marie tuvo suerte”, dijo su primo Nicolas, uno de los 20 parientes de Marie que duermen debajo de una pequeña lona. “Souvenir murió cuando la casa se desplomó sobre ellos. Porque Marie es pequeña, la gente la pudo sacar de entre los escombros. Llevamos el cuerpo de Souvenir al cementerio y la enterramos nosotros mismos en un cajón. Fue lo mejor que pudimos hacer.”
“Los cuerpos que nadie reclama se dejan en las esquinas o puestos en fila en los costados de las calles. En un callejón que va al centro de la ciudad conté 30 cadáveres en fila cubiertos con tela, pero más cerca del puerto, los muertos simplemente están apilados, montones de ellos. Las moscas les están comenzando a prestar atención, junto con los perros abandonados.”
“Hemos estado durmiendo en una plaza desde el martes”, dice Joseph Marc Antoine, con quien hablé en las calles que rodean el palacio. “No tenemos nada. Todavía puedo oír a la gente gritar en medio de los escombros, pero no podemos hacer nada. El olor a la gente muerta mezclada con la basura está en todos lados. Y no es bueno.”
Además, hay una creciente amenaza de enfermedades infecciosas como tifoidea o disentería. Mucha gente está usando pañuelos alrededor de sus rostros, y hay una creciente sensación de inseguridad. La mayor parte de Puerto Príncipe es un área de peligro después de que oscurece, y hay rumores de que bandas armadas establecen bloqueos de calles para exigir dinero y suministros esenciales a cualquiera que intente pasar. El delito y el saqueo son algo común, en parte porque la cárcel de la ciudad colapsó, liberando a varios miles de internos, incluyendo a muchos miembros de bandas, pero también porque muchos sobrevivientes están desesperados por obtener comida o agua. Pequeñas bandas de jóvenes portando machetes se han visto en algunas áreas de la ciudad, presumiblemente en busca de comida.
Unos 5.000 efectivos estadounidenses llegaron ayer para distribuir ayuda y para evitar una explosión de disturbios entre los sobrevivientes desesperados. Robert Gates, el secretario de Defensa de Estados Unidos, dijo que su primera tarea será distribuir la ayuda tan pronto como sea posible “para que la gente, en su desesperación, no se vuelva violenta”. En medio de los temores de que se desaten disturbios, Barack Obama habló con el presidente haitiano, René Preval, durante 30 minutos ayer. Pero la crisis que confrontan ambos líderes ahora probablemente sea un tema: la pobreza. La secretaria de Estado de EE.UU., Hillary Clinton, llegará hoy al país, y mañana lo hará el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon.
Los suministros de los aviones están atascados en el aeropuerto de Haití. La pista de aterrizaje no tiene luces, de manera que sólo está abierta durante el día, y ahora está tan congestionada que montones de vuelos que llegan no pueden aterrizar.
En los próximos días, una crisis de refugiados puede afligir a Haití. Cuando uno se acerca a la capital por el camino desde la vecina República Dominicana, una gran nube de polvo se hace visible. Pronto se ve claramente que proviene de los vehículos atestados, pegados unos a otros, obedeciendo el consejo del gobierno de dirigirse al campo.
Muchos está tratando de llegar al campo, que no fue tocado por el desastre. Muchos más se dirigen a la frontera con la República Dominicana, donde esperan llegar a hospitales que funcionen. Nadie sabe qué sucederá cuando lleguen ahí. O si alguna vez volverán.
Guy Adams |
Traducción para Página12 de Celita Doyhambéhère
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De: Marti2 |
Enviado: 19/01/2010 04:39 |
Anatomía de una maldición
Acabo de leer en un despacho de AP que el televangelista norteamericano Pat Robertson sentenció que sobre Haití pesa una maldición ocasionada por «un pacto con el demonio», supuestamente sellado en «ritos del vudú» que habrían precedido a los alzamientos de esclavos con los cuales se inició la revolución de 1791 en la colonia francesa de Saint Domingue. La revolución que conduciría a la primera independencia de nuestra América, consumada el 1 de enero de 1804, tras una cruenta contienda contra los ejércitos napoleónicos, contabilizada por la historia como una de las más estruendosas derrotas de Bonaparte. Si alguna influencia tuvieron los loas del vudú no fue exactamente negativa.
Pero la maldición no vino del cielo cristiano, vino de Europa y de los vecinos del Norte: del Occidente, al que no debiéramos sentir tanto orgullo de pertenecer. Era el Occidente que no podía tolerar en sus dominios una república nacida de una revolución de negros esclavos y de mulatos. Es curioso que la intolerancia procediera principalmente de la antigua metrópoli: la Francia salida de la primera gran revolución social, que le cerró los indispensables asideros económicos, forzando además a la nación haitiana a pagar una indemnización arbitrariamente impuesta, la cual costó más de medio siglo cancelar.
Por otra parte, actuando a modo de tenaza, la joven nación de América del Norte, nacida de la independencia de las trece colonias británicas, se asociaba a Francia en el bloqueo de su ex colonia. El novedoso experimento político, admirado por tantos europeos liberales de la época, iba a mantener el régimen de trabajo esclavo en el centro de su economía durante medio siglo más; Haití no cuadraba en su entorno cercano. Es decir, que los dos países más representativos de la avanzada de la modernidad no vacilaron en estrangular las rutas de asentamiento a la primera república que se emancipaba en la América realmente colonial.
Muchos años después, a principios del siglo XX, en el contexto ya de su expansión de poder en la región, los Estados Unidos completaron la tarea pendiente en Haití con una ocupación militar que duró cerca de treinta años (1915-1934), dejando el país materialmente desolado y en manos de una dictadura sui generis: la dinastía de los Duvalier. Paradojas de la historia: la dominación colonial francesa había llevado a Saint Domingue a la opulencia, en tanto la neocolonial norteamericana sirvió para perpetuar la pobreza extrema.
Me inclino a pensar que el pacto con el diablo existe, pero que no lleva la firma de Mackandal sino de quienes desde el comienzo del siglo XIX han ocupado la Casa Blanca y el palacio del Elíseo. Y de banqueros y empresarios ricos y blancos de los dos lados del Atlántico.
Las masas haitianas, empobrecidas a extremos que rebasan cualquier explicación histórica racional, se lograron sacudir la dictadura duvalierista en 1986, para caer de nuevo en un torbellino de inestabilidad muy difícil de afrontar. Sujeto siempre al lastre de «lo arcaico», denominador que engloba, en la comprensión de la realidad haitiana, a los factores económicos, políticos y culturales que comprimen las posibilidades de hacer viable un proyecto social que responda a las potencialidades y los intereses de la nación.
Un Haití superpoblado, de tierras agotadas y campos deforestados, con el setenta y ocho por ciento de su población bajo la línea de pobreza, un producto per cápita que no llega a 400 dólares anuales, clasificado en la posición 146 según el índice de desarrollo humano calculado por las Naciones Unidas, es el país maldito cuya capital ha sido castigada con el brutal terremoto del 12 de enero de 2010.
El conteo de las víctimas mortales del terremoto va a ser muy alto, tal vez imposible de fijar con exactitud. El de las víctimas que han sobrevivido va a ser mucho mayor. Pero el de las víctimas de dos siglos de opresión imperial es descomunal. El panorama de Puerto Príncipe arrasada por el sismo es siniestro. Pero no hay que olvidar que el panorama antes del sismo también lo era. Solamente con menos demoliciones y sangre en la calle. Eso es precisamente lo que hace mayor la desolación del pueblo haitiano ante esta desgracia.
La tragedia provocada por el huracán Katrina en Nueva Orleáns en 2006 mostró los niveles de desamparo que podía sufrir la población humilde en una ciudad del país más opulento y poderoso de la Tierra. Los sobrevivientes del Katrina han debido purgar también su maldición. Si nos guiamos por ese antecedente, ¿qué pueden esperar las víctimas haitianas de esta catástrofe natural?
Ahora habrá que concentrarse en salvar vidas de todos los impactados por los escombros. ¿Dónde escombrear en una ciudad que ya estaba en ruinas antes del desastre? Se hace urgente garantizar la alimentación de las victimas ahora impedidas. ¿Y la del resto de la población sumida en la miseria, que también carece de medios? Se necesita reponer progresivamente la perdida de techo a los que han quedado sin abrigo. ¿Y el techo de los cientos de miles que duermen en las calles habitualmente? ¿Cuáles van a ser las prioridades constructivas? ¿Reconstruir el palacio presidencial -el edificio más bello y emblemático de la capital haitiana- o levantar espacios de alojamiento para la población? Si fuese la Casa Blanca la arrasada no creo que sus inquilinos hubieran quedados tan desprovistos como las víctimas del huracán Katrina.
¿De donde van a salir los recursos para hacer frente a la restauración de Puerto Principe? Sabemos que seguramente de la solidaridad de gobiernos y pueblos hermanos, instituciones de la sociedad civil, seguramente. ¿Y el mundo del capital transnacional qué va a poner? ¿Cuánto van a aportar Carlos Slim, William Gates, Warren Buffet, Georges Soros, Álvaro Novoa, Lawrence Elliot y otros acaudalados personajes? Habría que dirigirse a los que se han beneficiado de las formidables inyecciones de dinero que Wall Street y la City recibieron para afrontar la crisis financiera. No basta con el esfuerzo de Cáritas Internacional, de otras instituciones benéficas y de los países amigos latinoamericanos, periféricos todos, para ayudar al pueblo haitiano a afrontar una catástrofe de tales magnitudes.
Y al despacho oval, donde ahora se sienta un afroamericano -como gustan decir para creer que la discriminación ha sido superada- quien podría compensar toda la discriminación que el Estado de la Unión impuso a la primera república latina en independizarse en América, por el sólo hecho de haber sido forjada por esclavos negros y mulatos que decidieron no seguir oprimidos por los colonos franceses.
¿Será posible conseguir lo necesario tocando a esas puertas?
Aurelio Alonso
Rebelion
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De: Marti2 |
Enviado: 19/01/2010 23:44 |
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De: Marti2 |
Enviado: 27/02/2010 22:06 |
Terremoto en Haití: Crisis social a largo plazo
Puerto Príncipe (AOL Latino y Servicios Combinados) - La situación social de Haití hoy es crítica, pero, cómo será la vida en 10 diez o 20 años en un país donde las familias estás destruidas y sus integrantes desmembrados.
Los equipos de médicos en Haití reportan que el 90 por ciento de los heridos tras el terremoto del 12 de enero van a una sala de operaciones improvisada y se les amputa alguna extremidad. Las fracturas que en cualquier otra circunstancia se hubieran resulto con un yeso, se complican, se infestan y el único recuso para evitar la muerte es amputar la extremidad. Muchas de estas personas han tenido que sufrir el corte de más de una de sus extremidades.
Los médicos en Puerto Príncipe dicen que se han multiplicado las amputaciones de manos, brazos y piernas. Es imposible hacer un recuento exacto en medio de los esfuerzos para atender a decenas de miles de pacientes en hospitales en parques y jardines.
"¿Qué haré? ¿Cómo sobreviviré por mis propios medios con una sola pierna?", preguntó Vital, semi desmayada sobre una cama metálica en el Hospital Renaissance, fundado por médicos cubanos en 2006 para tratar afecciones oculares y convertido rápidamente en una unidad de traumatología desde el terremoto.
La respuesta ella la sabe, en un país donde la vida siempre es difícil, la perspectiva de un futuro sin un brazo o una pierna es particularmente sobrecogedora.
Durante dos días, Licia Vital desoyó los ruegos de los médicos de amputarle su pierna izquierda gangrenada, a pesar del peligro de muerte.
Pero después de pasar una noche en vela debido al intenso dolor, la mujer de 19 años aceptó, siendo una más entre las decenas de haitianos que perdieron miembros desde el terremoto de magnitud 7.0 del martes pasado.
"Hemos debido realizar decenas de amputaciones, incluso amputaciones dobles", dijo la doctora Diana Lardy, de la organización Cuerpo Médico Internacional con sede en Los Angeles. "El problema es que la gente no recibió atención médica a tiempo y las heridas están muy infectadas. Muchos llegan con los huesos salidos del resto de la pierna". Lardy dijo que muchas heridas fueron causadas por socorristas sin preparación, que sacaron a sobrevivientes de entre los escombros con cualquier herramienta que tuvieran a mano.
"Tenemos decenas y decenas de pacientes a la espera de cirugía, incluso de amputaciones, y la gente no deja de llegar", acotó la médica.
Los médicos realizaron 45 amputaciones en tres días en el Renaissance, dijo la doctora cubana Olga María Delgado. En la mayoría de los casos, las hicieron sobre un mostrador revestido de azulejos blancos bajo un techo de cinc en los jardines del hospital. Dijo que la esterilización perdía importancia, ya que la mayoría de las heridas ya estaban infectadas.
Vital y su prima Chantal Felix vendían zapatos usados en el barrio pobre de Bel Air, donde compartían un cuarto con la hija de 11 años de Felix.
"¿Qué haremos ahora?", gimió Vital. "¿Qué haremos?" Desgraciadamente, sus temores por el futuro podrían no tener importancia. A pesar de la amputación, Vital estaba gravemente infectada y padecía una septicemia, dijo el cirujano Frank Díaz.
"No responde bien a los antibióticos que le suministramos", dijo Díaz. "Creo que tiene 90% de probabilidades de morir",
Niños adoptados y familias destruidas
Un avión con 53 huérfanos haitianos aterrizó en el aeropuerto internacional de Pittsburgh. ¿Por es eso lo que se quiere? Dispersar a los niños haitianos por el mundo, privándoles de crecer cerca de sus raíces?
El tema ha generado polémica, organizaciones como UNICEF dice que la adopción es sólo en "último caso", otras organizaciones hablan de acelerar el proceso.
Adopción como "último recurso"
Los niños huérfanos o abandonados a causa del devastador sismo en Haití solamente podrán ser adoptados por personas que viven en el extranjero como "un último recurso", advirtió hoy el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).
La portavoz de UNICEF, Veronique Taveau, dijo en rueda de prensa que "la adopción es el último recurso; primero se tienen que agotar todas las posibilidades de que los niños se puedan quedar con algún familiar y sigan viviendo en su país".
Taveau subrayó que la política de UNICEF siempre es tratar por todos los medios de encontrar a los familiares de los niños. No tiene que ser necesariamente el padre o la madre, sino que pueden sus abuelos u otros miembros de la familia, agregó. "La adopción la consideramos como la última opción cuando todas las demás hayan fracasado", insistió.
Niños sin nombres, sin padres
El terremoto dejó decenas de miles de huérfanos, dicen las organizaciones de ayuda: son tantos que nadie se arriesga a dar una cifra. En medio de la destrucción generalizada y el caos creciente, se entiende que haya muchos niños abandonados.
"Por ahora están en las calles", dijo Elizabeth Rodgers, de la organización británica SOS Children. "Sin duda, la mayoría de ellos están a la intemperie".
Antes del mortífero terremoto del martes pasado, abundaban los huérfanos en Haití, uno de los países más pobres del mundo: en sus asilos y hogares para huérfanos vivían 380.000 niños, según el sitio de internet del Fondo de la ONU para la Infancia.
Algunos habían perdido a sus padres en desastres anteriores, como las cuatro tormentas tropicales o huracanes que mataron a 800 personas en 2008, los mortíferos meteoros de 2004 y 2005 y las tremendas inundaciones que se producen cada dos años desde 2000. Otros quedaron abandonados en las interminables luchas políticas, que impulsaron a miles a pedir asilo en Estados Unidos _sin sus hijos o por padres demasiado pobres para cuidarlos.
Los grupos internacionales de ayuda intentan acelerar los procesos de adopción que ya estaban en curso o mediante personal que podría evacuar a miles a Estados Unidos u otros países.
El lunes, el gobierno holandés envió a funcionarios de inmigración para tratar de ubicar a un centenar de niños en proceso de adopción por familias de ese país.
El vocero del Departamento de Seguridad Nacional estadounidense, Sean Smith, dijo el lunes que los huérfanos que ya tienen un familiar en Estados Unidos recibirían permiso especial para permanecer allí.
Por otra parte, la Iglesia Católica de Miami propone una política similar al llamado Operativo Pedro Pan de 1960, que permitió trasladar a 14.000 niños de Cuba a Estados Unidos. Bajo el nuevo plan, llamado "Pierre Pan", huérfanos haitianos serían alojados en asilos y luego entregados a familias adoptivas.
Mientras tanto, el jefe de misiones humanitarias de la ONU, John Holmes, anunció el envío de una misión para proteger a los niños, huérfanos o no, del tráfico, el secuestro y el abuso sexual.
Adopción como "último recurso"
Los niños huérfanos o abandonados a causa del devastador sismo en Haití solamente podrán ser adoptados por personas que viven en el extranjero como "un último recurso", advirtió hoy el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).
La portavoz de UNICEF, Veronique Taveau, dijo en rueda de prensa que "la adopción es el último recurso; primero se tienen que agotar todas las posibilidades de que los niños se puedan quedar con algún familiar y sigan viviendo en su país".
Taveau subrayó que la política de UNICEF siempre es tratar por todos los medios de encontrar a los familiares de los niños. No tiene que ser necesariamente el padre o la madre, sino que pueden sus abuelos u otros miembros de la familia, agregó. "La adopción la consideramos como la última opción cuando todas las demás hayan fracasado", insistió.
Niños sin nombres, sin padres
El terremoto dejó decenas de miles de huérfanos, dicen las organizaciones de ayuda: son tantos que nadie se arriesga a dar una cifra. En medio de la destrucción generalizada y el caos creciente, se entiende que haya muchos niños abandonados.
"Por ahora están en las calles", dijo Elizabeth Rodgers, de la organización británica SOS Children. "Sin duda, la mayoría de ellos están a la intemperie".
Antes del mortífero terremoto del martes pasado, abundaban los huérfanos en Haití, uno de los países más pobres del mundo: en sus asilos y hogares para huérfanos vivían 380.000 niños, según el sitio de Internet del Fondo de la ONU para la Infancia.
Algunos habían perdido a sus padres en desastres anteriores, como las cuatro tormentas tropicales o huracanes que mataron a 800 personas en 2008, los mortíferos meteoros de 2004 y 2005 y las tremendas inundaciones que se producen cada dos años desde 2000. Otros quedaron abandonados en las interminables luchas políticas, que impulsaron a miles a pedir asilo en Estados Unidos _sin sus hijos o por padres demasiado pobres para cuidarlos.
Los grupos internacionales de ayuda intentan acelerar los procesos de adopción que ya estaban en curso o mediante personal que podría evacuar a miles a Estados Unidos u otros países.
El lunes, el gobierno holandés envió a funcionarios de inmigración para tratar de ubicar a un centenar de niños en proceso de adopción por familias de ese país.
El vocero del Departamento de Seguridad Nacional estadounidense, Sean Smith, dijo el lunes que los huérfanos que ya tienen un familiar en Estados Unidos recibirían permiso especial para permanecer allí.
Por otra parte, la Iglesia Católica de Miami propone una política similar al llamado Operativo Pedro Pan de 1960, que permitió trasladar a 14.000 niños de Cuba a Estados Unidos. Bajo el nuevo plan, llamado "Pierre Pan", huérfanos haitianos serían alojados en asilos y luego entregados a familias adoptivas.
Mientras tanto, el jefe de misiones humanitarias de la ONU, John Holmes, anunció el envío de una misión para proteger a los niños, huérfanos o no, del tráfico, el secuestro y el abuso sexual.
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De: Lalita2 |
Enviado: 27/02/2010 23:43 |
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