Naturaleza Letal
Es decir amor en breves palabras, paradójicamente, es rencor, es ira, es rabia, es maldad, es agachar la cabeza cuando la naturaleza nos castiga por la misma en cuestión, para ser testigos de los designios sobre la tierra que el celestial hace presente en sus dictados escritos para la humanidad, así, éste suscrito fluye entre nuevas letras para dar una voz de aliento, tal vez, por ser un privilegiado en la desgracia masiva y, atender con emergencia tanto dolor y tanto amor que se frustra en la desesperación, en donde las almas se han unido en silencio, en una lágrima, en un grito pavoroso, en aclamar culpa personal al divino, quizá, por arrepentimientos… ante semejante y espantoso suceso telúrico, naturaleza que hizo hervir sus venas planetarias, y por esta vez locatarias entre todos mis paisanos, humanos de corazón y también amigos del terror, pero cuestionados al momento de sentir que es el fin del mundo. Y no hay tal castigo, menos una culpa, sino más bien un respiro de la tierra que hace que se acomoden sus conductos para poder seguir gestando más de la misma, aquella que nos da alimentos, placeres y lugar al qué pertenecer; un suspiro de la corteza terrestre entre tanto agotar su capacidad ante la tecnología o simplemente auto convencerse que así debe y tiene que ser, con la dolorosa realidad de que cuando la naturaleza se hace ver en su fuerza y magnitud, acicalamos el temor, los gritos despavoridos, la enorme desesperación, y por no callar, así también, tantas culpas personales… en la exacta realidad de un resultado letal a nuestra humanidad, haciendo un término a la continuidad del ambulante, de nosotros “los igualados ante la necesidad”… y entender a duro pensar… que Dios no ha creado el mundo para enterrarnos bajo la misma tierra sin oportunidad de pedir perdón, por ello, la tierra es nuestra y la hacemos propia, pero la realidad es… que no es de nadie, sino simplemente es tierra… que está y que siempre estará… más allá de nuestros siglos en ella, y en ella nacemos y morimos, de una u otra forma, de alturas o a ras del suelo, con temor insólito, pero fiel a ella, y el mar nos la orilla, la quita y la gobierna con su sal, únicamente porque son parte de la naturaleza, fiel de lo antaño, de lo equitativo y lo sospechoso, por ello, no hay culpables, no hay quimeras de salvación; singularmente somos mortales expuestos a la ira de la naturaleza, y, en ella Dios jamás ha dejado de existir. Pidamos perdón al equivocar nuestro léxico al Padre Nuestro y asumamos la dura y triste realidad, empañada de dolores impostergables, tormentosos y abruptos pensamientos personales, dolores que jamás imaginamos sentir y percibir de la madre tierra… porque Dios es todo, incluyendo el globo terráqueo, el océano, los astros y el cielo, así, sin juzgar… todos juntos haremos un gran aporte a concebir más sal, sólo que esta vez es nuestra sal humana que se fluye entre la sal mineral y marítima, porque así es la naturaleza, así es la vida, y como ente de ella, lloro, pido al cielo, clamo por mi paz, solidarizo con el necesitado y ruego a Dios cuide de todos los mortales, incluyéndome a mi, para que esta arma letal de nuestras capacidades humanas… no nos mortifique y no nos venza en la esperanza… de quizá, tal vez, llegar a creer nuevamente… en que hay otra vida para poder pedir respuestas, otro espacio para alcanzar a arrancar, correr, gritar y pasar la voz… de que nuestro suelo se moverá… no olvidando que desde el cielo azul… hoy mismo, en éstos momentos, ayer, mañana y siempre… pues habrá un ángel que llora… que también tiene un alma… y, esa alma se la llenamos nosotros con nuestra esperanza, motor del sobrevivir, realidad que no se puede apartar de nuestro hálito desesperado de emociones… y así también, las estrellas nos miran, la luna la abraza y un ángel llora. Con los años, tal vez, nos olvidaremos de este remezón, pero jamás olvidaremos al hermano chileno, a todos nuestros compatriotas, extranjeros radicados en nuestra tierra y a los recién nacidos más otros justo yéndose hacia el campo verde del redentor… el perecer ante, durante y después de la fuerza de la naturaleza. Seamos todos hermanos de una misma voz y salvémonos los que nos quedamos en esta nueva oportunidad, no olvidando al que partió a raíz de esta índole inesperada, y dejemos que el divino nos vuelva a reconstruir. Yo también soy humano, soy hombre, padre, hijo, amante, laborioso trabajando en las comunicaciones sociales y también un honesto amigo, soy un chileno… y reconozco que también tengo miedo… pero no adulteraré mis credibilidades, porque si así tiene que ser… así será. Y, aunque ya no queda nada entre tú y yo (pudiendo ser que nos digamos ante los seres perecidos), tal vez… entre la tierra y nuestra individual y colectiva esperanza… exista una sabia reconciliación. Ruega por nosotros… Señor… te pedimos…
Ayudando a sentir, abro mi corazón y extiendo mis brazos de para en par, para dar ayuda voluntaria mediante mi lírica, siendo solidario ante la humanidad, ante el mundo, ante mis hermanos del mapa terrestre… ante Dios y la vida… siempre… con amor, siempre. Y, doy gracias a Dios porque no ha premiado mis logros con ostento y tampoco ha castigado mis errores con el destierro, sino más bien… jamás me ha soltado de su mano. Gracias, siempre.
Terremoto, Maremoto y Tsunami Chileno: 27 de febrero de 2010. (03:44 horas)
Santiago de Chile del 2010
Ser. A.