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General: TURCO: ÉL SALVÓ 18 VIDAS EN HAITI; A ÉL LO ABANDONARON
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De: Sol Luna (Mensaje original) |
Enviado: 10/03/2010 17:36 |
PRECIOSO EJEMPLO DE AGRADECIMIENTO
---Se me saltan las lágrimas...¿quien dijo que a los
perros había que tratarlos como animales, cuando hay tantos humanos que ni
siquiera merecen tal calificativo?... Podemos juzgar el corazón de una persona por la forma en que trata
a los animales"Inmanuel kant.
EL OTRO HÉROE DE HAITÍ `Turco´, un perro abandonado
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D.R.
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Gracias a
`Turco´, los bomberos de Valladolid rescataron a Redjeson Hausteen Claude, de
dos años. El pequeño haitiano llevaba dos días bajo los escombros.
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Abandonado
por su dueño en Tarifa, este labrador estaba al borde de la muerte cuando fue
recogido por unos militares. En unos meses pasó de ser un vagabundo a
convertirse en el orgullo de un cuerpo de bomberos. Acaba de regresar de Haití,
graduado tras salvar 18 vidas.
CÓMO ACTÚA UN
PERRO DE RESCATE Del `efecto yoyó´ al `efecto maniquí´
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`Turco´ es un perro andaluz y su historia
comienza, como la película de Dalí y Buñuel, con una navaja bien
afilada.
En su caso, el
tajo fue en el cuello. Sus dueños le extrajeron así el microchip, una
práctica muy habitual entre los propietarios de los 150.000 perros que se
abandonan en España cada año, tantos como víctimas humanas en el terremoto de
Haití. Sin chip, no hay denuncia. El animal pierde su identidad y, casi siempre,
perderá la vida. `Turco´, un labrador jovencito, quizá un regalo de Reyes,
vagabundeó no se sabe cuánto tiempo por las afueras de Tarifa, en pleno verano
de 2008, y acabó en un campo de maniobras. Lo recogieron unos militares que
hacían ejercicios de tiro, muerto de sed, hecho un saco de huesos, lleno de
pulgas y parásitos. Y con un pedruscazo en el hocico que todavía supuraba,
cortesía de otro `amante´ de los animales.
Turco estaba tan
traumatizado que olvidó cómo se ladraba, como un niño que enmudece por los malos
tratos. Un año después de su odisea, el perro seguía sin poder articular un
guau.
Así fue como Turco se cruzó en la vida de Cristina Plaza
Jorge, una soldado profesional de 22 años, vallisoletana, destinada en Ceuta.
«Me llamaron los compañeros que lo habían rescatado. Sabían que me estaba
costando adaptarme, que me sentía sola y le había dicho a todo el mundo que
quería un perro. Me mandaron una foto por el móvil. Parecía pequeñito, aunque
resultó ser un grandullón. Y estaba flaquísimo. Me enamoré. Crucé el Estrecho en
el ferry, me fui a ver al veterinario de Algeciras donde lo habían dejado y me
lo llevé a casa.»
`Turco´ se recuperó de sus heridas gracias a los
mimos de Cristina.. Y recobró la alegría, pues la nobleza nunca la perdió.
«Es el perro más juguetón del mundo. Incansable. Lo que más le gusta es correr
por la playa. Le puedes tirar un palito cien veces, que cien veces irá a por él
y te lo traerá.» Vivieron juntos ocho meses felices. Ganó peso, aunque seguía
sin ladrar. Una mañana cayó una tromba de agua: 160 litros por metro cuadrado. Y
la casa de alquiler de Cristina, una planta baja, se inundó de tal modo que era
inhabitable. «Rezumaba tanta humedad que tuve que volver al cuartel. Como allí
no podía tenerlo, lo llevé a casa de mi madre en Castronuevo de Esgueva, un
pueblo de Valladolid.» Allí, Turco conoció la nieve. Pero el destino le tenía
reservada una nueva sorpresa. El perro rescatado de la muerte por unos soldados
de buen corazón iba a tener ocasión de demostrar su generosidad y devolver el
favor. Con creces.
El sobrino de una vecina, bombero del grupo de
especialistas en rescates de la Junta de Castilla y León, lo vio corretear
por el pueblo e intuyó enseguida que aquel chucho alegre, vivísimo, que lo
olfateaba todo con la curiosidad de un detective, sin despistarse jamás, tenía
madera de héroe. Pidió permiso a Cristina para hacerle una prueba. «Ya tenían a
`Dopy´, un golden retriever, pero siempre andan buscando nuevos perros. No es
nada fácil encontrar candidatos que superen las pruebas. Yo les dije que de
acuerdo. Me costó lo mío, porque lo quiero muchísimo, pero me convenció mi
madre.» Su argumento era incontestable y resultaría profético: «Imagínate,
Cristina, que algún día `Turco´ salva una vida».
Cristina les puso
a los bomberos tres condiciones antes de donarles a `Turco´: que no le
cambiasen el nombre, que le dejasen verlo cada vez que fuera a Valladolid y que,
si el perro no superaba las pruebas, se lo devolviesen. Y los avisó, además, del
gran inconveniente: no ladraba. ¿Cómo se las arreglaría para alertarlos si
encontraba un superviviente entre los escombros? A los quince días la llamaron
por teléfono. «Tu perro ya ladra y está hecho una máquina. Cuando salimos a
correr, se viene con nosotros. Y luego se va a correr con el siguiente turno.
Nunca tiene bastante.» Comenzó entonces el durísimo entrenamiento de un
rescatador canino en edificios y estructuras colapsadas.
Eugenio, su
adiestrador del parque de bomberos de Tordesillas, enseñó a `Turco´ el
oficio. Moverse en las mil trampas de un derrumbamiento, adentrarse en la
oscuridad por huecos inverosímiles, pues no basta con detectar un olor y ponerse
a ladrar, un buen perro de rescate intentará seguir profundizando y encontrar un
camino hasta llegar lo más cerca posible de la víctima sepultada. No son perros
a los que se entregue la prenda de una persona y les sigan la pista. Distinguen
el olor genérico de los humanos y son capaces de diferenciar si se trata de una
persona viva o muerta. Y de discriminar entre los olores de las personas
enterradas y los de las que están en superficie. Es una gran responsabilidad,
porque cuando los perros terminan su trabajo y la zona se declara limpia,
empieza el de las máquinas de desescombro. Deben compenetrarse con su binomio
humano hasta formar un equipo eficaz. Su premio: una caricia, una golosina, un
palito que mordisquear.
Completado su entrenamiento, llegó la
prueba de fuego. `Turco´ y `Dopy´ volaron a Haití con un equipo de siete
bomberos de los parques de Valladolid, Tordesillas y Palencia, con Francisco
Rivas como jefe de expedición. Y demostraron lo que valen. Fueron nueve días de
trabajo tan intensos como atroces, trabajando 16 horas diarias en condiciones
inimaginables, entre réplicas del terremoto y actos de pillaje o de mera
supervivencia. Participaron en 18 rescates. Cuando hay 150.000 muertos sobre el
terreno, hablar de 18 finales felices es como aferrarse a un clavo ardiendo.
Hasta los perros se deprimen ante la enormidad de la tragedia. Pero cada vida
humana cuenta. Por eso mismo, Francisco Rivas no podrá olvidar nunca a la
adolescente que tuvieron que dejar en un edificio cuando apenas faltaba media
hora para desenterrarla porque los escoltas de la ONU , temerosos de verse
envueltos en un tiroteo cercano, les ordenaron abandonar el salvamento y salir
de allí por piernas.
Pero tampoco nadie podrá olvidar el rescate
del niño Redjeson Hausteen Claude, de dos años. Un milagro que dio la vuelta
al mundo. El pequeño estaba entre los escombros de la vivienda familiar,
abrazado a su abuelo muerto. Cuando el bombero Óscar Vega lo sacó en brazos, la
familia lo rodeó y empezó a bailar alrededor, entre gritos de alegría. «Cuando
lo vi por televisión, me puse a llorar y no podía parar. ¡Ése es mi `Turco´! Es
lo más grande que me ha pasado en la vida», recuerda Cristina. Turco ya está de
vuelta en España, mordisqueando palitos, su gran afición, jugando con `Dopy´, su
compañero de fatigas. Y entrenándose diariamente para seguir salvando vidas como
si tal cosa.
Carlos Manuel Sánchez
CÓMO
ACTÚA UN PERRO DE RESCATE Del `efecto yoyó´ al `efecto maniquí´ ...
Cómo actúa un perro de
rescate
`Turco´ y `Dopy´ han sido adiestrados según el
método Arcón, desarrollado durante doce años por Jaime Parejo, un bombero de
Sevilla que bautizó su estrategia de rescate con el nombre del perro de aguas
español que fue su lazarillo en decenas de salvamentos. El método confía en la
autonomía del animal, que se mueve por el lugar de la búsqueda sin que los guías
le den indicaciones. De hecho, éstos adoptan una posición estática e inmutable,
lo que se conoce como el `efecto maniquí´, para no influir en la conducta del
can, que olfatea a sus anchas lo que considera oportuno. De este modo refuerza
su concentración y su motivación, lo que resulta fundamental si se tiene en
cuenta que una operación de rescate suele prolongarse durante muchas horas. No
es fácil conseguir que el perro se independice de su adiestrador. Para ello hay
que inhibir el `efecto yoyó´, una especie de inercia mental canina que le hace
volver al lugar donde está su cuidador cuando ha recorrido una cierta distancia.
Los ladridos alertan de que hay señales de vida. El guía marca entonces
rápidamente el lugar con un aerosol y se inician las labores de desescombro. Si
lo que encuentran es un cadáver, los perros esconden el rabo entre las piernas y
agachan la cabeza. En este caso, no es tanto una cuestión de adiestramiento como
de tristeza. Al perro también le afecta encontrarse con la desgracia.
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De: c3l14 |
Enviado: 10/03/2010 19:02 |
Linda historia Sol,,, aaaa los animales,, por eso yo los quiero massss,,,
que tengas lindo dia,,,hasta siempre,,,Celi. |
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De: Marti2 |
Enviado: 11/03/2010 02:22 |
Gracias Loly, considero este mensaje como un regalo muy especial.
Un abrazooooo giganteeeeee
Buenas noches dulces sueños a ambos |
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De: Marti2 |
Enviado: 11/03/2010 03:17 |
Un hombre escribió una carta a un pequeño hotel en una ciudad del Medio Oeste norteamericano que planeaba visitar durante sus vacaciones:
Me gustaría llevar conmigo a mi perro. Está bien educado y sabe comportarse. ¿Me permitirían ustedes tenerlo conmigo en la habitación durante la noche?
La respuesta del propietario del hotel fue inmediata y decía: Hace muchos años que trabajo en este hotel. Durante todo este tiempo, nunca ha venido un perro que robara las toallas, la ropa de cama o la cubertería de plata... y tampoco los cuadros de las paredes.
Jamás he tenido que llamar la atención a un perro a altas horas de la noche por estar borracho y armar escándalo, y tampoco ha venido ninguno que se fuera sin pagar la cuenta del hotel. Esté tranquilo, su perro será bienvenido en el hotel. Y si él se hace responsable de usted, también a usted lo recibiremos con mucho gusto.
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De: Muil |
Enviado: 11/03/2010 19:29 |
TIPOS DE PERROS ASISTENTES
Los perros son entrenados para ofrecer muchos tipos diferentes de ayuda. Aunque se les puede llamar por diferentes nombres, parece que todos caen dentro de cinco categorías generales. Estas son:
- Peros guías. Proveen ayuda visual para transportarse a esos individuos incapacitados de la vista que pueden manejar al perro ellos solos.
- Perros para sordos. Proveen ayuda auditoria para esos individuos sordos o incapacitados del oído que pueden manejar al perro ellos solos.
- Perros de servicio. Proveen ayuda para llevar a cabo tareas prácticas a esos individuos que padecen de incapacidades físicas y que pueden manejar al perro ellos solos.
- Perros de servicio con ayuda. Proveen compañía y ayuda práctica a esos individuos que requieren ayuda de otra persona para manejar al perro, y
- Perros de plantel. Trabajan con un profesional entrenado para proveer interacciones de paciente/mascota durante las terapias.
TAREAS QUE DESEMPEÑAN
Entre los servicios que estos perros ofrecen se encuentran los siguientes: ayudan a la persona a transportarse de manera segura, lo ayudan a contestar el teléfono, las alarmas de fuego, los relojes despertadores, a jalar la silla de ruedas, pronosticar convulsiones, a estabilizarse para caminar, y a disminuir la ansiedad y depresión. La cantidad de cosas que estos perros son entrenados a hacer es verdaderamente increíble.
RAZAS Y TIPOS DE PERROS QUE SE USAN
La mayoría de estos perros son de linaje fino y los programas que los ofrecen los crían para este tipo de trabajo. La mayoría comienzan su entrenamiento cuando todavía están chiquitos, aún que algunos pocos, ya crecidos, son escogidos para estos programas. Se utiliza una variedad de razas, tales como la de Labrador, German Sheperds, Golden Retrievers, Shelties y Corgis Pembroke Welsh.
PERROS AL RESCATE
En los albores del siglo XXI, no obstante el desarrollo de la tecnología, el perro sigue siendo irreemplazable en las funciones de contenido social y humanitario: auxiliar -como lazarillo o para sordomudos-; casi infalible detector de estupefacientes, sustancias peligrosas o explosivas; y, en el tema que nos ocupa, rastreador en la búsqueda de personas extraviadas o, tras atentados y derrumbes de diverso origen, especialista en hallazgo de víctimas sepultadas por los escombros.
La intervención de canes adiestrados, junto a sus conductores socorristas, ha permitido el salvamento de quienes sufrieran las consecuencias de terremotos y maremotos, huracanes y ventiscas, aludes, derrumbamientos naturales o provocados, tras la caída de edificios, puentes, colisiones de ferrocarril, explosiones de minas, derrapes de túneles y otros accidentes subterráneos, y a nivel de superficie, encontrar a seres perdidos en descampados, bosque, grutas, u ocultos, rehenes de secuestros.
Una brigada de perros de búsqueda y rescate, pues, no se limita al auxilio de personas enterradas o reclusas por efecto de los terremotos, si bien es cuando la acción de los sismos que, probablemente, los canes resultan insustituibles.
Aún no hay perceptores mecánicos -electrónicos, quimiotérmicos, etc.- que superen la detección canina, no sólo por su capacidad olfativa y la de discriminar sonidos, sino por la velocidad empleada para descubrir a sepultados, al contar con un comodín, la intuición, virtud carente en aparatos y máquinas. Naturalmente que esta intuición consiste en la suma de receptores, en la fineza de sentidos fisiológicos, pero aquí participa algo faltante en la máquina detectora: la voluntad e, inclusive, el empecinamiento perruno..., el insistir caprichoso, lúdico, afectivo, cosa prohibida a los instrumentos mecánicos.
He aquí una comprobación surgida del socorrismo en aludes: mientras que un equipo de diez técnicos, dotados con instrumental tecnológico de avanzada, cubre un área de una hectárea en 70 minutos, en igual superficie, un perro precisa sólo 10 minutos y su eficacia suele ser mayor. Tratándose de búsqueda bajo escombros (derrumbes) la experiencia arroja el siguiente promedio comparativo: en 5 minutos un can de rescate consigue cubrir 100 metros cuadrados; el hombre, valiéndose de instrumental, y con suerte, necesita de 45 minutos...Ni que decir, el factor tiempo, textualmente, será de vital importancia al producirse este tipo de catástrofes. Valga una acotación del técnico Enzo Vezzoli: "Además, ningún aparato, hasta hoy, detecta personas muertas; y para los parientes y deudos, el poder velar y despedirse de las víctimas, con el cuerpo presente, los ayuda a asumir el doloroso trance, porque a un desaparecido ni siquiera se lo llora".
Lo sucedido cuando el terremoto de Kobe, Japón (país cuya tecnología rodea el milagro), fue concluyente se requirió el auxilio de brigadas de perros de rescate; que, por no disponerse a raíz de la ultramodernidad nipona, viajaron desde Suiza y la itálica Scuola de Trento. Más allá de los logros de estos grupos, tardíos en razón de la distancia, los japoneses admiten que "de cualquier manera, nunca un detector mecánico hubiera procedido con la actitud amorosa de los perros socorristas. Y a ello, suene muy anacrónico, obedece la gran efectividad demostrada por los canes en Kobe".
¿Qué razas sirven? Toda raza y aún de ninguna, híbridos, sirve: la experiencia, sin embargo, aconsejará ejemplares de buen olfato, dóciles, de estructura mediana o grande (aunque en algunos casos los perros más pequeños son capaces de llegar a lugares inaccesibles para los más grandes), preferentemente machos y, condición rigurosa, sanos y enteros (sin castración), por razones que se puntualizan después. Tal vez la única ventaja de un perro de pura raza es la predictibilidad de comportamiento y de posibles enfermedades.
Depende de la escuela, entonces, y de sus posibilidades y concepción resolutiva, las brigadas eligen mayoritariamente a un tipo de perro u otro. Así, los norteamericanos, para rescates en terremotos y derrumbes, prefieren -al parecer- el dobermann, el american cocker spaniel, el springer spaniel y el labrador, y en búsquedas a campo abierto, según documentales, el saint hubert, el dálmata y el black labrador. Los suizos en casos de terremotos emplean el labrador, diversos mestizos de spaniel y, en rastreadores de superficie, el San Bernardo, el wachtelhund, el grosser schweizerhund y otros.
La Scuola de Trento, como razas de búsqueda y rescate, sugiere el ovejero alemán, el labrador, el boxer, el riesenschnauzer y mestizos, incluyéndose en su escuadra, durante los trabajos de socorristas del terremoto de Irán, un bobtail (old english sheepdog).
Los guardaparques austriacos, en el rastreo de extraviados, usan el deutsche schwarzdogge (gran danés arlequín negro) y, al igual que la gendarmería alemana, también se valen del hovawart, el leonberger y el teckel denominado dachsbracke.
En el atentado a la sede de la AMIA, en Buenos Aires, el grupo de rescate del ejército israelí, para desconcierto de muchos, trajo a la Argentina a dos ejemplares voluminosos 7Kelev, un rottweiler, y Jetzy, un deutsche falbdogge (gran danés bayo). En el cuerpo de auxilios de Tel Aviv, perteneciente a la Haganá, y cuando la Guerra del Golfo, las fotografías y noticieros mostraron el empleo del dobermann, el ovejero alemán, el boyero de Flandes y el canaandog.
Cualquiera fuese la raza, el perro aventaja a la tecnología más moderna. En una prueba reciente, mientras con instrumental técnico verificado se localizó el figurante hasta un máximo de 5 metros de profundidad, en condiciones idénticas los perros lograron ubicarlo a 8 y hasta 10 metros bajo la superficie. Y además, en menor tiempo que los detectores.
Basado en el artículo de Sergio Grodsinsky publicado en la Revista Perros en Acción, Año 1 Nº 2 1995 (Vor@us Perros de utilidad)
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PERROS AL RESCATE
En los albores del siglo XXI, no obstante el desarrollo de la tecnología, el perro sigue siendo irreemplazable en las funciones de contenido social y humanitario: auxiliar -como lazarillo o para sordomudos-; casi infalible detector de estupefacientes, sustancias peligrosas o explosivas; y, en el tema que nos ocupa, rastreador en la búsqueda de personas extraviadas o, tras atentados y derrumbes de diverso origen, especialista en hallazgo de víctimas sepultadas por los escombros.
La intervención de canes adiestrados, junto a sus conductores socorristas, ha permitido el salvamento de quienes sufrieran las consecuencias de terremotos y maremotos, huracanes y ventiscas, aludes, derrumbamientos naturales o provocados, tras la caída de edificios, puentes, colisiones de ferrocarril, explosiones de minas, derrapes de túneles y otros accidentes subterráneos, y a nivel de superficie, encontrar a seres perdidos en descampados, bosque, grutas, u ocultos, rehenes de secuestros.
Una brigada de perros de búsqueda y rescate, pues, no se limita al auxilio de personas enterradas o reclusas por efecto de los terremotos, si bien es cuando la acción de los sismos que, probablemente, los canes resultan insustituibles.
Aún no hay perceptores mecánicos -electrónicos, quimiotérmicos, etc.- que superen la detección canina, no sólo por su capacidad olfativa y la de discriminar sonidos, sino por la velocidad empleada para descubrir a sepultados, al contar con un comodín, la intuición, virtud carente en aparatos y máquinas. Naturalmente que esta intuición consiste en la suma de receptores, en la fineza de sentidos fisiológicos, pero aquí participa algo faltante en la máquina detectora: la voluntad e, inclusive, el empecinamiento perruno..., el insistir caprichoso, lúdico, afectivo, cosa prohibida a los instrumentos mecánicos.
He aquí una comprobación surgida del socorrismo en aludes: mientras que un equipo de diez técnicos, dotados con instrumental tecnológico de avanzada, cubre un área de una hectárea en 70 minutos, en igual superficie, un perro precisa sólo 10 minutos y su eficacia suele ser mayor. Tratándose de búsqueda bajo escombros (derrumbes) la experiencia arroja el siguiente promedio comparativo: en 5 minutos un can de rescate consigue cubrir 100 metros cuadrados; el hombre, valiéndose de instrumental, y con suerte, necesita de 45 minutos...Ni que decir, el factor tiempo, textualmente, será de vital importancia al producirse este tipo de catástrofes. Valga una acotación del técnico Enzo Vezzoli: "Además, ningún aparato, hasta hoy, detecta personas muertas; y para los parientes y deudos, el poder velar y despedirse de las víctimas, con el cuerpo presente, los ayuda a asumir el doloroso trance, porque a un desaparecido ni siquiera se lo llora".
Lo sucedido cuando el terremoto de Kobe, Japón (país cuya tecnología rodea el milagro), fue concluyente se requirió el auxilio de brigadas de perros de rescate; que, por no disponerse a raíz de la ultramodernidad nipona, viajaron desde Suiza y la itálica Scuola de Trento. Más allá de los logros de estos grupos, tardíos en razón de la distancia, los japoneses admiten que "de cualquier manera, nunca un detector mecánico hubiera procedido con la actitud amorosa de los perros socorristas. Y a ello, suene muy anacrónico, obedece la gran efectividad demostrada por los canes en Kobe".
¿Qué razas sirven? Toda raza y aún de ninguna, híbridos, sirve: la experiencia, sin embargo, aconsejará ejemplares de buen olfato, dóciles, de estructura mediana o grande (aunque en algunos casos los perros más pequeños son capaces de llegar a lugares inaccesibles para los más grandes), preferentemente machos y, condición rigurosa, sanos y enteros (sin castración), por razones que se puntualizan después. Tal vez la única ventaja de un perro de pura raza es la predictibilidad de comportamiento y de posibles enfermedades.
Depende de la escuela, entonces, y de sus posibilidades y concepción resolutiva, las brigadas eligen mayoritariamente a un tipo de perro u otro. Así, los norteamericanos, para rescates en terremotos y derrumbes, prefieren -al parecer- el dobermann, el american cocker spaniel, el springer spaniel y el labrador, y en búsquedas a campo abierto, según documentales, el saint hubert, el dálmata y el black labrador. Los suizos en casos de terremotos emplean el labrador, diversos mestizos de spaniel y, en rastreadores de superficie, el San Bernardo, el wachtelhund, el grosser schweizerhund y otros.
La Scuola de Trento, como razas de búsqueda y rescate, sugiere el ovejero alemán, el labrador, el boxer, el riesenschnauzer y mestizos, incluyéndose en su escuadra, durante los trabajos de socorristas del terremoto de Irán, un bobtail (old english sheepdog).
Los guardaparques austriacos, en el rastreo de extraviados, usan el deutsche schwarzdogge (gran danés arlequín negro) y, al igual que la gendarmería alemana, también se valen del hovawart, el leonberger y el teckel denominado dachsbracke.
En el atentado a la sede de la AMIA, en Buenos Aires, el grupo de rescate del ejército israelí, para desconcierto de muchos, trajo a la Argentina a dos ejemplares voluminosos 7Kelev, un rottweiler, y Jetzy, un deutsche falbdogge (gran danés bayo). En el cuerpo de auxilios de Tel Aviv, perteneciente a la Haganá, y cuando la Guerra del Golfo, las fotografías y noticieros mostraron el empleo del dobermann, el ovejero alemán, el boyero de Flandes y el canaandog.
Cualquiera fuese la raza, el perro aventaja a la tecnología más moderna. En una prueba reciente, mientras con instrumental técnico verificado se localizó el figurante hasta un máximo de 5 metros de profundidad, en condiciones idénticas los perros lograron ubicarlo a 8 y hasta 10 metros bajo la superficie. Y además, en menor tiempo que los detectores.
Basado en el artículo de Sergio Grodsinsky publicado en la Revista Perros en Acción, Año 1 Nº 2 1995 (Vor@us Perros de utilidad)
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De: Muil |
Enviado: 11/03/2010 19:35 |
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De: Marti2 |
Enviado: 11/03/2010 22:15 |
No importa Magy, lo mas importante salió, ahora la busco y miro. Gracias por tus datos, tengo pendiente bastante material sobre animales.
Besitossssss amiguis querida |
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De: Marti2 |
Enviado: 11/03/2010 23:35 |
Una perra vela durante más de 15 días a otro can atropellado en una carretera
Una perra, Dulcinea, de un año, fue rescatada este domingo por voluntarios de El Refugio después de que varias personas telefoneasen para decir que estaba cerca de la carretera junto a otro perro que yacía muerto.
Entre los protagonistas de esta emotiva historia están Ramón, Alejandra, Paloma y las muchas personas que pasaban a diario por la carretera que va de Ávila al Espinar, ahora ya descansan tranquilos porque Dulcinea ya está a salvo.
Entre los protagonistas de esta emotiva historia están Ramón, Alejandra, Paloma y las muchas personas que pasaban a diario por la carretera que va de Ávila al Espinar, ahora ya descansan tranquilos porque Dulcinea ya está a salvo.
Durante más de quince días, todos ellos han estado pasando por esta carretera camino de sus trabajos viendo a Dulcinea, una perra de color blanco y gris, mestiza, de aproximadamente un año de edad, cómo se jugaba la vida entre los camiones y coches por proteger a su compañero que no tuvo tanta suerte y yacía muerto en la cuneta. Así lo ha relatado Alejandra “parece que lo defiende y aunque se vaya muy lejos porque se asuste, siempre vuelve con él”.
Ante las numerosas llamadas de todas estas personas inquietas y preocupadas porque Dulcinea también fuese atropellada, acudieron varios voluntarios de El Refugio a intentar cogerla con una cerbatana. El primer día fue imposible, Dulcinea esquivó los dos dardos que disparó una de las voluntarias de El Refugio y ya fue imposible acercarse a ella.
Al día siguiente, con la seguridad de que allí seguiría Dulcinea acompañando a su amigo muerto, voluntarios de El Refugio acudieron nuevamente, coincidiendo con otras personas que también estaban intentando cogerla.
En esta ocasión Dulcinea no tuvo suerte y no consiguió esquivar los dardos anestésicos y ahora está en El Refugio esperando una familia que la adopte.
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Animales dijo? tendrán algo que enseñarnos a los dueños del planeta, seres superiores????
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