Son muchas las críticas que pueden hacerse al plan del gobierno de entregar una computadora portátil a cada alumno secundario del país, ya sea desde análisis económicos, pedagógicos, logísticos, institucionales y otros. Sin embargo, aún cuando admitiéramos la validez de todos ellos, cuando el polvo se asienta terminamos con una sensación de que algo bueno tiene que salir de todo esto. Al fin de cuentas, ¡estamos poniendo tecnología de cómputo y comunicaciones en manos de millones de estudiantes! ¿Cómo podría ser malo algo así?
Lamentablemente, hay una manera: equipar las computadoras con Microsoft Windows y Office. Más lamentablemente aún, esta manera no sólo existe, sino que además el gobierno la encontró, y la está ejecutando.
Para muchas personas, que las máquinas corran Windows y Office es más que razonable, casi es natural: más allá de aquellos que desconocen la mera existencia de otros sistemas operativos, la realidad del mercado es que hoy, en Argentina, es casi imposible comprar una computadora sin Windows. Esto no fue siempre así: hubo un breve período durante el cual las tiendas de computación vendían máquinas equipadas con GNU/Linux, pero eso se terminó cuando Microsoft intervino en el mercado con prácticas dudosas que terminaron costándole un juicio por abuso de posición de mercado que aún está por resolverse.
Esa misma concepción de Windows como parte inseparable de la computadora es, precisamente, una de las razones por las que ponerlo en las computadoras de los estudiantes es un error: estamos reforzando, desde el sistema de educación pública, la idea equivocada de que no hay ni podemos construir alternativas viables a lo que nos ofrece una corporación en particular. Al tiempo que hace alarde de enfrentarse a los monopolios, nuestro gobierno está convirtiendo a la escuela pública en un espacio de publicidad para uno de los monopolios más claros y dañinos del planeta, al tiempo que legitima ante los niños sus prácticas de mercadeo y licenciamiento, caracterizadas esencialmente por la restricción de la libertad de sus usuarios.
No sólo es posible construir alternativas viables, la comunidad de software libre ya lo ha hecho: se puede equipar las máquinas con programas confeccionados colaborativamente por comunidades internacionales de programadores con el propósito específico de que sean accesibles a todas las personas. Estos programas no sólo alcanzan con creces para resolver todas las necesidades de computación y comunicaciones de los estudiantes, sino que refuerzan el mensaje solidario de que compartir es bueno, al tiempo que alientan la curiosidad y creatividad: como los juguetes didácticos que permiten ver cómo funcionan y combinar elementos para armar juguetes nuevos, el software libre no sólo se puede usar, sino que se puede estudiar, modificar y compartir.
Existen rumores de que las máquinas serían entregadas con dos sistemas operativos: por un lado Microsoft Windows, y por otro una distribución de GNU/Linux. Esto parece una mejora respecto de la situación en la que la máquina viene sólo con Windows, pero no lo es. En realidad, termina reforzando el mensaje de que Windows es inevitable. De alguna manera, el gobierno estaría diciendo “esta máquina está equipada con software libre que permite al estudiante navegar por la red, enviar y recibir mail, chatear, escribir textos, planillas de cálculo y filminas, retocar fotografías, hacer diseño gráfico en 2D y en 3D, editar vídeo y audio, hacer análisis estadístico, programar en incontables lenguajes de computación y muchas cosas más, pero no está completa a menos que incluyamos Windows y un programa de oficina que meramente duplica la funcionalidad que ya tenemos en OpenOffice.org.”
Quienes planifican estos proyectos suelen argumentar que esta duplicación de funcionalidad es necesaria para lograr una supuesta “neutralidad tecnológica”, que se vería violada si sólo usaran software libre. El argumento es falaz por donde se lo mire, pero quizás salte a la vista de manera más burda cuando analizamos que, por lo visto, ninguna configuración de computadora es neutral a menos que incluya Windows. ¿De qué neutralidad estamos hablando?