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General: Día del Libro
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De: Damara (Mensaje original) |
Enviado: 23/04/2010 18:28 |
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El 23 de abril se conmemora el fallecimiento del español Miguel de Cervantes y Saavedra y del inglés William Shakespeare ambos ocurridos en 1616. De esta forma, la Unesco en 1995, aprobó proclamar el 23 de abril de cada año el "Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor".
El hecho de regalar un libro está relacionado con Cervantes y Shakespeare.
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Estos soberbios escritores han pasado a la Historia por sus fabulosas obras, llegando a ser un símbolo importante en sus respectivos países. El mundo reconoce el trabajo de estos genios celebrando cada 23 de abril el Día del Libro. Así se hizo. De aquí la costumbre de regalar un libro. Además, esta jornada es muy apropiada para lanzar al mercado nuevas novelas, muchos autores la aprovechan y promocionan su último libro, y de paso quizás puedas conseguir un autógrafo de tu escritor favorito. El Día del Libro se celebra el 23 de abril de cada año desde 1930 y coincide con la entrega que hace el rey Juan Carlos I del Premio Miguel de Cervantes. En 1964 quedó instituido oficialmente como el Día del Libro para todos los países de lengua castellana y portuguesa. En el año 1993, la entonces Comunidad Europea, lo proclamó como Día Europeo del Libro. Finalmente, la UNESCO decidió, en 1995, fijar la fecha para la celebración del Día Mundial del Libro.
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De: Damara |
Enviado: 23/04/2010 18:32 |
Día del Libro en Cataluña: Sant Jordi.
Cataluña celebra de una forma muy especial el día del libro. El 23 de abril los hombres regalan rosas a las mujeres y éstas regalan un libro a los hombres. Esta bonita tradición se basa en la leyenda de San Jorge o Sant Jordi, como se dice en catalán, una de las lenguas oficiales de España. La leyenda cuenta que un feroz dragón tenía aterrorizados a los habitantes del reino, quemaba los bosques, se comía al ganado, destrozaba los cultivos... Se decidió entonces que había que dar fin a esa ansia destructora y negociaron un acuerdo tras duras horas de discusión. El pacto consistía en que todos los días entregarían al dragón una joven para saciar el apetito del monstruo. Así estuvieron un tiempo y poco a poco el reino se fue quedando sin mujeres jóvenes. Para que no hubiera problemas ni altercados, siempre se hacía la elección mediante un sorteo para elegir a la mujer que debía ser entregada.
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Un día, la suerte quiso que fuese la mujer del rey quien debía ser entregada al dragón. Tras dejarla en el lugar señalado, se marcharon al pueblo por temor a que el dragón les hiciese daño. Al cabo de un rato, éste apareció y, cuando se iba a comer a la doncella, un caballero que montaba un caballo blanco atacó al dragón. Ambos estuvieron peleando por largo rato y en uno de los lances del combate, San Jorge, que así se llamaba el caballero, clavó su lanza en en vientre del malvado dragón, matándolo en el acto. De la herida que el lanzazo le había producido al monstruo manaba mucha sangre que cuando entró en contacto con el suelo, se convirtió en rosas.
San Jorge cogió una de aquellas fabulosas rosas y se la regaló a la doncella que la llevó al pueblo entre grandes gritos de alegría. Desde entonces hasta ahora, cada 23 de abril los hombres regalan una rosa a la dama que reina en su corazón. Las damas, para corresponder tal detalle para con ellas, regalan un libro a sus amados. Cataluña celebra de este modo el día del libro
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De: Marti2 |
Enviado: 24/04/2010 00:16 |
Gracias x acordarte damara de este día tan importante, yo ando bastante liada como siempre. Muy buen material!!!!! TQMMM |
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De: Damara |
Enviado: 25/04/2010 05:08 |
Unos aman los caballos, otros los pájaros y otros las fieras; yo, desde niño, estoy poseído por un terrible deseo de poseer libros. JULIANO
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Hará unos quince años, la editorial parisina para la que en ese entonces trabajaba publicó un libro del gran escritor y crítico italiano Giuseppe Pontiggia. Me pidieron que me «encargara» de él, muy probablemente porque, de los que chapurreábamos el italiano, sólo yo estaba libre esa noche. Nos vimos para cenar en un restaurante -ruso- cerca del cruce entre los bulevares de Montparnasse y Raspail. Nos caímos bien, y que tanto él como su mujer Lucia hablaran un francés mucho menos artesanal que mi italiano contribuyó definitivamente a ello. Tras algunos minutos de charla nos percatamos de que teníamos un punto en común que iba a transformar el interés de la velada: ambos poseíamos una biblioteca monstruosa de varias decenas de miles de obras. Y no una de esas bibliotecas de bibliófilo con libros tan valiosos que el propietario no los abre nunca por temor a estropearlos, sino una biblioteca de trabajo cuyos ejemplares no dudábamos en anotar, en leer en la bañera y en la que conservábamos todo lo que habíamos leído -incluidos libros de bolsillo y múltiples ediciones de una misma obra- o todo lo que teníamos la intención de leer más adelante. Una biblioteca no especializada, o mejor dicho especializada en tantos campos que acabó siendo generalista. Disertamos durante toda la comida sobre la felicidad y la maldición de nuestra suerte: los libros son caros cuando se compran, no valen nada cuando se revenden, alcanzan precios astronómicos cuando hay que encontrarlos una vez que se han agotado, son pesados, se empolvan, son víctimas de la humedad y de los ratones, son, a partir de cierto número, prácticamente imposibles de trasladar, necesitan ser ordenados de una manera específica para poder ser utilizados y, sobre todo, devoran el espacio. (He llegado a tener un baño con paredes tapizadas de estanterías, lo que imposibilitaba el uso de la ducha y obligaba a bañarse con la ventana abierta para evitar la condensación; y también anaqueles en la cocina, con lo que ciertos alimentos de olor particularmente penetrante estaban prohibidos. Como muchos de mis cofrades, ¡no tuve sino hasta tarde una situación inmobiliaria que me permitiera satisfacer mis ambiciones bibliófagas!) Sólo la pared de mi dormitorio en la que se encuentra la cabecera de la cama ha quedado siempre libre debido a un viejo trauma: me enteré, hace muchos años, de las circunstancias en las que murió el compositor Charles-Valentin Alkan, apodado el «Berlioz del piano»; lo encontraron muerto el 30 de marzo de 1888, aplastado por su biblioteca
Jacques Bonnet |
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De: Marti2 |
Enviado: 25/04/2010 07:56 |
Denme un día de lluvia, una estufa a leña, buena música, una caja de bombones y muchos libros!!! después vayánse no necesito a mas nadie, solo mi perro sobre mis pies y los gatos a mi alrededor, yo puedo estar así muchooo tiempo.
Un tiempo sin tiempo, o un tiempo dentro del tiempo. Un paraíso particular y único |
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De: Lalita2 |
Enviado: 27/04/2010 20:12 |
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