El corazón es traicionero, a veces despiadado. De quien no debía se me ha enamorado. Lo acepto con templanza, sin la menor esperanza de que este amor pueda llegar a buen puerto.
Escondo la tierra bajo la alfombra al barrer pues no puedo eliminar aquello que siento. No obstante, bien que lo sufro y lamento Mientras te extraño y veo las horas correr
Mi corazón ha elegido por mí, eso bien lo sé Sabe a su modo como saciar su propia sed Y la cabeza no soluciona estas cuestiones Ni entiende de imposibles, sólo de pasiones
Quisiera darte mi poema de amor prohibido Pero mi conciencia advierte el terrible desatino Amores imposibles siempre habrán en el mundo Para que el demonio ría de su triunfo burdo.
( enviado por José M. D., España )
|