Aunque queramos no podemos vivir aislados, no podemos ser ermitaños,
quizá bajo algunas circunstancias esto sea posible, pero aislarnos no resuelve
los problemas más profundos que el ser humano tiene.
El crecimiento en esta vida sólo se da a partir de la relación.
El espejo más grande para conocernos y descubrirnos es la relación con los otros seres humanos,
pues es en esta relación que podemos descubrir nuestros miedos, nuestra forma de ver la vida,
podemos ver los móviles más ocultos que tenemos.
Esta relación nos permite conocernos más profundamente y quizá a partir de ese conocimiento,
sin buscar que los demás nos entienden, sin sentirnos víctimas, sea posible una relación
no dependiente sino interdependiente, donde el valor de cada persona surja
de la comprensión de cada uno y no simplemente de la búsqueda de reconocimiento
o los miedos que nos hacen buscar la aprobación de lo que hacemos.
Cuantos de nosotros rechazamos a los demás seres humanos, para descubrir después,
que aquello que más odiábamos de los demás eran nuestras propias limitaciones
y nuestras propias barreras.
No hay mejor maestro que las personas que entran en nuestra vida.
Algunas de estas personas son ejemplos a seguir, nos dan la prueba clara de que el ser humano
tiene un potencial ilimitado, otras nos muestran las limitaciones más arraigadas en nuestro interior,
y nos hacen ver el lastre que detiene nuestro crecimiento.
Si pones atención a todas estas personas que de alguna manera son y han sido parte de tu vida,
te darás cuenta que cada una de ellas ha resaltado algún aspecto tuyo: algunos destapan tus miedos,
otros despiertan tu bondad, otros te encolerizan, otros te hacen ver como un santo,
otros despiertan tu odio, otros despiertan el amor infinito, pero sin duda alguna
todo lo que en ti despertaron, no está en ellos sino en ti mismo.
No hay nada afuera que pueda ser cambiado, a menos que tú cambies en tu interior.
Tú decides que saldrá de ti, tú decides que entrará en ti
y al final es ese cambio el que transforma tu vida fuera de ti.
Esos miles de espejos sólo hacen su labor, mostrarte el camino correcto,
el camino de tu propia liberación.
Haz la prueba, mira a esos espejos sin condenarlos, sin rechazar, sin condenar ni juzgar,
escucha tu interior y descubre que tienes el poder en tus manos.
Si alguien te mantiene con miedo, sólo necesitas crecer y ser más grande que ese miedo.
No necesitas ser violento, no necesitas alzar la voz, sólo necesitas ser libre de ese miedo,
y el miedo eres tú, no la persona que piensas que te lo causa,
el miedo está en ti, tu mente lo crea y lo mantiene.
¿Alguna vez tuviste miedo de entrar a una habitación oscura?
seguramente de niño y quizás de adulto también, este miedo permaneció hasta que te diste cuenta
que podías encender la luz o podías crecer más que el miedo y ahí desapareció.
Cuando tú descubriste la fuerza en ti, el miedo desapareció.
Ese es tu momento, ese es el instante donde tú despiertas.
Pensarás que hay cosas fuera de ti que no puedes controlar, que hay maldad y hay bondad,
eso es cierto, pero el miedo que te causan, el dolor que sientes, están en ti no en esas circunstancias.
Es posible que las circunstancias o las personas no cambien, pero tú cambiarás la forma
de abordar lo que vives, cambiarás la forma de ver a la gente con la que te encuentras.
Si tú te mantienes libre, no dependerás más de nadie, y habrás dado el primer paso para despertar.
Cuando crees que las cosas deben cambiar para ser feliz, cuando crees que son los demás
los que causan tu infelicidad, de ti depende tener una vida diferente, de ti depende mirar el espejo
y ser libre por la comprensión de lo que ves.
Quizá ahí encuentres el significado de la frase:
" La verdad os hará libres".