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Mucho se ha hablado en las tradiciones taoísta de la necesidad de controlar la pérdida de energía sexual en hombres y mujeres.
En el Kung Fu Sexual se sostiene que el manejo de la energía sexual es clave para la salud y la espiritualidad.
La práctica de las disciplinas corporales, la alimentación y la sexualidad son ejes fundamentales para una vida larga y plena, siendo el punto de partida para
«la otra Vía»
hacia la trascendencia.
Subyace al Kung Fu sexual una concepción energética de la vida, que se manifiesta por medio de la corporalidad pero que va más allá de ella.
La cosmogonía de esta tradición coincide en su concepción de ser humano como poseedor de un dominio de funcionamiento que trasciende al cuerpo: la circulación energética.
El sustrato más secreto que subyace a las prácticas de esta disciplina se encuentra en la existencia de una energía en flujo que es necesario cultivarla y fortalecerla, para lograr finalmente trascender de la corporalidad hacia estados de conciencia superior.
Estados a los que se accedería a través de las prácticas de adoración y meditación que tienen por fin último trascender al cuerpo y prescindir de él.
Por lo general, en Occidente hemos tenido poco acceso a información sobre las prácticas para el cultivo de la energía y por lo demás ello resulta curioso y poco creíble para quien no ha tenido contacto con la corporalidad y los efectos energéticos que proporcionan ciertas prácticas de
trabajo respiratorio, disciplinas corporales o artes marciales de Oriente.
Sin embargo quienes han tenido la suerte de descubrir la magia del trabajo con la propia energía valoran y entienden la importancia de los secretos que Oriente posee en estos aspectos.
El Kung Fu sexual y Los Dos caminos
Cuando el taoísmo habla de
“los dos caminos”
o,
cuando el tantrísmo hace referencia a
“la Vía”
y
“la otra Vía”,
se refiere acerca de diferentes alternativas para llegar al mismo fin:
la iluminación, la trascendencia.
Así se puede describir por una parte, una “vía” o “camino de la mano derecha”, que explora la renuncia, el ascetismo, la pureza, el camino monástico en nuestra experiencia;
y por otra “el camino de la mano izquierda” o “la otra Vía”, que se consagra a trabajar la sexualidad con el fin de nutrir y movilizar y hacer circular la energía hacia la divinidad.
Para las culturas de Oriente, la energía es fundamental y se cree en la existencia de centros y canales a través de los cuales se moviliza.
Cuando se trabaja en cualquiera de las vías o caminos hacia la divinidad, el movimiento de la energía, “Chi”,”Qui” es ascendente.
Cuando se equilibran las energías ya sea por la práctica de la limpieza o pureza física y espiritual o en la complementariedad de lo femenino y lo masculino que encuentra su punto culmine en
“la unión sexual sagrada”.
En todas las enseñanzas místicas la unión sexual trascendente entre lo femenino y lo masculino representa la resolución de la dicotomía de la existencia y permite equilibrar la bipolaridad existente entre cielo y tierra, Shiva y Shakti (tantrismo), Yab y Yum (budismo tibetano), Ying y Yang (taoísmo).
Así la concepción religiosa otorga la calidad de Sagrada a la sexualidad trascendente , al igual que lo hace la búsqueda de la virtud, la pureza y el desapego de las cosas mundanas, el desapego del ego.
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