Adiós a la infancia
Últimamente me he encontrado con personas que tienen miedo de crecer...
¿Te ha pasado a ti?
El miedo a crecer nace de la ausencia de amor o cuando el afecto es escaso.
Dicho de otro modo, te falta la fuerza de tus padres.
Una de las etapas de la vida donde esto es más notorio es en la adolescencia,
momento donde no eres niño pero tampoco adulto.
Es también uno de los espacios donde más fácilmente se descubren secretos familiares que todos saben pero nadie dice:
adopciones, medios hermanos, amantes de los papás, abortos, pérdidas o traiciones.
Por cierto, ¿Hay secretos en tu familia?
En mi caso ya encontré como veinte de ellos, ¡jaja!
Pero no los escribo aquí porque tengo primos y familiares que me leen y no tengo su permiso.
El que sí puedo contarte es uno que ya había escrito antes en mi blog:
"Cierto día un adolescente descubrió que era adoptado. Nunca nadie se lo había dicho. Le dolió profundamente en el alma, sobretodo porque le ocultaron la verdad de su origen. “¿Por qué engañarme?” -decía. A partir de ahí quedó marcado su destino. Lo más impresionante fue que estaba repitiendo la historia del padre que no conoció…"
La adolescencia es un segundo nacimiento, donde el cordón umbilical que se rompe no es físico, sino afectivo y emocional.
Es el adiós al apego, es el adiós a la infancia.
Las águilas son maestras en esto...
El aguilucho es la cría del águila
y cuando la madre siente que llegó la hora,
toma al hijo con su pico,
lo saca del nido,
se eleva a las alturas
y lo suelta al vacío para que vuele con sus propias alas.
¡Qué duro!
¡Cuántos papás tendrían pavor sólo de dar el permiso para dejar salir a sus hijos a una fiesta!
Para muchos de ellos es difícil confiar en sus hijos,
porque no confían en sí mismos, ni en lo que les han enseñado.
Recuerdo que de niño tuve una pelea en la calle con un vecinito.
Pues que sale mi mamá y me pone una mega regañiza enfente de todos,
además de castigarme después de la buena paliza que me dió.
Internamente yo me decía: "¡Mamá, ya crecí! ¡Ya puedo defenderme solo!"
Te diré algo muy doloroso pero necesario para crecer:
En la adolescencia descubres con toda su crudeza que tus padres no son unos dioses omnipotentes,
sino tan sólo seres humanos un poco mejor que tú.
Para muchos esto es horrible, prefieren negarse a ésta realidad,
porque si tus padres no son dioses, entonces:
¿quién te protegerá de este mundo tan desencarnado?
¿Quién podrá defenderte?
¡Hay tanta gente llorando por el paraíso perdido!
Es la nostalgia por el tesoro infantil:
La irresponsabilidad propia cubierta y amortiguada,
porque tus padres responden por ti.
Sin embargo, el torrente de la vida es imparable,
y desde lo más profundo del alma ancestral hace sentir su fuerza: Es el deseo de libertad.
La rebeldía adolescente es la peculiar manera para lanzar un grito existencial:
"¡Quiero ser libre para vivir mi vida!"
Pero como dice el buen Erich Fromm en su libro "El miedo a la libertad":
"Eres libre de elegir el destino que quieras,
pero debes aceptar las consecuencias de tu propia elección."
Y pocos son los que se atreven...
Jesús Piña
Invierte en tu vida!