Coca-Codo-Sinclair
China desembarca en Ecuador
Todo megaproyecto ha generado resistencia desde la oposición. Eloy Alfaro se enfrento a grandes obstáculos para la construcción del ferrocarril que unió a Quito y Guayaquil. Juntos, conservadores y los tenedores de bonos de deuda externa - Consejo de Detentadores de Bonos de Londres-, se oponían al proyecto y advertían a los banqueros de los Estados Unidos –financistas del proyecto- sobre los riesgos que implicaba la suspensión del servicio de la llamada “deuda de la independencia” por parte del Gobierno de Alfaro. Entonces, querían un clima de incertidumbre, pesimismo y boicotear su financiamiento.
Al final, el ferrocarril obtuvo su financiamiento y el 25 de junio de 1908 llego a Quito la primera locomotora a vapor “Baldwin”. A la postre este proyecto visionario del Viejo Luchador fue el más importante del país por los próximos cien años.
Algo similar se ha vivido con el proyecto hidroeléctrico Coca-Codo-Sinclair, rescatado de los archivos del INECEL al inicio mismo de la gestión del presidente Rafael Correa. Desde el principio no han faltado las críticas de opositores y economistas OCP –ortodoxos, conservadores y prudentes-, que advertían el fracaso del proyecto. Decían que la economía está colapsada y que nadie quiere invertir en el país. Tampoco habrá financiamiento alguno debido al proceso de recompra de bonos Global que realizó el gobierno en contra de las advertencias ortodoxas, amenazaban.
La realidad, una vez más, les contradice a los OCP. El financiamiento por 1.700 millones de dólares del Eximbank de China, el más grande de la historia del país para un proyecto de inversión, demuestra que el Ecuador sí resulta atractivo para los capitales extranjeros y la recompra de los bonos Global no ha tenido impacto en la credibilidad de pago del Gobierno.
Eso sí, este proyecto marca un quiebre en las relaciones geo-económicas de financiamiento del país. Se abre el abanico financiero. Se supera la dependencia occidental de financiamiento –Banco Mundial, grandes bancos de inversión norteamericanos o europeos-. Se abre la puerta en otra región del planeta, en este caso China. También marca diferencias en la contratación de créditos. No hay condicionalidades sobre la política económica como las que impone el Banco Mundial -que encarecen el costo económico de cualquier crédito-. No incorpora garantía reales a favor de la banca. Se eliminan los famosos fideicomisos para el manejo de los recursos; los recursos de este crédito se los ejecutará a través del presupuesto del Estado. Se eliminan los seguros a favor del prestamista.
Si se hubiese continuado con la planificación del INECEL, este proyecto tenía que haber entrado en operación en el año 2003. Gracias a la agenda neoliberal y la desidia de gobiernos anteriores no se puso en marcha. Los costos de esta irresponsabilidad son incuantificables.
Este megaproyecto tendrá efectos múltiples. Para empezar, va a ser gravitante en el cambio de la matriz energética. Va a terminar la dependencia de la importación de energía y de la generación térmica, aún más costosa por la importación de diesel.
Sin duda, un paso acertado que apunta a una revolución energética.