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Socio-Política: Entre la Oligarquía y la República de la Ciencia
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De: Marti2  (Mensaje original) Enviado: 02/09/2010 09:14

Parte 1. De la República de la Ciencia a la Oligarquía de la Ciencia: Ideas básicas.

La revolución científica que surgió en la Europa del siglo XVII tuvo lugar entre élites educadas del continente. Sin embargo, dentro de las fronteras de esas élites, un egalitarismo intelectual auténtico se sostuvo y discutió, aún si no siempre se implementó. La calidad intelectual y la fuerza de los argumentos fueron las únicas razones evidentes para preferir una solución particular antes que otra. Las modernas epistemologías de la Ciencia, e.g. Karl Popper, todavía hoy se construyen sobre esa base fundacional.

Tales inicios condujeron a una evolución paradójica: al mismo tiempo que la práctica de la ciencia se extendía a más amplios círculos sociales, una concentración del poder científico comenzaba a ser construída sobre bases regionales. La ciencia profesional se convirtió en una de las mejores maneras de ascender en la sociedad. Con educación primaria universal, un niño inteligente (hay que decir que para las niñas fue mucho más difícil que para los niños este proceso) tenía una oportunidad de ser identificado y enviado tras la búsqueda de su educación al punto de convertirse en un investigador. Sin embargo, al mismo tiempo, la ciencia se convirtió en patrimonio de un pequeño número de Estados Europeos en proceso de industrialización, seguido, más tarde en el siglo XIX, con alguna expansión hacia Norteamérica y Japón.

Después de la segunda guerra mundial, el papel científico de la ciencia Alemana degeneró y con él también el propio idioma Alemán. Como consecuencia, el Inglés se convirtió en la absoluta lingua franca de la ciencia, una posición que todavía ocupa hoy. Esta centralización de la ciencia en torno a un lenguaje vino acompañada de la centralización de los medios de comunicación entre los científicos. En los años '60 y '70 del siglo pasado, el concepto de “el núcleo de la ciencia” (core science), construído en buena medida sobre la base del Science Citation Index y ampliamente adoptado por editores comerciales, así como un cantidad de sociedades científicas importantes, condujo a una ciencia dividida entre el centro y la periferia. Más aún, la línea divisoria estaba en manos de una compañía privada. Los editores, en particular los editores comerciales, pero también un cierto número de sociedades científicas, comenzaron a ver las ventajas que este mercado inelástico de “el núcleo de la ciencia” le ofrecía a su negocio y, muy a propósito, maniobraron para incluir el mayor número posible de sus revistas entre las publicaciones reconocidas en ese “núcleo de la ciencia”.

Cuando las evaluaciones de las carreras profesionales, la supervisión de la ciencia y la adjudicación de becas y subvenciones comenzaron todos a depender de argumentos construídos en torno a métricas derivadas del science citation index, el proceso de sumisión de la ciencia quedó, por así decirlo, redondo y completo. Este periodo, que todavía se extiende en nuestros días, se caracteriza por un número limitado de instituciones, laboratorios, individuos, entidades comerciales y agencias de financiamiento que trabajan juntos en una especie de misteriosa armonía para garantizar la dominación de la ciencia por parte de un número limitado de actores científicos. De aquí el término “oligarquía de la ciencia” al que nos referimos en este texto.

Los efectos de “el núcleo de la ciencia” sobre países que no están involucrados con esa forma tan particular de organizar la investigación científica ha sido tanto profundo como negativo. Re-balancear el sistema mundial de la ciencia será una tarea larga, difícil y también costosa. Sin embargo, proyectos como SciELO, Redalyc y otros consorcios internacionales apuntan ya en la dirección correcta. Sólo a través de la acumulación de una masa crítica de publicaciones científicas que puedan demostrar independientemente su calidad intelectual podrá emerger un mundo científico multi-polar. De la misma manera, la única forma de asegurar que las publicaciones que provengan de países que no son parte de la oligarquía actual sean visibles, usados y citados es a través de un uso sistemático del Acceso Abierto y Libre. El Acceso Abierto es la mejor manera de globalizar la ciencia con justicia.

De esta manera, al tiempo que se preserva la universalidad de la ciencia de cualquier amenaza, su direccionamiento en procura de atender diversos problemas sociales y humanos puede ocurrir. Además, esa base ampliada de preocupaciones, problemas, conceptos y teorías surgiendo en todas las direcciones enriquecerá la diversidad científica y producirá resultados que a fin de cuentas ayudarán a todo el mundo. El re-establecimiento de la república de la Ciencia es, por tanto, una herramienta importante para responder mejor a las necesidades locales, pero también para desarrollar mejor una mejor ciencia.

Parte 2. Cómo volver desde la Oligarquía de la Ciencia a la República de la Ciencia: Propuesta de Acción Regional.

Establecer que todo conocimiento que sea consecuencia de un esfuerzo colectivo debe ser libre para todos es un compromiso fundamental para saldar la deuda social continental, pero es también una posibilidad práctica y perfectamente sostenible.

El acceso libre y abierto puede ser entendido como una amplia fuente de conocimiento humano y patrimonio cultural, arbitrada y aprobada por la comunidad intelectual, y puesta a disposición de la gran sociedad de una manera expedita, amplia y, especialmente, que no peche al ignorante1.

En la mayoría de las sociedades occidentales impera un sistema económico que impide el acceso libre al conocimiento. Un sistema cerrado que ha sido construido sobre la legislación internacional de la llamada propiedad intelectual.

Ese sistema económico demanda cantidades ingentes de divisas de parte de sus contribuyentes forzosos: los estados nacionales. Pero lo más grave es que su mera existencia desvirtúa los principios solidarios de la educación pública, establecidos en las constituciones nacionales de esos mismos estados, y fomenta la incultura de la no cooperación entre las comunidades académicas de esas naciones.

Por ejemplo, antes que permitir el acceso libre a sus contribuciones intelectuales, los investigadores de instituciones públicas transfieren sus derechos de autor y con ello el control de la difusión de esas contribuciones, a casas editoriales transnacionales que luego pechan a los propios autores y sus colegas y vecinos para acceder a esos conocimientos, muchas veces corregidos y mejorados por las mismas comunidades.

Los investigadores están prácticamente obligados a participar en este extraordinario negocio pues los mecanismos tradicionales de evaluación de la productividad académica y de la investigación están, casi completamente, anclados a los sistemas de publicaciones asociados a casas editoriales que cierran el acceso a ese conocimiento por razones económicas.

Para comenzar a corregir esta situación y eliminar sus efectos perniciosos bastaría una declaración política al más alto nivel que establezca que todo el conocimiento consecuencia de un esfuerzo público, que haya sido financiado con recursos de los pueblos, debe estar libremente disponible para todos sin más limitaciones que la que impongan razones especiales de soberanía y seguridad nacional.

Con esto cada comunidad académica pública en cada nación podría ejecutar las acciones necesarias para garantizar el acceso libre al conocimiento. Acciones que no implicarían cambios económicos mayores pues, como se dijo, buena parte del sistema actual ya es sostenido por el esfuerzo y con los recursos de la comunidad académica pública.

Entre esas acciones, una que resultaría particularmente efectiva para desarmar la oligarquía de la ciencia actual es la definición de métricas soberanas para evaluar el impacto de las contribuciones científicas (como por ejemplo, reemplazar el factor de impacto por revista, que establece el Science Citation Index, por otras medidas más significativas como el factor de impacto por publicación que se discute en SciELO). Métricas que, desde luego, tendrían que ser incorporadas y reconocidas por los sistemas de promoción a la investigación de cada país (como el Programa de Promoción a la Investigación, PPI, de la República Bolivariana de Venezuela), conjuntamente con el reconocimiento justo y prioritario a las revistas y publicaciones de Acceso Abierto en la evaluación de la productividad científica.

Estas medidas, insistimos, ahorrarían a cada nación ingentes cantidades de recursos (y talentos) y pueden ser implementadas sin mayores sacrificios patrimoniales como parte de una acción liberadora de la ciencia de las garras de la oligarquía que la secuestra, ha secuestrado y continúa secuestrándo con cada nuevo artículo que se somete a ese bloqueo económico. Es sorprendente, por ejemplo, cómo el sistema capitalista reinvida todo el mérito estructural de cualquier innovación científica o tecnológica sobre el mero hecho de que esas contribuciones se convierten en objetos transables en el mercado editorial, cuya selección, distribución y retribución está controlada por unos pocos que actúan como sus dueños.

El Acceso Abierto, tal como ocurre con el Software Libre, puede parecer una simple medida puntual, necesariamente perfectible. Ambas tienen, sin embargo, la extraordinaria virtud de ser prácticas, por tanto factibles, y de apelar al espíritu de solidaridad y complementariedad que sabemos reside en todos los cultivadores de conocimiento, cualquiera que sea su origen, actividad e incluso orientación política, implícita o explícita. Ojalá la voluntad Política alcance a notar esta extraordinaria circunstancia y se atreva a construir el edificio del acceso libre al conocimiento.

1http://www.geotropico.org/1_2_Documentos_Berlin.html http://www.geotropico.org/1_2_Documentos_Berlin.html y http://www.zim.mpg.de/openaccess-berlin/berlin_declaration.pdf


Jacinto Dávila http://webdelprofesor.ula.ve/ingeniera/jacinto/


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