Por: Adriana Balaguer, el 23 de septiembre de 2010, 05:38 AM
Por alguna razón, a las mujeres nos cuesta decir no. Toleramos en exceso. Aguantamos. Por algún tiempo, lo hacemos en silencio, pero inevitablemente llega la queja, el reclamo. Y entonces, todos esos “no” que reprimimos por años, irrumpen, atropellan, estallan y piden respeto, consideración, pero a los gritos. Es que para ese entonces ya estamos saturadas.
¿Se puede evitar que el vaso rebalse? ¿Se puede aprender a decir “basta” a tiempo? ¿Cómo?
En su libro “Decir Basta”, la reconocida psicóloga Clara Coria asegura que muchas mujeres recién logran expresar sus enojos cuando ya están hartas de soportar una situación indeseada y deciden patear el tablero, actitud que a esa altura suele tener costos muy altos. Por eso, aconseja “cambiar los bastas por pequeños bastitas”.
Hay algo de mandato cultural detrás de esta conducta femenina tan cercana al sometimiento., Pero dejar de aceptar y aceptar con tal de que nos quieran, es posible.
Solo se trata de “poner límites”. Y esto vale tanto para las relaciones familiares como para las laborales o las que tenemos con los amigos.
Hay que hablar, explicar, animarse a decir “no me gusta que me tengas esperando”; o “no quiero ser la única que limpia la casa”; o “también me gusta dormir hasta tarde los fines de semana”; o “no puedo seguir llevándome trabajo a casa”.
Y después sí, acompañar ese “basta” con un actuar en el mismo sentido. De nada sirve anunciar que dejaremos o empezaremos a hacer algo, si no empezamos a hacerlo. Si no nos corremos del lugar habitual. A prepararse para la resistencia y el malestar de los otros, porque sin duda aparecerán en escena ante nuestra nueva actitud.
Terminar con lo que nos hace mal es empezar una vida más sana. Los que nos quieren bien, sabrán entender. Y disfrutarán con nosotros de esta nueva etapa.