Quizás no esté fuera de lugar explicar aquí el significado del término
“Espiritualidad,”
el cual es confundido frecuentemente con
fe ciega en los libros sagrados,
con exhibición de milagros,
con fenómenos psíquicos o
con poderes yóguicos.
La espiritualidad es una experiencia interna
y su alfabeto comienza donde terminan todas las filosofías y prácticas de yoga.
Es la experiencia del alma.
Cuando un individuo dice:
“Yo soy este cuerpo,
” se trata de un sentimiento basado en el intelecto y se le define como ignorancia.
Cuando dice:
“No soy este cuerpo, soy un alma despierta,”
se trata únicamente de un conocimiento o teoría que ha aprendido.
Pero cuando por medio del análisis de su propio Ser
obtiene una
experiencia verdadera de su alma y entra en contacto con el
Súper Ser,
a eso se le llama espiritualidad.
La primera lección práctica comienza cuando se tiene un
retiro completo del cuerpo físico,
gracias a la bondad de un Maestro práctico.
Sin ayuda, nadie puede retirarse y separarse a sí mismo de su cuerpo físico. Si alguien sostiene lo contrario y cree que lo puede hacer, no hace más que engañarse a sí mismo.
Terminará en fracaso todo intento que se realice sin la asistencia de un Maestro competente,
pues él es el único calificado para impartir esta experiencia.
Los Maestros vienen para distribuir este tesoro de bendiciones espirituales a los Buscadores de la Verdad.
La espiritualidad no se puede comprar ni enseñar,
pero se puede captar mediante el contacto con personas espirituales.
Más aún, los regalos de la Naturaleza como el aire, el agua, la luz, etc., son gratuitos.
La espiritualidad también es un regalo de la Naturaleza y los Maestros competentes la conceden gratuitamente.
De igual manera, la espiritualidad no se puede obtener por medio de los libros, este es un hecho que todas las sagradas escrituras sostienen.
Estos libros contienen los valiosos registros de las experiencias internas de espiritualidad que otras personas tuvieron.
Llenan huecos en la historia y contienen mensajes de los Maestros del pasado que nos ayudan a verificar los
hechos
que nos revela un Maestro Viviente.
Al ser humano lo confunden las diferentes traducciones, interpretaciones y exposiciones, cada una diferente de la otra, que en vez de aliviar su mente, tienden más bien a desorientarlo y a confundirlo.
Su egoísmo ha creado también cientos de círculos religiosos, cuya finalidad es separarse de los demás y predicar un conformismo estrecho con los dogmas establecidos
en vez de predicar el amor,
y procuran el aislamiento en vez de buscar la integración con los demás.
Desgarrados en medio de emociones conflictivas, los seres humanos desarrollan odio y pensamientos de guerra.
Para la comprensión de la Ciencia de los Maestros asistimos al Satsang, adonde la mayoría de nuestras dudas son aclaradas.
Las respuestas directas del Maestro nos ayudarán a disipar cualquier duda que aún prevalezca.
Todas las preguntas reciben la misma atenta consideración y no se incurre en ninguna controversia.
Ricos o pobres, elevados o humildes, todos reciben la misma atención de la misma forma en que un médico debe atender a sus enfermos.
Un Maestro verdadero puede ver las virtudes y errores de un hombre de manera tan clara como uno ve el contenido de una jarra de cristal, pero no revela nada.
Sentados frente al Maestro, son beneficiados incluso aquellos que no comprenden su idioma,
igual que cuando estamos en una perfumería y disfrutamos del aroma de las dulces fragancias.
El Maestro derrama sus bendiciones a través de su mirada, las cuales pueden ser aprovechadas por aquellos que están hambrientos de ellas.
Sus ojos son un maravilloso rocío de amor