En el ahora, tú eres a la vez lo que se mueve y lo inmóvil. Hasta ahora has pensado que tú eras lo que se movía y te has olvidado de lo que no se mueve.
Da un giro radical a tu espíritu. No tengas en cuenta lo que se mueve y te verás como la realidad inmutable y siempre presente, inexplicable, pero sólida como una montaña.