Cobayas humanas de ayer y de siempre
Comentaba el otro día el maestro Juan Gérvas en Granada que los medicamentos para los países ricos se solían probar en los países pobres. Lo cierto es que este hecho constituye en sí una de las grandes injusticias de la ciencia contemporánea, y motivo más que suficiente como para sentir vergüenza, e incluso náuseas.
Tuskegee queda lejos en el tiempo y en la memoria. Por fortuna, al menos -¡ay, muy tarde, demasiado, para algunos!- hubo indenmizaciones y reparación histórica. Pero no sólo los negros de Alabama fueron los utilizados como cobayas humanos. En Guatemala llevan años pidiendo una reparación de los daños. Piensa el señor Obama que sólo con unas bienintencionadas palabras son suficientes (para evitar soltar el dinero), cuando lo que les han robado a muchos enfermos mentales y prisioneros es la misma vida. Hartos de palmaditas en la espalda, han demandado al mismísimo gobierno estadounidense, buscando que la justicia les de lo que los representantes políticos les niegan y reparar lo que los investigadores les robaron.
Pero no se crean ustedes que las miserias y crímenes de la ciencia son cosa del pasado. Ahora quizá los abusos son más sutiles, menos sangrientos, pero igualmente injustos, execrables y con tendencia a cebarse en los más desfavorecidos.
En Estados Unidos, país del cuarto mundo, es práctica común que determinadas clínicas privadas ofrezcan servicios gratuitos o a bajo precio a gente sin recursos para realizar sencillas operaciones quirúrgicas, como quitar juanetes o sacar muelas. ¿Cuál es el truco? Pues bien sencillo: dichas clínicas trabajan como reclutadoras de pacientes para ensayos clínicos de tratamientos para el dolor postquirúrgico. Bajo el reclamo, incluso en prensa escrita y en foros en la red, no sólo de la operación gratis y todos los servicios médicos que ésta incluye, sino de compensación económica adicional, muchas personas de bajo poder adquisitivo ven en ello una manera de acceder a servicios médicos que de otra manera no podrían costearse.
Esclavos de hoy en nombre de la ciencia de siempre.
Enrique Gavilan -Medico
El Nido de Gavilan