Ayer le pregunté a la enredadera
¿Por qué te amo tanto?
¿Por qué la rosa cuajada de brillantes del rocío, el lirio vencido sobre su tallo, el tulipán de radiante belleza y el granado espléndido y encendido; me parecen menos agradables que tú, flor modesta y chiquitita?
¿Por qué?
¿Por qué prefiero tu perfume al de la violeta, al del nardo, al del toronjil y tu vista hace palpitar mi corazón como la vista de la mujer amada?
¡He cogido la vicapervinca al borde del torrente, la margarita en los prados y el tornillo en las faldas de las colinas!
¿Por qué?
¡oh! verde y flexible enredadera
¿Por qué por ti he dejado todas esas flores de grato aroma y atractivo aspecto?
La enredadera me respondió
¿No hay en el mundo de tus recuerdos un dulce recuerdo que brilla entre todos los demás?
Cuando evocas en tu mente las queridas imágenes de tu pasado,
¿No distingues una más bella, más amada, más sonriente; hacia la cual tiendes los brazos, a cuyo seno quiere volar tu alma?
Este es el de aquella a quien amaste a los quince años
Es quien te esperaba bajo los castaños del camino, suelta la blonda cabellera, ondulante la blanca y holgada vestidura, pálida de emoción y sentimiento, reflejado en los azules ojos el claro horizonte de la campiña.
Yo, la enredadera, estaba con ustedes cuando le decías besando....
Te amo....
Los escuchaba y vertía sobre sus frentes las gotas que el rocío depositaba en mis hojas.
Yo escuché sus juramentos
Yo fui testigo de sus castas caricias
¿No te acuerdas de que la primera flor que ella cogió para ti era una flor de mis ramas, la flor de la ojiacanta?
Yo mezclé mi aliento, yo perfumé el lugar sosegado y apacible de sus citas.
Por eso cuando me ves tu corazón late,
Porque el recuerdo lo aviva; por eso me prefieres
A mí y no a las otras flores, mis hermanas, porque
Yo soy la enredadera
La flor de los primeros amores.