¿Por qué estoy en el mundo?....De Web Catolico de Javier
¿Por qué estoy en el mundo?
Estoy
en este mundo porque Dios me creó, porque me quiere. Y así he vivido
20, 30, 40 ó más años, envuelto, cobijado por su amor. Me creó para algo
importante, no para el egoísmo. No para la mediocridad, menos todavía
para la desdicha. Me creó para ser feliz aquí y allá, para ser útil,
para hacer algo útil.
A estas alturas de la vida, ¿cómo habré
realizado el sueño de Dios? ¿Qué sentido tiene para mi la vida? Soy su
criatura, todo es regalo de Dios en mí, existo de favor y de cariño de
un Creador, y los siguientes días de mí vida seguiré viviendo por el
cariño
de mi Creador.
Hay un Ser que mantiene en movimiento mi corazón, que tiene encendida mi inteligencia, que mueve mi voluntad.
Decía
un famoso convertido: "Desde hace 25 años la realidad mas radiante de
mi vida es esta: Dios existe y me ama". Eso, tú y yo lo podemos decir
con idéntica razón.
Hoy quiero doblar mi rodilla ante mi Hacedor,
y recordarme a mí mismo lo que quizá tenía olvidado: "No tengo nada, no
soy dueño de nada, ni de mi cuerpo, ni de mi inteligencia, ni del día
que estoy viviendo, ni de la tierra que piso. Todo esto es "made in
Heaven", todo esto es don del Cielo, todo es regalo".
¡Gracias!
tendría que ser una de las palabras más repetidas, más maravillosas que
debería decir todos los días, todas las horas; gracias al amanecer,
gracias al mediodía, gracias al atardecer, gracias por este día, por los
días que están por venir.
Quiero agradecerte dentro de ese templo hermosísimo,
impresionante, que es tu Creación: "El mundo".
"Sabemos que el
universo es el mejor libro para estudiar a Dios, sabemos que la bóveda
del cielo en una noche estrellada es el mejor claustro para hacer
oración, hemos escuchado la infinitamente bella sinfonía de las flores,
de las estrellas, del paisaje, de los amaneceres, de las noches de luna
precedidas por crepúsculos perfumados por la pureza de las flores
silvestres; a los que poseemos el don de la fe, todo esto nos da un
auténtico sentido de seguridad personal, un equilibrio y una armonía
casi perfecta en ese otro pequeño infinito universo de nuestro humilde
ser.
Pero, con qué mirada tan diversa miran el mundo los que
viven sin fe. Ni las estrellas, ni el paisaje, ni la aurora, ni el
crepúsculo, ni las noches de luna, dicen nada a su alma; viven soñando
en su grandeza, poseídos de su autosuficiencia, esforzándose por crear
cada día su felicidad personal, hasta que una
mañana, o una noche, se dan cuenta que no son verdaderamente felices,
porque en el universo de su ser, hay algo que rompe la armonía
dejándolos con un vacío inconmensurable.
No pueden apoyarse en su
inteligencia, ni en su belleza, ni en sus placeres, porque todo es una
sombra inconsistente. Ríen y ríen... pero nada más, porque la risa no
sólo es símbolo de felicidad sino también máscara de tragedia;
contemplan sin cambio de ritmo los días y las noches, las estaciones y
los años. Su alma creada para el infinito no tiene más salida que
anclarse en la monotonía existencial, el descanso aparente, la
indiferencia, la pasividad, el disgusto y la íntima amargura".
Cada
día es una nueva vida. Una nueva vida me ofrece Dios al despertar.
Gracias debiera ser la primera palabra con la que abrimos los ojos.
Autor: Mariano de Blas
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