El agua es un elemento esencial para la vida, algo que se nos regala y que es consustancial con la vida misma y, por eso, tienen una cierta connotación “sagrada”. Los nueve primeros meses de nuestra existencia, transcurren inmersos en el agua, dentro del seno materno. Dos terceras partes del cuerpo humano es agua. Necesitamos el agua para saciar la sed, para lavarnos y refrescarnos, para preparar los alimentos. El agua está vinculada esencialmente a la vida cotidiana y a nuestra posibilidad de supervivencia como seres humanos.
El agua es algo sagrado, porque es un don del cielo, que se nos regala gratuitamente, porque sin agua no es posible la vida y porque tampoco nosotros somos dueños del agua.
Para el pensamiento antiguo, el agua era uno de los cuatro elementos constitutivos de la realidad cósmica e inmanente: aire, agua, tierra y fuego. El agua es parte principal y fundamento vital en todas las culturas y todas las religiones. El agua se ha considerado incluso como principio vital generador y constitutivo de todas las cosas “la madre de todos los seres”. En la cultura oriental el agua es considerada materia prima:”todo es agua”, dicen los textos hindúes, “el huevo del mundo se incuba en la superficie de las aguas”.
El agua limpia y purifica el cuerpo, lo que le da un status simbólico y hasta incluso sagrado en algunos casos, convirtiéndola en elemento clave en varios cultos y ceremonias religiosas.
Prácticamente todas las religiones tienen un uso del agua en sentido ritual. Desde las grandes religiones orientales, que ven en el agua el origen de lodo lo que existe, pasando por las religiones naturales de tipo cosmo-biológico, donde el agua es transmisor y expresión de vida, o el Islam que considera el agua que cae del cielo como signo divino y el mismo hombre ha sido creado de un agua fluente, hasta la tradición bíblica donde el agua es criatura y don de Dios y, al mismo tiempo, está presente en toda la creación como elemento constituyente de la vida.
Como vemos, las diversas religiones han hecho y hacen un uso abundante del agua con aplicaciones e interpretaciones bastante similares en torno al doble significado de muerte y vida. En casi todas se da una cierta convergencia.
M Eliade intenta sintetizar el uso del agua en las religiones: “Cualquiera que sea el conjunto religioso en que se presenten, la función de las aguas es siempre la misma: la de desintegrar, abolir las formas, lavar los pecados, purificando y regenerando al mismo tiempo. Su destino es preceder a la creación y reabsorberla, sin poder salir nunca de su propia modalidad, es decir, sin poder manifestarse en formas……………. La finalidad de las lustraciones y purificaciones rituales con aguas es actualizar en un instante “aquel tiempo”, en que tuvo lugar la creación; son una repetición simbólica del nacimiento de los mundos o del hombre nuevo”.
A menudo, el agua es percibida en las religiones como un Dios, una diosa o una entidad divina. Los ríos, la lluvia, los estanques, los lagos, los glaciares, las granizadas o la nieve son algunas de las formas que puede adoptar el agua al interpretarse e incorporarse en las esferas culturales y religiosas.
El agua religiosa nunca es neutra y pasiva. Se considera que esta agua posee el poder y la capacidad de transformar el mundo, redimir los pecados y santificar. El agua elimina la contaminación y purifica tanto en un sentido físico como simbólico. El agua es una sustancia viva y espiritual, que actúa como mediadora entre los seres humanos y los dioses. A menudo, el agua representa la frontera entre este mundo y el más allá
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