Estoy aburrido en la vida.
Había una mujer de la nobleza, muy rica, que había crecido cansada de la vida.
tenía todo lo que una persona pueda desear excepto felicidad y alegría.
Ella dijo: Estoy aburrida de la vida. Me voy a ir al río y voy a acabar con ella.
Mientras caminaba sola, sintió un a pequeña mano tirando de su falda.
miró hacia abajo y vio a un niño pequeño, frágil y aparentemente hambriento
que le imploraba: Nosotros somos seis.
¡Nos estamos muriendo de hambre! La mujer pensó,
¿por qué no aliviar a esta desdichada familia?
Tengo los medios y mis riquezas
ya no van a tener más uso cuando yo muera.
Siguió al pequeño y entró a aquella escena de miseria,
enfermedad y necesidad.
Ella abrió la cartera y vació su contenido.
Los miembros de la familia estaban a su lado con alegría y gratitud.
Identificándose aun más con sus necesidades,
la rica mujer dijo:
¡Yo vuelvo mañana, y voy a compartir con ustedes
más cosas buenas que Dios me ha dado abundantemente!
Dejó aquel cuadro de necesidad y desdicha
contenta de que el niño la hubiera encontrado.
por primera vez en su vida comprendió la razón de su riqueza.
Jamás volvió a pensar en acabar con su vida,
porque no tenía sentido ni propósito.
Aquellos que dan con alegría a la vida de otros
no pueden ocultarla en ellos mismos.
Gálatas 6:7 No os engañéis; Dios no puede ser burlado:
pues todo lo que el hombre sembraré, eso también segará
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