Tres defensoras de los derechos humanos denuncian en Madrid la impunidad y la militarización del país
Cada día conviven con la angustia porque piensan que puede ser el último. Sin embargo, cada día, también les acompaña la valentía para defender y denunciar los abusos contra los Derechos Humanos. Nombres como Bety Cariño, Susana Chavez y Marisela Escobedo son una pequeña muestra de las miles de mujeres que yacen en algún lugar de México sin justicia. Norte, sur, este y oeste. A lo largo de todo el territorio mexicano se expande la impunidad frente a estos asesinatos que crecen cada día.
Según datos del Gobierno mexicano, sólo en 2010 hubo más de 15000 muertes violentas en el país. En este contexto, la situación para defensores y defensoras de DDHH es de alto riesgo. El ejemplo está en Minerva Nora Martínez Lázaro y Gabriela Morales Gracia, quienes estuvieron en la Coordinadora de Organizaciones de Mujeres para la Participación y la Igualdad (COMPI) en Madrid, para dar voz a todas aquellas mujeres que comprometen su vida a la defensa de los derechos humanos.
Nora, pertenceciente al pueblo indígena zapoteco y coordinadora del Centro Regional de Derechos Humanos “Bartolomé Carrasco Briseño” Oaxaca, México, trabaja, desde hace más de 15 años denunciando las violaciones sufridas por los pueblos indígenas, así como por las defensores y defensoras de derechos humanos que acusan la explotación indiscriminada agraria y de recursos naturales en estos territorios ancestrales. A pesar de que hace un año enterró a su compañera Bety Cariño, Nora continúa con la convicción de exigir la defensa de los DDHH: “La lucha está en Oaxaca, que es donde nacimos”, afirma.
Mientras que Gabriela, originaria de Mexico DF, es abogada y doctorada por la Universidad Carlos III de Madrid. Después de haber estado cinco años en Madrid, volvió hace uno a México para trabajar en pro de la iniciativa Frontera Norte de México en Ciudad Juárez. Dicha organización, fomenta la detección y documentación de casos de violaciones a los derechos humanos de personas migrantes, defiende de manera integral casos paradigmáticos y diseña estrategias de incidencia pública. Durante su exposición, Gabriela llamó la atención sobre las grandes diferencias que existen entre el norte el sur: “ Para el norte del país no es prioritario el tema de los derechos humanos. En cambio si que es importante todo lo que tenga que ver con el ámbito empresarial por la gran influencia y cercanía que hay con los Estados Unidos”. Asímismo, Gabriela remarcó, como otras de las diferencias, la inexistencia de mecanismos de protección como el de acompañamiento internacional: "Las organizaciones del norte nos sentimos solas".
Los obstáculos
Tanto para Gabriela, como para Nora, es imprescindible que se visibilice a todas aquellas mujeres, que aunque no estén en organizaciones, luchan a nivel individual en la defensa de los derechos humanos. A esta demanda, se suma la vulnerabilidad y el machismo que sufren las mujeres frente al sistema social establecido: “ Es muy difícil trabajar porque siempre hay un trato de niña o de señorita, además de cuestionar todo el rato la veracidad de tu trabajo”.
Las defensoras se enfrentan además, con la corrupción de los poderes locales, el crimen organizado, la impunidad y la militarización de México. Esto último se hace con la excusa de proporcionar más seguridad a nivel nacional: “Para el Estado es legítimo que haya retenes en las carreteras, que te interroguen, que te registren, que ejerzan un poder sobre ti en nombre de la protección. Cuando en realidad lo que hacen es intimidar, ya que la mayoría de la policía va encapuchada” comenta Gabriela.
El número de asesinatos crece, mientras que las autoridades mexicanas continúan afirmando que es producto del narcotráfico, del crimen organizado, o de la profesión a la que te dediques. Y es que, según Gabriela, no es difícil escuchar al poder gubernamental decir que los defensores y defensoras mueren “porque se dedican a este oficio”. En este contexto, los medios de comunicación no ayudan mucho. En la actualidad, la gran mayoría de los periódicos y radios locales tienen censurados aquellos temas que tengan que ver con asesinatos: “ En muchos estados de México no se habla sobre las muertes o sobre la impunidad de las mismas. Además, el número de periodistas muertos ha aumentado. Por este motivo, cada vez es más fuerte e importante la articulación entre el trabajo de periodistas y defensores”, declara Nora.
Asesinatos, desapariciones, hostigamientos, vigilancia y amenazas ocurren en un panorama de violencia agudizado por la lucha contra el crimen organizado. Si bien es cierto que en México están contemplados jurídicamente los DDHH de las mujeres, Gabriela afirma que en Ciudad Juárez le ha quedado muy claro que no tiene derechos: “Allí se siente la fragilidad y el miedo a ser mujer, porque sabes que él que está ahí puede llegar”.
IEPALA