El Sol, durante el pasado 13 de febrero
Los expertos están, esta vez, todos de acuerdo. Una tormenta geomagnética como la que se produjo en la Tierra el pasado martes no es un fenómeno aislado. Y a pesar de que la que nos golpeó la semana pasada, hasta ahora la más potente del actual ciclo solar, no tuvo mayores consecuencias, en futuras ocasiones podríamos no tener tanta suerte. Un fenómeno similar, en efecto, tiene la potencia necesaria para acabar, de un solo golpe, con la sociedad tecnológica del mundo moderno.
Una tormenta solar lo suficientemente fuerte, en efecto, podría desestabilizar, incluso de forma catastrófica, una buena parte de nuestra tecnología. El mundo moderno, afirmaron el sábado diversos especialistas durante la reunión de la Sociedad Americana para el Avance de las Ciencias (AAAS), depende en exceso de la red de satélites. Navegación marítima y aérea, sincronización entre computadoras, redes de telecomunicaciones, sistemas GPS, aparatos electrónicos de todo tipo... Tecnologías, todas ellas, extremadamente vulnerables a los "cambios de tiempo" espacial.
Las consecuencias serían nefastas, en caso de una gran tormenta solar, para la red de satélites que orbitan la Tierra, muchos de los cuales quedarían literalmente "achicharrados", pero también para las centrales eléctricas de todo el mundo, cuyos transformadores quedarían inutilizados provocando cortes en el suministro de electricidad que podrían durar semanas, e incluso meses.
Esperando la gran tormenta
La tormenta del pasado martes es el principio de una situación que, según los científicos, sólo puede ir a peor. De hecho, apenas si estamos al comienzo del actual ciclo solar y se espera que la actividad del Astro Rey se vaya haciendo cada vez más intensa en los próximos once años.
"No es una cuestión de si sucederá - explica Jane Lubchenco, responsable de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de los Estados Unidos- sino de cuándo sucederá y de cómo de fuerte será. La última vez que tuvimos un máximo en en el ciclo solar, hace cerca de diez años, el mundo era un lugar muy diferente. Hoy los teléfonos móviles están por todas partes. Es cierto que antes también los había, pero no dependíamos de ellos para tantas cosas diferentes".
Para esta experta, "muchas de las cosas que damos por sentadas y garantizadas dependen hoy mucho más de la meteorología espacial que durante el último máximo solar". A pesar del riesgo, los expertos admiten que, en la actualidad, muy poco podemos hacer para predecir una tormenta solar potencialmente peligrosa. Lo que sí deberíamos hacer es "blindar" de alguna forma las redes y centrales eléctricas, haciendo algo que nos permita, en caso de alarma, apagarlas rápidamente en las zonas más sensibles hasta que pase el peligro.
"Por favor, que no cunda el pánico - dijo por su parte Stephan Lechner, director del Centro Conjunto de Investigación de la Comisión Europea - Sobreactuar sólo serviría para empeorar la situación". Para este experto, la raíz de la vulnerabilidad del mundo moderno radica en su dependencia de los sistemas de posicionamiento global, o GPS, sin los que ya no sería posible la navegación marítima y aérea, ni la sincronización de las redes informáticas y los equipos electrónicos.
"El GPS nos ha ayudado -aseguró Lechner el sábado- pero también nos creó una nueva dependencia" que se extiende desde el sector aeroespacial a la producción digital de radio y TV, a los servicios financieros y a las agencias gubernamentales. Sólo en Europa, afirmó, existen 200 operadores de telecomunicaciones y "ninguno de ellos está estandarizado".
Imposible de prevenir
Ante la actual imposibilidad de prevenir una tormenta solar capaz de provocar la catástrofe, los gobiernos del mundo deberían elaborar estrategias de cooperación que les permitieran compartir toda su información vital, anticipándose así a los daños locales que esa tormenta podría provocar. Por desgracia, y a pesar del despliegue actual de medios, seguimos sin saber cuándo esa tormenta devastadora podría llegar a producirse.
"Actualmente -afirmó por su parte Juha-Pekka Luntama, de la Agencia Espacial Europea- no podemos decir si habrá una gran tormenta en los próximos seis meses, pero sí podemos decir que se dan todas las condiciones para que esa tormenta se produzca".
El pasado martes, una gran erupción solar, la mayor detectada en los últimos cinco años, envió hacia la Tierra un enorme torrente de partículas de plasma cargadas a una velocidad de 900 km. por segundo. La erupción fue de la clase X, la más poderosa de la que es capaz el Sol, produjo espectaculares auroras y desestabilizó algunos sistemas de comunicaciones, pero sus efectos se limitaron casi exclusivamente a latitudes muy al norte de nuestro planeta.
"Se podría pensar - afirmó Luntama- que esta vez estábamos bien protegidos. Pero resulta que los campos magnéticos estaban alineados en paralelo, por eso no pasó demasiado. Si no hubiera sido así, las cosas habrían sido muy diferentes".
ABC